Sucedió en el Perú en julio de 1994, pero la misma historia se repite innumerables veces a lo largo del continente.
Los colegas me habían llevado a visitar una granja colectiva de gallinas y pavos, lanzada un año antes por un Comité de Mujeres, con el apoyo crediticio y la asistencia técnica del Proyecto.
- Si fuese un evaluador clásico, les diría que este proyecto es un fracaso. Al año, apenas quedan en la organización menos de dos tercios de las mujeres que la iniciaron. Todo porque hasta ahora no sacaron ninguna ganancia sino puras pérdidas: no quierencargarse con deudas. Con esta dinámica, la granja vivirá un año más, dos a lo sumo, salvo que ustedes se pongan a sostenerla artificialmente.
A mi alrededor, puras caras largas: ¡la dirigente del grupo no me había escondido ninguno de los tropiezos!
Pero también me había dado informaciones muy útiles: varias mujeres del grupo ya habían comenzado a introducir pavos entre los animales de su casa; aprovechando la experiencia de la granja, habían construido cercos para cuidar mejor sus aves; algunas ya estaban preparándose para producir pavos para Navidad y preveían trabajar juntas, entre hermanas y cuñadas, a fin de tener mayor éxito en la comercialización; etc.
Así, vista con otros ojos, la granja colectiva aparecía ser un éxito... en términos de aprendizaje de nuevas alternativas para la economía familiar.
En un año de experiencia las mujeres habían reconocido los circuitos comerciales donde comprar pollitos y pavitos, descubierto ciertas exigencias alimentarias y anitarias para aves destinadas al mercado, ensayado diversas técnicas de trabajo, realizado algunos cálculos de rentabilidad, comprendido varias reglas de juego y riesgos en el mercado de los pavos de Navidad.
La granja colectiva no era una micro-empresa rentable: las cargas de gestión eran muyy elevadas, el retorno financiero demasiado lento, la organización del trabajo demasiado alejada de los ritmos familiares y cotidianos...
Pero este tipo de crianza podía adaptarse muy bien a las propias familias: se adapta a la organización del trabajo al permitir el aporte (y aprendizaje)de sus diferentes miembros (a menudo la mujer y los hijos, a veces el varón); aprovecha diversos subproductos de la chacra y de la casa; en caso de necesidad sirve para atender necesidades monetarias (pidiendo a una cliente un adelanto sobre su pavo de Navidad, sirviendo de garantía al préstamo de un vecino más adinerado...), etc.
De ninguna manera se trataba de una vuelta al individualismo, tal como lo creían mis colegas, sino de una vuelta a la organización de base: la famille. Las propias mujeres habían señalado muy claramente el rumbo. ¿Cómo pensaban enfrentar la comercialización de Navidad? Ayudándose entre parientes y vecinas, es decir en el seno de una organización familiar ampliada pero "informal".
- ¿Qué hacemos entonces con la granja colectiva? ¿Hay que cerrarla?
- No. No es indispensable. Pero dejen de forzar una rentabilidad difícil de alcanzar. Tómenla como actividad de formación, una actividad temporal que habrá de desaparecer el día en que las mujeres hayan sacado de ella todo lo que podían aprender. Vuelvana negociar las condiciones financieras evitando la presión y la tensión del crédito. Negocien en vez de convencer y así ya verán qué cosa les interesa verdaderamente a las mujeres...
Por fin, el responsable del grupo de técnicos destapó la olla:
- Está bien. Pero ¿cómo hago yo ahora? ¡El Proyecto me exige trabajar con organizaciones de mujeres y crear microempresas!
família, organização comunitaria, processo de aprendizagem, formação, avaliação, metodologia
, Peru, México
COMENTARIO: En abril de 1995, en México, revisando un folleto con "Historias de Comunidades" que se llama "Las vacas de Martín y otras historias" (GEA/SEP 1991), hallé un título maravilloso en uno de esos relatos: "Dijimos pollos y entendió granja".
He ahí la ilustración de tantos divorcios en nuestras relaciones con los campesinos. Nos dicen familia y entendemos individualismo. Nos dicen gallinas, vacas, cerdos y comprendemos micro-empresas. Nos dicen economía (con otras palabras)y entendemos productividad-rentabilidad. Nos dicen campesino y comprendemos productor.
Esa sordera deformante no es monopolio de los técnicos de campo. Más bien habría que dirigir el reproche a los responsables de proyectos e instituciones que piden realizaciones aparatosas para poder enseñarlas a los financiadores; a los financiadores queimponen líneas de acción que poco tienen que ver con la realidad; a los políticos que exigen de los financiadores que incorporen mecánicamente tal o cual eje-moda; a las opiniones públicas de los países financiadores que claman por desarrollos que sólo mejoran la cuenta bancaria de los fabricantes de cemento; a los...
¡Es así como la serpiente se iba tragando su cola!
Ficha original en francés: MFN 4656
Relato de experiencias