Los Juegos Olímpicos de verano 2008 significaron grandes cambios para la ciudad de Beijing y sus residentes. La ciudad necesitaba adecuarse para acoger un mega-evento internacional. Esto implicó la modernización, embellecimiento y construcción a todos los niveles; aspectos que harían la ciudad “atractiva” para el mundo. Este documento se centrará en el barrio histórico de Qianmen en Beijing, área comercial y residencial ubicada en el centro de la ciudad desde el siglo XVII, y los efectos que tuvieron los Juegos Olímpicos no solo en los aspectos físicos de dicha área sino también para sus residentes. El derecho a la ciudad está desarrollado en este caso a través de la acción de los ciudadanos en contra de las múltiples violaciones cometidas por los promotores inmobiliarios, el gobierno y la municipalidad durante la reurbanización de Qianmen.
En 2002, la Comisión Municipal de Planificación de Beijing aprobó un plan de conservación para proteger veinticinco áreas históricas en la ciudad antigua de Pekín, entre ellas Qianmen. Este plan enumeró cinco principios fundamentales:
• Preservar el paisaje urbano tradicional y los hutongs (pequeños callejones flanqueados por casas tradicionales con patio);
• Asegurar la autenticidad del patrimonio preservado;
• Implementar la preservación por medio de un método gradual y controlado;
• Mejorar la infraestructura y las condiciones de vida de los residentes locales;
• Estimular la participación pública.
El plan de conservación además estableció que las renovaciones no deben dar como resultado demoliciones a gran escala, que se debe prestar una especial atención a la continuidad histórica, así como preservar la arquitectura histórica valiosa, los hutongs y los árboles antiguos. Estas directrices integran algunas de las ideas primordiales del derecho a la ciudad, al valorar la participación local y tener como prioridad el mejoramiento de la vida de los residentes. Como lo señala David Harvey, el derecho a la ciudad implica que los ciudadanos tengan el derecho activo a cambiar la ciudad y forjarla de modo que satisfaga sus necesidades. Sin embargo, al acercarse los Juegos Olímpicos, el gobierno de Beijing tuvo que hacer frente a un plazo, y seguir estas directrices habría limitado los planes de los promotores inmobiliarios para convertir a Qianmen en una versión moderna del área antigua: atractiva para los turistas, con el espacio necesario para los corredores del maratón olímpico e interesante para las personas que pudieran pagar las casas nuevas y elegantes del área.
En 2005, el gobierno de la ciudad comenzó a ofrecer una compensación a los habitantes de los barrios residenciales de Qianmen por las casas que planeaba demoler. Sin embargo, las tasas de compensación no consideraron las construcciones agregadas ni los aspectos específicos de cada casa, que naturalmente les habrían agregado valor. Por lo tanto, la compensación fue mucho menor al valor real de las casas (COHRE, 2008). Si los residentes no aceptaban la compensación, se tenían que someter a un proceso de mediación con el gobierno, en el cual las casas se avaluaban individualmente. Con frecuencia, el valor de la compensación aumentaba después de la mediación, pero era todavía insuficiente para darle a los residentes en otras partes de la ciudad la misma calidad de vida que habían disfrutado en Qianmen. El acoso constante de los promotores y constructores para desplazar a los residentes terminó dando como resultado que muchos aceptaran los bajos precios y dejaran el barrio. La resistencia se convirtió en un inconveniente demasiado grande para la vida diaria de muchas familias, lo cual también las impulsó a aceptar una compensación inadecuada contra su voluntad.
Sin embargo, otros se quedaron y mantuvieron la esperanza de reclamar su derecho a la ciudad y al espacio urbano de Qianmen, donde habían vivido durante décadas. En la primavera de 2006, Sun Ruoyu, cuyo negocio familiar se encontraba en Qianmen desde la década de 1840, comenzó a recibir notificaciones de desalojo de parte del gobierno, que decían que su familia tendría que dejar su casa en nombre de la demolición de asentamientos precarios y que la ciudad tenía derecho a comenzar tal demolición luego de cierta fecha. La ciudad le ofreció a esta familia 1,6 millones de yuan por la casa (unos 200 mil dólares), demasiado poco por lo que se convertiría en uno de los barrios más caros de la ciudad, e insuficiente incluso para que pudieran adquirir una de las casas recién renovadas o construidas del barrio. La familia se negó a recibir la compensación, porque deseaban ser parte de la reurbanización de Qianmen y no ser desplazados. A pesar de su resistencia, la ciudad no estaba dispuesta a aceptar su presencia. Era más importante generar espacio para los nuevos “residentes” multinacionales de Qianmen- –entre ellos Rolex, Prada, Starbucks, Nike, Adidas y la empresa informática Apple– que respetar a los propios ciudadanos de Beijing y su derecho a permanecer en el lugar donde habían vivido por años. Sin embargo, en julio de 2008, un mes antes del comienzo de los Juegos Olímpicos, la señora Sun seguía ahí. Su restaurante continuaba en pie, aunque algo deteriorado, pero estaba cubierto con una malla plástica verde para que no fuera visible ni perceptible para los miles de espectadores olímpicos que pasarían por el lugar durante todo el mes de agosto.
Para muchos residentes que fueron desalojados había muy pocas opciones al momento de decidir dónde volver a asentarse. El escaso dinero recibido en compensación no era suficiente para que permanecieran en el centro. En consecuencia, muchos se mudaron a las afueras de la ciudad, más allá de la Quinta Circunvalación, autopista que rodea la ciudad y se encuentra a unos diez kilómetros del centro. En el caso de una familia, los dos adultos ahora se demoran un total de cuatro horas en ir y volver del trabajo todos los días usando el transporte público. Antes, cuando vivían en Qianmen, solo se demoraban cinco minutos en bicicleta. La calidad de la educación a la que se accede en las afueras es mucho menor en comparación con la que una vez recibió la hija de esta familia en el centro. Por lo tanto, ella ha permanecido en la misma escuela del centro de Pekín, lo que significa que uno de los padres tiene que acompañar y recoger a la niña todos los días de la escuela, saliendo de la casa a las cinco de la madrugada para poder llegar a tiempo al comienzo de la jornada escolar a las siete de la mañana. Esa es la realidad cotidiana para muchas de las familias desalojadas. Para las personas mayores desalojadas esto también tuvo como consecuencia dificultades para mantener un fácil acceso a los médicos y los centros de salud que usaron durante años en el centro de la ciudad. Una vez más, esto implica atravesar largas distancias cada vez que tienen algún problema de salud.
Los resultados de las notificaciones de desalojo fueron diversos para los residentes de Qianmen. Algunos experimentaron el acoso, otros aceptaron la compensación después de un tiempo y una minoría logró resistir y quedarse. En su lucha para permanecer en su lugar de residencia, todas las personas de Qianmen que enfrentaron, aceptaron y/o se resistieron al desalojo intentaron asegurar su derecho a la ciudad. Este derecho está basado en la participación de los ciudadanos en las decisiones que afectan el lugar donde residen y su oportunidad para participar en la transformación de los espacios urbanos en los que viven. En el caso de la reurbanización de Qianmen, las directrices que se trazaron para proteger el área como un sitio patrimonial fueron ignoradas casi por completo por el gobierno municipal y los promotores inmobiliarios. Tales directrices, que valoran aspectos del derecho a la ciudad, como el mejoramiento de las condiciones de vida de los residentes locales, y permitirles participar en las decisiones que afectan a su barrio, fueron dejadas de lado y no se aplicaron, mientras que la modernización y el embellecimiento tuvieron la prioridad para los Juegos Olímpicos. Además, si se respeta el derecho a la ciudad, se debe permitir que los ciudadanos permanezcan en ella y no sean desplazados a las afueras. Los desalojos en Qianmen violaron el derecho de los ciudadanos a permanecer en la ciudad, considerando que ellos no decidieron irse. Los inconvenientes que enfrentan los residentes que en la actualidad viven más allá de la Quinta Circunvalación de Beijing son múltiples. Ha disminuido su acceso a servicios de salud, educación de alta calidad y áreas comerciales, además de su calidad de vida en general, ya que ahora deben invertir mucho tiempo viajando entre su vivienda y el trabajo; tiempo valioso que podrían pasar con sus familias o realizando actividades personales.
Por mucho que observamos la violación del derecho a la ciudad por parte de los funcionarios y promotores inmobiliarios de la ciudad de Beijing, es importante reconocer la presencia de este derecho en la lucha de los ciudadanos de permanecer en su barrio y reclamar su derecho a la vivienda y el espacio urbano. Muchos de ellos no aceptaron las compensaciones ofrecidas en un principio, y solo se fueron después de ser acosados tanto en sus trabajos como en sus hogares. La señora Sun y su familia lograron resistir los esfuerzos de la ciudad de eliminar su restaurante de Qianmen. Aunque su casa estuvo físicamente oculta de la vista por una malla plástica, siguió en pie y presente en medio de la modernización del barrio. Con esto se demuestra que los ciudadanos tienen la capacidad de hacer valer su voluntad y exigir que se reconozcan sus derechos, además de que no puedan ser dejados de lado para darle prioridad a un megaevento internacional como los Juegos Olímpicos. Si una ciudad como Beijing desea impresionar al mundo debe valorar a sus habitantes, ser inclusiva y tratarlos a todos, en especial a los pobres, como ciudadanos con derechos en lugar de objetos que pueden ser maltratados, desplazados y olvidados.
expulsion de logement, conflit urbain, exclusion urbaine, transformation urbaine, mobilisation des habitants, droit au logement, ville, gestion urbaine
, Chine
Texte original
Referencias
Chen, Beatrice B. 2003. Preserving Beijing’s Old City: The Vision and Reality of Historic Conservation Planning. Department of Urban Studies and Planning, Massachusetts Institute of Technology. Website: dspace.mit.edu/bitstream/handle/1721.1/30027/55082878.pdf?sequence=1
COHRE, 2008. One World, Whose Dream? Housing Rights Violations and the Beijing Olympic Games. Centre on Housing Rights and Evictions, pp. 1-35.
Harvey, David. 2003. The Right to the City. International Journal of Urban and Regional Research 27.4: 939-41.
Hooker, Jay. 2008. Before Guests Arrive, Beijing Hides Some Messes. New York Times. Website: www.nytimes.com/2008/07/29/sports/olympics/29beijing.html
Sanderson, Henry. 2008. Despite Promises, Old Beijing Neighborhood Falls. Beijing Cultural Heritage Protection Center (CHP). Website: en.bjchp.org/english/mzpl_view.asp?NewsID=127.
Yardley, Jim. 2006. Olympics Imperil Historic Beijing Neighborhood. New York Times. Website: www.nytimes.com/2006/07/12/world/asia/12beijing.html
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