Hasta 1991, la mayoría de mis antecedentes de capitalización de la experiencia me hacía pensar que ésta sólo es posible al margen de las instituciones, tanto porque éstas le dan poca importancia y prefieren los productos de tipo « manual » como porque están demasiado preocupadas por su imagen y prestigio. Por lo tanto están a la defensiva frente a toda versión no oficial de las prácticas vividas en sus filas.
De esta manera mis tentativas personales de capitalización se hicieron casi siempre al margen de las instituciones que habían acogido la experiencia. En el mejor de los casos tenía que trabajar con autofinanciamiento y cuidar de no sobrepasar los límites de tolerancia acordados. En el peor se terminaba en enfrentamiento y ruptura.
Las prácticas empr endidas entre 1991 y 1993 con el PRIV en Bolivia y el PPUT en Paraguay reavivaron mi entusiasmo: ¡sí, es posible que instituciones y proyectos de desarrollo tengan una política de capitalización de la experiencia!
Los aprendizajes que tuvimos así todavía no son suficientes pero ya se pueden desprender algunos elementos sobre las condiciones institucionales requeridas.
Primero un mínimo de confianza mutua entre dirigentes (o tutores) de la institución y actores de la capitalización, así como cierta autono mía para éstos. Ya que los procesos de revisión personal y de elaboración de la experiencia son difícilmente programables y cuantificables en tiempo.
Por supuesto que, a menudo, los plazos límites y la exigencia de productos son algo necesario y útil, pe ro se trata más de asumir una responsabilidad que de cumplir un encargo, una tarea, sobre todo mientras tengamos tan pocas referencias sobre lo que es verdaderamente la capitalización de la experiencia.
Esta adquiere entonces un status ambiguo (lo que no es grave) entre el voluntariado y la actividad institucional. Voluntariado porque ya no se puede hablar de horas o días de trabajo y porque es necesario un compromiso personal. Voluntariado ampliamente justificado por los beneficios en autoformación y valorización profesional. Actividad institucional en la medida en que la institución invierte (tiempo, dinero e información) en la capitalización a fin de que ésta sirva para desarrollar sus capacidades de acción y de diálogo con otros.
¿Cuáles son, entonc es, las condiciones institucionales requeridas? Son extremadamente variables, según el estilo del organismo, según sus medios y recursos, según el tipo de experiencia para capitalizar, según la amplitud de la capitalización deseada… Más que elaborar uncatálogo de esas eventuales condiciones, es preferible insistir en el proceso de negociación que precede toda capitalización y que, justamente, es muy útil para precisar lo que se entiende y lo que se espera de ésta.
Es esta negociación la que permite af inar y acercar (o frustrar) las ópticas, los temas, las condiciones de ejecución. En los dos casos citados, es ella la que nos ha ayudado a tener luego la flexibilidad necesaria para enfrentar los múltiples desafíos que nos imponía la práctica de capitalización.
Se trata aquí de reflexiones sobre capitalizaciones puntuales, sobre experiencias a punto de terminar. El debate sería totalmente diferente en cuanto a las condiciones institucionales para una capitalización permanente de la experiencia. No es un sueño pero se requieren cambios de fondo en todo lo que toca a la gestión y circulación de la información en una institución.
El PRIV=Proyecto de Riego Inter-Valleses realizado en Cochabamba, Bolivia, por el Estado Boliviano y la Cooperación Alemana, desde 1977. El PPUT=Proyecto Planificación del Uso de la Tierraes obra de la GTZalemana y de la Dirección General de Planificación (ex-Gabinete Técnico) del Ministerio paraguayo de Agricultura y Ganadería.
Traducción de la ficha « Capitalisation : les conditions institutionnelles »