« Quisiera yo creer que lo que digo es muy importante, mas no sé si para los otros eso será importante. Yo soy como los políticos, a mí no me interesa que me crean o no me crean, lo que me interesa es que me dejen hablar. » En junio de 1988, cuando hacíamos el aprendizaje de dinámicas de testimonio para capitalizar la experiencia del doctor Manuel Alencastre en Salud Pública, en el Perú, éste nos había devuelto a nuestras inquietudes al afirmar que lo que a él más le motivaba eran sobre todo las ganas de hablar.
Don Manuel tiene el don de la broma, de la provocación y de la simpatía, todo al mismo tiempo. Más aún, en su calidad de jubilado, sus « ganas de hablar » parecían algo natural. No habíamos pues profundizado mucho ese comentario.
Luego de muchos ot ros intentos, volvimos a trabajar sus dichos en 1991, en forma de un folleto de unas cincuenta páginas bien presentadas, a fin de motivar a sus colegas de Salud Pública a la capitalización. Don Manuel nos dejaba hacer.
Cuando, en 1993, se planteó el asun to de una mejor utilización y difusión de su testimonio, súbitamente reaccionó: « Haría falta retomarlo todo con cuidado. Yo entonces sólo me prestaba a sus experiencias y a sus preguntas, yo conversaba entre amigos. Pero habrían otras cosas para decir y algunas para no decirlas o para cambiarlas… » Confrontado al desafío (y a las ganas) de compartir, Don Manuel se planteó la cuestión de volver a elaborar todo su testimonio, mientras a lo largo de cinco años no se había tomado siquiera el trabajo de introducir correcciones.
El caso es atípico (es raro arrastrar así un intento de capitalización por espacio de muchos años) y, a la vez, muy revelador: de las ganas de hablar a las ganas de compartir existe un salto que dar y el testimonio tiene ahí un rol que cumplir.
Explayarse, desahogarse, tener la oportunidad de decir, de tomar la palabra: la dinámica del testimonio comienza a menudo por ahí y es por ello que el actor de experiencia siente la necesidad de un interlocutor a quien dirigirse, de quien se r escuchado.
Pero no se trata de quedarse allí. Con Don Manuel, estábamos encerrados en la charla entre nosotros. Muchas cosas importantes se habían dicho ahí, pero don Manuel participaba para entregarnos a nosotros sus recorridos y sus aprendizajes y pa ra que nosotros pudiéramos hacer con ello lo que nos pareciera más útil. El no se asumía como autor de conocimientos que busca entrar a compartir, estaba allí más bien para legarnos su herencia (¡nos tocaba a nosotros trabajarla!) y para disfrutar el placer de charlar juntos.
Existe pues, en la manera de estimular, recoger y devolver el testimonio, todo un arte por desarrollar: el de conducir al actor de la experiencia que relata y se relata a saltar del diálogo personal con un oyente de confianza a las ganas de emprender un esfuerzo mayor y colocarse en autor de conocimientos que busca participar directamente en un diálogo ampliado, en debates generalizados.
Estas ganas de compartir en muchos casos ya existen, pero siguen más bien subyacentes: sea por miedo, sea por fatiga, sea por falta de confianza en sí mismo o en los demás, pueden permanecer allí atrofiadas, frustradas y frustrantes.
El interlocutor que ayuda al autor de testimonio tiene así un rol importante, más allá de aquel de oyente-grabador: el de enganchar el diálogo interpersonal directo con otro diálogo mucho más vasto. No se trata de que se retire, se trata más bien de aprovechar su presencia para que aquel diálogo más amplio siga siendo personalizado, para que avance hacia un compartir en vez de recaer en enunciados impersonales, abstractos, fríos, distantes.
El testimonio puede comenzar por las ganas de hablar con determinada persona; si ésta consigue convertirse en símbolo o recordatorio de muchos otros interlocutores potenciales, ex iste la posibilidad de derivar hacia las ganas de un compartir ampliado.
metodologia, comunicação
, Peru, Paises andinas
No siempre es fácil lanzar o consolidar, durante una conversación grabada, semejante salto entre las ganas de hablar y las de compartir. Interviene entonces todo el trabajo de transcripción y de restitución al autor. No es pues éste una labor mecánica dela cual uno pueda descargarse sobre cualquiera. Se convierte más bien en una suerte de llave para abrir las ganas de compartir.
El testimonio del doctor ALENCASTRE, Manueles parte de un intento, emprendido en 1988 en Lima, por capitalizar la experiencia de Salud Pública en el Perú a través de las trayectorias de ciertonúmero de ex-actores del Sistema de Salud Pública en el país. El equipo que continúa el esfuerzo se organizó en el CEPRODESA=Centro de Promoción y Desarrollo de la Saludcuya dirección es: MARTINEZ HORNA, Oscar, Tarapacá 149-A, Lima 4 (Barranco), Perú, tel. (51)14-671023.
Traducción de la ficha « Capitalisation : de l’envie de parler à l’envie de partager »