La presencia de gobiernos progresistas en América latina impone nuevos desafíos a la academia y le llama a repensar su posición en los procesos de formación de liderazgos sociales
01 / 2009
Lola Vázquez es Directora de la carrera de Gestión para el Desarrollo Local en la Universidad Politécnica Salesiana, profesora en la Universidad Central del Ecuador y Vicepresidenta de la Fundación de Investigación y Promoción Social “José Peralta”.
¿Por qué se requiere formar a los líderes sociales?
Porque siempre son necesarios procesos de dirección, procesos de coordinación, aunque, antes que nada diría que no me identifico mucho con el término “líder”, porque ese concepto evoca algo individual, a la generación de figuras que sobresalgan. Creo, principalmente, que los procesos de dirección deben ser más colectivos, grupales, porque eso permite mantener la continuidad. Tenemos la tendencia a generar líderes históricos, que duran mucho tiempo, pero los procesos se caen cuando el líder deja el puesto o por cualquier situación abandona el colectivo en el cual se ha mantenido. Cuando la dirección es grupal puede sostenerse en el tiempo, puede haber una continuidad y sostenibilidad.
Considero que líder es una palabra muy individual, sé que se usa mucho, pero creo que es importante resignificar el concepto, ¿qué estamos entendiendo por líderes?, ¿hablamos de un liderazgo del siglo XXI?, entonces ¿qué desafíos estamos enfrentando? Y qué tipo de conducción necesitamos para este tiempo.
¿Qué tipo de formación requieren los líderes en este contexto?
Está implícito el que los líderes deben tener una buena formación política, una buena formación teórico conceptual, no es lo mismo un líder natural que antes podía dirigir una organización, sindicato, comunidad, etc. y que le bastaba con la experiencia.
Me parece que ahora es necesario, por todos estos procesos de globalización, de intercambio, que esté mejor preparado desde el punto de vista del conocimiento.
Obviamente que los desafíos han cambiado para los líderes, no creo que el típico líder de los años 70, 80 o 90, pueda dar cuenta de las exigencias que la sociedad le pone hoy.
¿Cuáles son los valores que deben fundar esta formación?
Casi tan importante como una buena formación académica y teórica es el tema de una ética de trabajo social, estamos muy acostumbrados y casi se ha convertido en un cliché el asociar líder o dirigente con corrupción, entonces parece que uno de los elementos fundamentales es el cómo incorporar el tema de la ética personal y la ética en la gestión.
¿Qué tipos de contenidos, técnicos, prácticos?
Cuando hablo de conocimientos teóricos también me refiero a conocimientos teóricos metodológicos, significan conocimientos no sólo desde el punto de vista teórico sino de conocimientos que provean herramientas operativas, prácticas ejecutivas, metodologías de trabajo, herramientas para manejo de grupo, una serie de elementos instrumentales que ayudan a gestionar la dirección.
No se trata solamente de tener un bagaje de conocimientos si no tienes herramientas. Otro elemento importante es la experiencia, especialmente en la gestión que puede ser pública o en ámbitos más privados, como cooperativas, federaciones, formas asociativas gremialistas, etc.
¿Qué importancia le atribuye a una formación política de los líderes sociales?
Mucha, todo líder y toda persona que dirige procesos de por sí tiene una opción política, independientemente de cuál es su posición trabajará en favor de esa opción. Yo no creo en la objetividad, en el hecho de ponerse por encima de los procesos reales, no creo que sea posible.
A mi me parece mucho más honesto que una persona reconozca su opción ideológica y política y diga, yo hablo y actúo desde allí. A veces eso puede generar conflictos, pero es más honesto.
¿Cómo se incorporan las nuevas tecnologías en este proceso?
Vivimos en un mundo de cambios y cambios extremadamente acelerados y la tecnología es precisamente en lugar donde se ven reflejados esos cambios. Los dirigentes de generaciones anteriores son en ocasiones, muy reacios a incorporar estas tecnologías, pero creo que es un mérito de las nuevas generaciones el mirar con naturalidad estas herramientas. Las considero necesarias, porque facilitan mucho el trabajo, lo vuelven más ágil. Tengo, eso si, el temor que situemos a la tecnología como un fin en sí mismo, es decir, nosotros queremos gestionar una cuestión política o un hecho social y pensamos que implementando tecnología se solucionan las cosas. Por sobre todo es una herramienta para el trabajo, no es un fin en si mismo, porque la tecnología tampoco es neutra.
¿Es importante la articulación de redes?
Creo que no sólo es importante, sino es necesario, en un mundo globalizado, donde se globalizan las transnacionales, donde se globaliza el capital, el poder, el hecho de que desde los sectores sociales nos quedemos al margen de esos procesos me parece un error. Y me parece un error histórico porque hay que dar cuenta de las nuevas realidades mundiales, entonces quedarnos reducidos a una localidad, a un sindicato o a un espacio muy pequeño es un problema, podemos aprender de los procesos de los otros, de las sinergias de los otros y constituir procesos con mucho mayor impacto, y el trabajo en redes nos permite eso. Tenemos que globalizar también la resistencia.
¿Cuál es el rol que cumplen las ONGs y centros de educación popular en la formación de líderes sociales?
Tengo ciertos problemas con esto, porque solemos pensar que la ONGs o que los centros de educación popular reemplazan a los movimientos y eso no puede ser, creo que cada espacio tiene su propio rol y su propia función, las ONGs son de apoyo, pueden ser, en determinados momentos, una herramienta donde las organizaciones puedan encontrar un sustento económico, o político pero no pueden reemplazarlas por ningún motivo.
Viniendo usted del mundo académico, ¿Cuál cree que es el rol de las universidades en este proceso?
Como académica, me parece que es fundamental porque, te enfatizaba mucho sobre la necesidad de una buena formación para los nuevos dirigentes, me parece que la academia tiene ese rol, pero también tiene que producir conocimiento y propuestas para cambios sociales.
La academia, durante décadas ha estado muy ligada al mercado, porque la misma propuesta neoliberal le obligaba a hacer eso. Pero considero que hay nuevos horizontes, hay nuevas expectativas y hoy la academia debe buscar relacionarse y dar respuestas a esas nuevas expectativas, sobre todo en América latina y en los países en que se están abriendo nuevas posibilidades de desarrollo social.
¿Considera que la academia está lista para incorporarse a este mundo?
No, no totalmente, pero creo que se avizoran cambios, considero que estamos comenzando otra época, más esperanzadora. El hecho de que existan gobiernos más progresistas, no diría socialistas ni de izquierdas, pero gobiernos que han abiertos posibilidades de cambios sociales, de construir nuevos poderes, la posibilidad de que los sectores que siempre han estado excluidos puedan acceder al escenario político es importante y novedoso luego de décadas de neoliberalismo puro. Ante esto, la academia tiene que convertirse en un espacio que dé cuenta de cómo se analizan estas nuevas realidades y al analizarlas fomente procesos de investigación.
En general, el hecho relevante no es solamente incorporar nuevas tecnologías, nuevas visiones, sino hacernos las preguntas correctas, para esta época ¿qué necesitamos?, ¿qué nos demanda la sociedad?, porque la sociedad debe interpelar a la academia y debe exigirle respuestas. La academia y el mundo social deben trabajar juntos.
¿Qué características deben tener los formadores de líderes sociales?
Deben tener herramientas teóricas conceptuales, herramientas metodológicas e instrumentales, sin olvidar que su función es coadyuvar, no podemos ponernos en la actitud de que la academia lo sabe todo o los formadores lo saben todo. Considero que una de las cosas fundamentales en los formadores es la certeza de que la gente sabe mucho y que éste es un proceso en el que todos aprendemos.
Hay una frase muy bonita de un indígena mexicano que me impactó mucho y que se ha convertido en la norma de mi vida, y es que “sólo entre todos sabemos todo”. Entonces la base de esto es comprender que yo sé algo y puedo ser útil en algo, pero puedo aprender mucho más de las otras personas.
Este espacio en el que hemos estado, por ejemplo, a uno le enseña bastante, si es que uno sabe escuchar y para eso tenemos que abrirnos a escuchar, a mirar otras opciones, otras realidades y otras verdades. Creo que uno de los elementos fundamentales de los formadores tiene que ser la humildad. La humildad en cuanto a lo que sé y mucho orgullo en cuanto puedo aprender de los demás.
¿Cuáles son los desafíos que enfrenta la formación de líderes sociales?
Me parece que nuestro gran desafío es interpelarnos sobre qué sucede en América Latina, qué pasa en nuestros países y qué tipo de respuestas damos. No podemos, ante los nuevos acontecimientos y los nuevos desafíos seguir actuando con los mismos métodos. Me parece que el tema, y con esto no quiero decir que hay que ponernos en la moda conceptual, intelectual o de las tecnologías, es pensar qué es lo que necesita América latina ahora, buscar las preguntas y las respuestas.
Yo temo mucho al hecho de que, personalmente, pueda quedarme en el pasado, pero no quiero incorporarme en el presente desde la moda, sino desde la racionalidad, el pensamiento, desde la inteligencia, pero también desde la sensibilidad.
Creo que hemos perdido mucho en estos procesos de crisis, cayendo en un espacio de desesperanza. América latina ha vivido muchos años en la desesperanza, ante eso, creo que debemos combinar la razón, la inteligencia, las propuestas teóricas, pero también nuevas sensibilidades. Han surgido en América Latina nuevos actores que nos han permitido hálitos de esperanza y creo que hay que buscar la combinación perfecta de esos dos mundos.
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, Équateur
Université, Education populaire et Formation des Leaders sociaux
El siglo XXI trajo a América latina una oleada de gobiernos con un cariz más progresista que sus antecesores, este hecho ha abierto algunos espacios de participación y de inclusión insospechados. Los líderes sociales, entonces, enfrentan un nuevo desafío, integrarse en estos espacios, participar, sin perder la autenticidad y la representatividad de sus cargos. La esperanza se ha instalado en algunos lugares de Latinoamérica y los líderes sociales tienen el deber de estar a la altura de las circunstancias.
Esta entrevista fue realizada durante el encuentro Universidad, educación popular y formación de líderes sociales, realizado en Reñaca, Chile, del 8 al 13 de diciembre de 2008.
Entretien
Lola Vázquez, Universidad Politécnica Salesiana, Av. 12 de octubre y Wilson, Quito-Ecuador. +593 2236342 ext. 2189, lvazquez (at) ups.edu.ec
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