Cuando se agota el reformismo universitario

Los chilenos y los latinoamericanos se han acostumbrado a vivir en medio de tumultuosas y estruendosas actividades estudiantiles. Constituye un fenómeno recurrente propenso a explotar en cualquier instante, desapareciendo en algunos casos tan bruscamente como irrumpió. Lo que parece enfermedad o irresponsabilidad premeditada es, a menudo, en una sociedad injusta, expresión genuina de una generación joven frustrada, que se vuelca a la acción política con un fervor compuesto de optimismo, malestar y auténtico idealismo como medio de encontrar su propia identidad.

Reflejo de ello fue el primer impulso de reforma universitaria que provino de los propios estudiantes. Se originó en Córdoba, la universidad mas antigua de Argentina, en 1918. Pocos años después de su iniciación había arrastrado a la juventud universitaria de toda América latina en un movimiento que ha sido descrito como la expresión continua más prolongada de la revolución de las aspiraciones, llegando a dominar el pensamiento político y social de América latina.

Fue un movimiento crítico y contrario a la función, que en ese entonces cumplía la universidad, de sostener posiciones tendientes a evitar la movilidad social. Pero éste fue algo más que un intento de llevar a cabo cambios en la enseñanza y la administración que pudieran servir a los intereses de la clase media en expansión. Fue la expresión de un nuevo nacionalismo revolucionario.

Así pues, el sistema universitario es sensible respecto de la estructura social en la cual se encuentra inmerso. Los universitarios, especialmente los de universidades estatales, gracias a la autonomía con que cuentan sus casas de estudio, se sienten el medio a través del cual los desposeídos o los sin voz, pueden reclamar por sus derechos y criticar la estructura diferencial de oportunidades. No sólo se sienten un canal para la crítica, sino también se perciben y creen reformadores de una sociedad injusta.

El movimiento universitario de Córdoba sentó un precedente en Chile, y sus reformas, aunque parciales, contribuyeron a que en 1967 se desarrollara el mayor proceso de reforma universitaria que ha tenido nuestro país. Este nació en las Universidades Católicas de Valparaíso y Santiago, fruto de la voluntad de transformación con arreglo a proyectos personales y colectivos tan distintiva de la época, y continuó en los otros seis planteles de educación superior existentes en el país; la Universidad de Chile, la de Concepción, la Austral, la Técnica del Estado, la Federico Santa Maria y la Universidad Católica del Norte.

La reforma de 1967 perseguía, a grandes rasgos, desarrollar una universidad más cercana a la población, más centrada en las necesidades del país, que fuera centro de desarrollo técnico y estímulo para la investigación en las áreas prioritarias.

Hoy en día los universitarios chilenos, específicamente los de universidades estatales, se enfrentan ante una nueva coyuntura, la solapada privatización del sistema universitario estatal.

Rafael Aravena es estudiante y dirigente universitario, cursa el quinto año de ingeniería comercial en la universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), universidad estatal que nació en 1993 del Instituto Profesional de Santiago (IPS) dependiente de la Universidad de Chile. El observa que las universidades estatales chilenas, a través de su sistema de créditos y becas, permiten a un gran porcentaje de jóvenes de escasos recursos estudiar, convirtiéndose en un instrumento o medio legitimado socialmente y de calidad para la movilidad social, una oportunidad que jóvenes capaces y esforzados tienen para salir del circulo de la pobreza; entiende además, el rol de la universidad estatal como guía de los procesos de desarrollo estructurado por estos mismos procesos. Por eso, Rafael Aravena se siente en pie de guerra y crítico respecto a la reforma que intenta imponer el Ministerio de Educación: vender a los bancos las deudas que contraen los alumnos como créditos con el gobierno, estos fijando altas tasas de interés intentando lucrar con ellos. La reforma convierte la universidad estatal en un empresa con fines económicos que beneficiará a unos pocos capitalistas, en perjuicio de la comunidad nacional.

Las organizaciones estudiantiles de las distintas universidades estatales del país, se encuentran enmarcadas en federaciones, dominadas principalmente por alumnos miembros de partidos políticos de izquierda y centro izquierda. La política es en Chile, al igual que en el resto de los países de la región, parte integral de la universidad, ya que en la medida que los jóvenes Chilenos (universitarios) se sienten una elite reformadora, necesitan de un vínculo ideológico y real con los grupos de poder, que legitimen y sustente sus objetivos.

En la actualidad la institución que reúne a las distintas federaciones, La CONFECH, esta en proceso de reforma. Este eje articulador de los estudiantes universitarios de Chile, según el sexto congreso de Estudiantes Universitarios de la Universidad Santiago de Chile (USACH), necesita modificar la estructura que hoy posee que es absolutamente asambleísta, donde la división de las funciones no existe, es imperante dotarla de una estructura que defina distintos momentos de discusión, con sus respectivos derechos y deberes, y es trascendental además desarrollar y fomentar vínculos, tanto con organizaciones sociales locales, como internacionales y con la Organización Latino Americana de Estudiantes (OCLAE).

La OCLAE, institución fundada en Cuba en 1966, posee una postura ideológica relativamente anarquista y americanista, promoviendo el rol del estudiante universitario como agente crítico y reformador. Sin embargo, en la actualidad no posee repercusión alguna en la vida universitaria de la región, ya que según Rafael, cada movimiento universitario local posee sus propios problemas o coyunturas lo que les hace concentrar sus esfuerzos en la solución de éstos. A pesar de ello, Rafael cree que existe un vínculo latente que une a los universitarios de la región, básicamente el poseer en sus manos la posibilidad de cambiar la crítica y poco acogedora situación que enfrentan los distintos países de la región.

Las organizaciones estudiantiles chilenas se encuentran hoy movilizadas, para frenar o ser consideradas en esta reforma mercantilista, pero Rafael tiene claro que no se logrará mucho, que las cartas ya están echadas. La única solución a los diferentes problemas que atañen directamente a los estudiantes de universidades públicas sería una reforma al sistema social total, una reforma política, reforma poco probable en una sociedad como la chilena donde, a pesar de la movilización actual, la participación colectiva cada vez se diluye y desaparece más y más, y donde la lógica individualista del beneficio ha invadido todos los niveles de la sociedad, incluidas las federaciones universitarias.

Desgraciado el pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo » (Juan Montalvo, escritor ecuatoriano).