Introducción
Un problema transversal a todos los conflictos que se viven en la ciudad de Santiago es la falta de participación ciudadana, tanto en la toma de decisiones como en la utilización de la ciudad. Considerando que la apropiación del entorno y la comunicación entre vecinos es una herramienta fundamental en la construcción de espacios públicos, se planteó la idea de llevar a cabo un taller de educación ambiental urbana para niños en el sector de San Judas Tadeo de la comuna de Peñalolén, de manera de explorar el barrio y su historia, utilizar el espacio público e impulsar el reconocimiento entre los niños del sector. El taller fue planteado además, como una estrategia de investigación que permitiera conocer cómo ven e interpretan la ciudad los niños, cuánto de ella conocen, qué buscan en el espacio público y elaborar algún tipo de propuesta que pudiera ser útil en la planificación urbana y la reivindicación del derecho a la ciudad desde la perspectiva de los niños.
A continuación, se expone una síntesis de las ideas con que se planificó el taller y una evaluación de esta experiencia como forma de participación ciudadana efectiva.
El carácter social de la ciudad
El concepto de construcción social del espacio plantea que la ciudad también es una construcción social. Según Henry Lefebvre, esta construcción estaría basada en la producción del espacio. La ciudad se va adaptando al proceso de producción de capital, destruyendo las estructuras antiguas para construir las nuevas formas urbanas, concepto que David Harvey define como destrucción creadora (Harvey, 1980).
En otras palabras, la configuración que adquiere la ciudad surge de la tensión entre las relaciones de poder de grupos sociales por el control y la articulación del espacio, en función de sus propios intereses. Estas formas pueden no ser originariamente geográficas, pero terminan por adquirir una expresión territorial (Santos, 1986).
La planificación urbana en Chile
En la carta mundial por el derecho a la ciudad, éste se define como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de sustentabilidad, democracia, equidad y justicia social. Es un derecho colectivo de los habitantes de las ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio del derecho a la libre autodeterminación y un nivel de vida adecuado (1).
Esta visión guía los discursos políticos sobre los ejes de desarrollo urbano en las ciudades chilenas (por ejemplo en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo) y describen ciudades con integración, sustentabilidad y competitividad. Si bien en el discurso político estos tres ejes se ponen en un mismo nivel, en los hechos se prioriza la competitividad, incluso si para conseguirla se pasa por alto la sustentabilidad e integración.
En la práctica, la planificación de la ciudad responde a los intereses de unos pocos, cuya posición privilegiada en las redes de poder político y económico hace que su voz se escuche más fuerte. Definitivamente no se considera la opinión de los ciudadanos en la organización de la ciudad. Reflejo de esto son las constantes situaciones de descontento y conflicto en que se ven sus habitantes y el poco peso que tienen en las decisiones que toman alcaldes y planificadores. Así, cobra validez la siguiente afirmación: “Hoy los mismos que gobiernan hace décadas siguen confundiendo el desarrollo urbano con el crecimiento inmobiliario. Su fórmula es que los pobladores nos pongamos a la medida de las ciudades y no que la ciudades se pongan a la medida de sus pobladores” (2).
Peñalolén. “La mejor comuna de Chile”
En la ciudad de Santiago, específicamente en la comuna de Peñalolén, se dio a conocer a los vecinos en junio de 2009 la Propuesta de Plan Regulador Comunal elaborada por URBE consultores a pedido del municipio. Al parecer se busca atraer inversión inmobiliaria orientada a sectores de más altos recurso en relación a los habitantes que tradicionalmente ahí se han emplazado. Esto puede traer como consecuencia la silenciosa expulsión de los más pobres hacia otras comunas.
El proceso de participación ciudadana llevado a cabo en Peñalolén se ha caracterizado por el temor de quienes planifican, a escuchar la voz de los planificados. También por la incompetencia de la mayoría de las autoridades municipales que en definitiva tienen el poder de decisión. La propuesta de planificación ya venía elaborada, planeada, dibujada desde el escritorio de la consultora lista para ser aplicada. Se puede decir entonces, que las instancias gubernamentales de participación ciudadana son simbólicas, pero irreales.
¿Cómo construir una ciudad más justa?
La figura del niño como referente para la planificación urbana
Cuando se piensa en cómo hacer de la ciudad un lugar de acogida para todos sus habitantes, donde todos puedan acceder libremente al espacio y satisfacer sus deseos de desplazamiento cómodo o de recreación sin impedimentos ni limitaciones, entonces se encuentra un primer problema: desde qué perspectiva pensar la ciudad.
Basados en las ideas y experiencias del pedagogo italiano Francesco Tonucci, se propone el pensar la ciudad desde la perspectiva infantil como una estrategia de integración de los ciudadanos en su ciudad, por medio de la recuperación de espacios públicos. Tonucci, preocupado por el problema de la soledad de los niños en las ciudades ricas, comienza a investigar y experimentar formas de planificar la ciudad considerando la perspectiva de los niños. Pero, ¿por qué optar por este grupo de población y no otro?
Sin importar su condición socioeconómica, étnica u otra, el niño se ve excluido de la ciudad debido a su edad. No está dentro de la masa votante, vive bajo la supervisión de adultos que deciden lo que es bueno o no para él, y nadie le pregunta cómo le gustaría que fuera su ciudad. Esto fortalece a la figura del niño como referente, ya que su exclusión es un problema que atraviesa a la totalidad de capas de la sociedad. Existen niños de todas las clases sociales, religiones, etnias y niños inmigrantes de todas las nacionalidades.
Por otra parte, el niño es una figura fuerte, capaz de sensibilizar a toda la sociedad, debido a que representa el pasado, el presente y el futuro. “El niño es nuestro pasado, un pasado a menudo rápidamente olvidado, pero que nos ayudará a vivir mejor con nuestros hijos y a cometer menos errores si logramos mantenerlo vivo y presente. El niño es nuestro presente porque a él está dedicada la mayor parte de nuestros esfuerzos y nuestros sacrificios. El niño es nuestro futuro, la sociedad de mañana, el que podrá continuar o traicionar nuestras decisiones y nuestras expectativas” (Tonucci, 1996).
La educación ambiental como herramienta para la participación ciudadana:
La experiencia del taller
La experiencia del taller ha permitido evaluar la educación ambiental como herramienta para la participación ciudadana. La idea de llevar a cabo un taller y no aplicar encuestas o entrevistas radica en su calidad de punto de reunión y organización. El taller permite conocer e interpretar la opinión de un grupo y no como la suma de las opiniones de sus individuos. Las personas, en este caso niños, vierten sus opiniones conociendo las de los demás, lo que estimula la discusión y comprensión.
La educación ambiental permite desarrollar el pensamiento espacial. En este caso, se planteó al ser humano como parte de su entorno, y por lo tanto, protagonista del espacio en que vive. Se puso énfasis en que los hechos (elementos y acciones) en el medio ambiente no son aislados, sino que actúan bajo cierta lógica y se afectan unos con otros.
Por tratarse de niños, se debe asumir que su principal motivación es el juego. Para los niños el juego no es simple recreación, sino también exploración y aprendizaje. Los niños aprenden el mundo jugando. Sin embargo, debido a sus objetivos, el taller tiene que estimular el pensamiento urbano crítico, tanto como el conocimiento y apropiación del barrio. El cómo hacer un taller que a través de actividades similares al juego estimule a los niños a conocer, entender y evaluar su entorno, fue uno de los principales desafíos metodológicos.
Es necesario planificar actividades que contemplen la diversidad de niños que asistirán al taller. En Peñalolén, resultó ser de suma importancia el rango de edad. En las primeras sesiones trabajamos con guías escritas y muchos niños que no sabían escribir bien, quedaron excluidos, se aburrieron y empezaron a hacer otras cosas desviando la atención de aquellos que estaban trabajando. Más avanzado el taller decidimos trabajar con “secretarias”. Entre los niños existen distintos intereses y personalidades. Hay niños que no se quedan tranquilos y otros que no se atreven a hablar, por lo que una actividad exitosa debe permitir que todos los niños participen a gusto.
Lo anterior se logró con la realización de un video que reconstruyó la historia del barrio, donde los niños debían organizarse y cumplir todas las funciones (incluido el camarógrafo). Los niños deben sentirse en confianza para atreverse a opinar. El monitor no puede ser una autoridad y mucho menos el conocedor de la verdad, ya que el taller debe ser una búsqueda grupal, en la que se incluye al monitor. Los deseos expresados deben ser materializados de manera que los niños vean resultados del taller y se motiven a seguir participando.
Hay actividades que requieren de algún tipo de preparación para llevarse a cabo (3) y es importante destinarles el tiempo adecuado y tener la capacidad y los recursos para realizarlas en toda su extensión.
Recomendaciones
El taller debe orientarse a:
• Ser lo menos parecido a la escuela
• Apropiarse del barrio por medio de observación directa y actividades en terreno
• Realizar actividades que contemplen la diversidad del grupo (edad, personalidad)
• Materializar los deseos y necesidades acordados en el taller
Conclusión
Los talleres de educación ambiental se perfilan como una herramienta útil para ser incorporadas en los procesos de participación ciudadana. Dicho proceso es mucho más que las instancias de gobierno en que se permite a la población dar su opinión con respecto al desarrollo urbano. La participación tiene que ver también con fomentar el uso del espacio público y con sentirse ciudadanos. En este sentido, un taller de educación ambiental urbana estimula la ocupación y comprensión de la ciudad (el barrio en este caso), utilizando a la ciudad como un recurso educativo, entendiendo que los problemas de la ciudad pueden resolverse desde la calle. El taller permite a los niños pensar y entender su entorno como algo propio, evaluándolo grupalmente de manera crítica y consciente. Esta forma de entender el barrio puede ser utilizada en la comprensión de los deseos y necesidades de los habitantes para la planificación de la ciudad. Sin embargo, la realidad indica que no existe la voluntad política por parte de las autoridades de gobierno de crear verdaderas instancias de participación ciudadana en la planificación.
Mientras, lo que habría que hacer es enmarcar el taller dentro de algún tipo de organización ciudadana, por ejemplo, a través de la creación de una asamblea de niños, cuya opinión construida en conjunto a través de juegos, exploraciones y discusiones, sea considerada y apoyada por la organización dentro de la que se enmarca.
Este tipo de iniciativas y otras que la preceden hacen reflexionar respecto del rol que cumplen los habitantes de la ciudad en la construcción de la misma. ¿Por qué a los niños no se les permite participar en la construcción de su barrio? ¿Seguirán los vecinos esperando que las autoridades resuelvan las problemáticas relacionadas con sus espacios públicos?
Si se espera una respuesta, lo más probable es que la calidad de vida en la ciudad sea un vago recuerdo. Tal vez es el momento que las personas organizadas comiencen a apropiarse de los lugares, ejerciendo su derecho a la ciudad para construir una realidad urbana que represente verdaderamente la identidad de los territorios, para hacer frente a planificaciones e intervenciones que escapan a la lógica local barrial.
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, Chile
Texto original
Referencias
Elgueta, Alejandra; Felipe morales, Akza ugarte. “Los Niños en la creación de la Ciudad”. Revista CECU Centro de Estudios Críticos Urbanos. Año 1. Nº 1. Santiago, 2009.
Harvey, David. 1998. La condición de la Posmodernidad. Editorial Amorrortu.
Lefebvre, Henry. 1972. La Revolución Urbana. Alianza Editorial. Madrid.
Santos, Milton. 1986. “Espacio y Método”. Revista Geocrítica Año XII. Nº 65. Universidad de Barcelona.
Santos, Milton. 1995. Metamorfosis del Espacio Habitado. OIKOS – TAU. Barcelona.
Tonucci, Francesco. 1996. “La Ciudad de los Niños”. Barcelona.
Valdeverde, Jesús. 1995. “La Ciudad como Recurso Educativo. Los Recursos Educativos en la Ciudad”. Revista La Ciudad Didáctica del Medio Urbano. Barcelona.
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