Si el estilo más ágil y menos rígido del relato-reflexión, tal como lo hemos practicado muchas veces en nuestras recientes capitalizaciones de experiencias, puede ayudar a la gente de terreno a liberarse del trauma de la escritura, también puede suscitarmuchas crisis en quienes se sienten más cómodos en el estilo académico o que lo respetan más dado su prestigio.
Es cierto que, al comienzo, era yo el que a menudo proponía un tipo de correcciones y de títulos « ganchos », lo que infaliblemente atraía retic encias por este modo « periodístico », por lo tanto poco serio, y lo que llevaba a que los autores se sintieran parcialmente « desposeídos » de su obra.
En realidad no se trataba de imponer UNA manera sino de abrir horizontes y que cada quien asumiera luego su propia decisión.
Además, durante estas crisis de estilo, recién cuando escapábamos al debate sobre el « estilo » mismo lográbamos profundizar el enfoque: ¡o sea que se parte del lector y no del autor!
¿A quién dirigimos nuestras capitalizaciones? ¿Qué l es gusta leer a estos grupos y qué les repele? Nuevamente era la idea de diálogo la que trataba de inspirar nuestras decisiones. Y el diálogo entre terrenos tiene sus riquezas y sus obligaciones.
Otro elemento que intervenía a la hora de nuestras crisis de estilo: en nuestros ensayos más académicos muchas pistas no llegaban a encontrar su sitio, porque estaban incompletas, o porque (aún) nos faltaban justificaciones teóricas para presentarlas adecuadamente y ¡uno no puede limitarse a compartir intuiciones o convicciones « empíricas »!, etc. ¡Pensar que muchas veces ahí estaban precisamente los mejores aportes, las mejores aperturas!
Estas pistas tenían gran valor para alimentar el diálogo de una recomposición del saber: perdían todo sabor cuando se queda ban tímidamente escondidas dentro de escrituras sabias. Eso es algo que siempre había comprobado en las innumerables tesis y obras sobre el terreno que había tenido oportunidad de leer: ¡las perlas están disimuladas dentro del relleno clásico y sólo podemos detectarlas cuando ya estamos sobre aviso!
Finalmente siempre fueron las reacciones de los lectores de los primeros borradores las que resultaron determinantes: al no sentirse mal juzgado, desvalorizado y al descubrir por el contrario ciertos entusia smos sorprendidos, uno puede dejarse arrastrar al placer de este diálogo que nace en la escritura.
¡Cuántos vuelcos bruscos habré constatado en el curso de los últimos años: las reacciones de los lectores (porque estos trabajos eran leídos, no sólo se ho jeaban para enseguida archivarse…) arrasaban todos los temores!
Entonces ¿crisis de estilo? Sí, en la medida en que antes un solo estilo parecía legítimo. Lo que hemos hecho es agrandar la brecha. Felizmente ahora en nuestras capitalizaciones hay de to do.
comunicación, metodología
, América Latina
Es más fácil para los redactores académicos reaprender el arte de la narración en diálogo que para los actores-narradores de terreno plegarse a los rigores académicos. Además ¡es tan agradable escapar al temor del juicio ajeno para comenzar a compartir el placer, la experiencia y la reflexión!
Traducción de la ficha « Capitalisation : les crises de style »