03 / 2011
As várias tendências e concepções presentes na análise e interpretação dos povos indígenas e originários são resumidas neste documento. Suas particularidades, suas relações com o conceito de classe, suas inserção no processo evolutivo da humanidade, as especificidades das identidade indígenas, suas visões, suas relações com o Estado, com a cultura ocidental e cmo poder são aqui apresentadas. Os textos que seguem foram selecionados do docuemento Cosmovisión, Territorio y Lucha de Clases: Una Perspectiva desde la CLOC - Notas para el Debate- discutido no V Congresso da CLOC.
No obstante la riqueza, importancia y peso de los pueblos indígenas u originarios en el continente, a lo largo de los años se han dado distintas tendencias en el abordaje de su realidad y, aún en la actualidad sigue siendo motivo de discusión y debate. Algunas de estas posiciones han tratado de negar, contraponer o invisibilizar la existencia de la contradicción clasista y de la contradicción Estados Nacionales – Pueblos Originarios, así como su interrelación e interinfluencia. Dentro de estas posiciones podemos identificar las que se abordan a continuación:
Una primera tendencia se niega a reconocer las particularidades de los Pueblos Indígenas como relevantes desde el punto de vista social o político, ya sea porque se considera como un asunto de poca importancia (secundario y/o transitorio), o bien porque se considera que los pueblos originarios deban ser considerados como fuerza sociopolitica que deba ser tomada en cuenta y en su lugar se propone el análisis y la acción basados exclusivamente en la perspectiva de las clases sociales.
Esta posición refleja las tendencias más antidialécticas del marxismo, regularmente caracterizadas por un énfasis economicista que tiende a empobrecer la complejidad histórica y sociopolitica.
Una segunda tendencia es la versión contraria de la anterior ya que sostiene que el análisis de clases no es útil ni significativo para comprender la realidad de los Pueblos Originarios. Esta posición se basa en la consideración de que la realidad de los Pueblos Indígenas es independiente de la estructura de clases de una sociedad. Si bien puede admitirse la utilidad del enfoque de clase para el estudio de determinados hechos, cuando se aborda la realidad de los Pueblos Originarios se considera que las contradicciones de clase no operan o impactan a los Pueblos Indígenas y se argumenta con frecuencia que los Pueblos Indígenas son incluso « anteriores » a la aparición de las clases, lo cual en algunos casos fue cierto, pero de ahí a considerar que la lucha de clases no operan en la actualidad con los Pueblos Originarios es una visión reduccionista y ahistórica.
La tercera tendencia ve la existencia de los Pueblos Indígenas como parte del proceso evolutivo que en algún momento los hará desaparecer. Desde esta visión se considera que la existencia de los Pueblos Originarios es expresión de “atraso”, situación que será superada con desarrollo capitalista y en la medida en que los pueblos indígenas “entren en modernidad.
Esta visión corresponde a las burguesías que ven la “solución” en la “integración” de los pueblos originarios a la Nación. En resumen es un enfoque reduccionista y racista.
Una cuarta tendencia establece que el enfoque de clase y la existencia de los Pueblos Indígenas u Originarios son categorías distintas o no pertenecen al mismo orden y de este criterio se deduce que, justamente por tratarse de fenómenos de « orden » diferente, no sólo no puede reducirse lo relativo a los pueblos originarios a lo clasista, sino además que no se debe esperar, como plantea el indigenismo, por ejemplo, que de la condición de indígena se pasará simplemente a la de clase, puesto que la existencia de los Pueblos Indígenas no es sencillamente una etapa provisional. Este planteamiento constituye sin duda un apreciable avance para el análisis del problema.
Esta posición, en aras de acentuar la especificidad de lo relativo a los Pueblos Indígenas, termina por mantener separados los dos « órdenes » en cuestión, dificultando el establecimiento de un campo adecuado de vinculación entre ellos. En la práctica la realidad de los pueblos indígenas termina por desvincularse de la estructura socioeconómica en la que se inserta y, por consiguiente, se hace independiente de la conformación clasista de la sociedad. Así, por otra vía, volvemos a encontrar la bipolaridad, sin solución para la problemática, básica: la cuestión de su relación histórico-estructural.
Otra variante plantea que existen una esencia invariable de los pueblos originarios o indígenas haciéndolos independientes de los procesos históricos. De esa cuenta mientras se transforman las instituciones sociales, los sistemas estatales y la composición clasista de una sociedad, los pueblos indígenas resisten y mantienen su identidad y cosmovisión invariable. Esta visión hace que se conciba el pasado lejano como un tiempo de grandeza, perfección, armonía total y felicidad, sin conflictos, contradicciones ni problemas y por lo tanto la reivindicación principal es la recuperación de ese pasado y de esas condiciones. No hay que olvidar que las formaciones sociales de los pueblos originarios que ya tenían o comenzaban a tener una diferenciación clasista, se vieron inmersas en algún nivel de contradicciones. Por otro lado, la vigencia o legitimidad de las demandas y reivindicaciones indígenas no se fundamentan en la situación que se vivió en un pasado, sino en la situación que se vive en la actualidad y en la capacidad que han evidenciado esos mismos pueblos indígenas en actualizar, en la práctica, sus demandas, identidad y reivindicaciones, adaptándose a las condiciones históricas de cada momento.
De esa cuenta durante el proceso de invasión y la colonia los pueblos indígenas mantuvieron la resistencia a los procesos de despojo de sus territorios, por parte de las monarquías y los encomenderos coloniales; durante el período liberal se defendió las tierras comunales frente al despojo de criollos y burguesías en formación que impulsaban el desarrollo de nuevos productos para el mercado capitalista mundial y, en la actualidad, los lugares donde viven, producen y reproducen su cosmovisión e identidad se defienden, a través de diversas formas, ante el saqueo y apropiación de las burguesías nacionales aliadas a las empresas transnacionales mineras, petroleras o constructoras de megaproyectos. En otras palabras, a lo largo de las distintas etapas históricas se mantiene la identidad básica (la relación de los pueblos indígenas con la Madre Tierra), las modalidades (defensa del territorio ante la invasión y el despojo colonial; resistencia ante el despojo de las tierras comunitarias y derecho colectiva a decidir sobre tierras, territorios y recursos) se adaptan a cada etapa histórica.
Esta visión también lleva a contraponer en términos generales lo “indígena” a lo “occidental” cuando en realidad lo que existe es una cosmovisión dominante que favorece a una clase o conjunto de clases dominantes y para las cuales la cosmovisión judeo-cristiana, greco-latina, liberal y positivista es funcional a sus intereses de clase.
A las anteriores se pueden subrayar dos tendencias más, pero relacionadas con la resolución a la exclusión y marginación de los Pueblos Indígenas que en alguna medida están relacionadas con las tendencias antes mencionadas.
Una de estas tendencias propugna por una mayor presencia de indígenas en diversos niveles de decisión y de esa cuenta se impulsa que haya más diputados o diputadas indígenas, más funcionarios gubernamentales indígenas, más indígenas en los gobiernos locales, municipales, etc., que a la larga constituyen una especie de integracionismo. Es decir, lo que se busca es una mayor presencia de indígenas en un Estado excluyente y construido para el beneficio de unas clases y que con esa mayor presencia se elaboren políticas públicas a favor de los pueblos indígenas, cayendo en una especie de “estadolatría”, pero sin cambiar las bases y naturaleza del sistema y por lo tanto de su superestructura. Así lo que se evita es una mayor participación de los pueblos originarios en el quehacer político transformador, desde su identidad y cosmovisión, que lleva no solo a desarrollarse como sujeto político, sino a forjar un proyecto político plurinacional en el marco de una nueva visión y construcción de un Estado diferente al Estado burgués y oligárquico. En palabras de una participante de la III Cumbre de Pueblos y Nacionalidades Indígenas y Originarios, “no es lo mismo tener un indígena en el gobierno a tener un gobierno indígena”.
En una dirección similar hay quienes plantean que lo que se necesita es una “refundación del Estado”, pero este planteamiento que puede encontrar muchos adeptos porque parece recoger la demanda de construir estados diferentes, evita u olvida que cualquier Estado es expresión de una base económica y que, por lo tanto, no puede haber transformación del Estado, si a la vez no se transforman sus bases de sustentación, en otras palabras, no puede haber un Estado Plurinacional sobre la base de una economía y una base económica capitalista. En esta dirección se hace necesario profundizar el tema de la autonomía, demanda válida para los pueblos originarios, que puede ser utilizada en contra de los mismos pueblos indígenas como recientemente la derecha lo demostró en Bolivia. No se trata únicamente que una Constitución reconozca el estatuto de autonomía de los pueblos indígenas; se trata de ir más allá de eso, de ir construyendo nuevos Estados Plurinacionales, en lo político, lo económico, social, cultural e ideológico, con la plena participación, como arquitectos y constructores, de los Pueblos originarios o indígenas y los demás pueblos, clases y sectores que conforman una nación.
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