Gobernanza y Autonomía: el nuevo desafío para los agricultores familiares del Brasil.

La reforma agraria de Brasil ha entregado tierras a cerca de un millón de familias en 20 años. Aunque la agricultura familiar ocupaba un área total de 110 millones de hectáreas, equivalentes al 45% de las tierras en manos de grandes propietarios, el valor bruto de producción de representaba 62,6 % del generado por los grandes propietarios, lo que constituye una ventaja productiva sobre éste  (1).

De orígenes europeos, es el mayor de 11 hermanos, Alberto Broch es un pequeño agricultor del interior del Río Grande do Sul, de Alto Alegre, Brasil. Es vicepresidente de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura CONTAG.

Desde pequeño estuvo muy dedicado a la comunidad, a la iglesia. Se crió con sus hermanos en la cultura de la religiosidad; con valores fuertes como la familia y el trabajo, con abuelos y padres muy pobres. Los 11 hermanos tuvieron que trabajar, luego algunos estudiaron y otros como Alberto continuaron en la finca.

En 1983 fue elegido para ser parte de la directiva del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras del Agro del municipio, desde esa fecha ha continuado una carrera ininterrumpida como dirigente sindical.

Desde la óptica de la CONTAG ¿Cuáles son los problemas centrales de su sector?

Pensamos que estamos encerrados en un modelo de desarrollo perverso que en los últimos 50 años expulsó a millares de personas del campo, quienes perdieron sus tierras y han debido emigrar a las ciudades. Ellos han sido explotados por este modelo que consolidó la agro-industria.

Creemos que es posible un modelo de agricultura sustentable, que cuide el medio ambiente, los modos de vida; que exporte, ¿por qué no?, pero basado en un sistema de agricultura familiar que garantice la continuidad de nuestra cultura.

¿Qué avances se han logrado en Brasil?

Hemos dado pasos importantes, tenemos los Ministerios de Agricultura y de Desarrollo Agrario. Tenemos un grupo de más de 4 millones de agricultores que, con todas las dificultades, son responsables de más del 40% del PIB.

Pero también necesitamos programas sociales y de desarrollo, porque el campo se esta quedando sin mujeres, nos falta educación, políticas de sustentabilidad. Falta mucho, pero hemos negociado y estamos avanzando.

¿Qué pasa en Brasil con el acceso a la tierra?

Tenemos muchos asentamientos, fruto de la desapropiación de la tierra, hay muchos casos exitosos y otros no tanto, porque esta reforma agraria es una política publica que no considera a la tierra como elemento tan central. Aún hay personas sin tierra, la lucha continúa.

En la CONTAG tenemos 80 mil personas acampando en varios Estados, gente que quiere tener sus tierras. Durante los últimos gobiernos, incluso en el de Luiz Inácio Lula da Silva persiste la necesidad de reforma agraria, pero con políticas públicas, con acceso a crédito, capacitación, asistencia técnica, organización, etc.

¿En el marco del MERCOSUR, hay articulaciones entre movimientos sociales de su sector?

El año 1994 el presidente Collor de Mello firma el Tratado de Asunción, que consagra la creación del Mercado Común del Sur MERCOSUR. No sabíamos qué iba a significar eso, pero comenzamos a organizarnos, así creamos la Coordinadora de Organizaciones de Productores Familiares del MERCOSUR, COPROFAM, en la que participan 11 organizaciones de la región. Antes de eso sólo los grandes empresarios se sentaban a la mesa con el gobierno, no nos tomaban en cuenta, no existían mecanismos de participación, no había interlocución.

¿Cómo ha variado esa situación?

Con el surgimiento de la COPROFAM, empieza una lucha de reconocimiento, para hacer visible el tema de la agricultura familiar y diferenciarnos. Hoy existe un espacio de debate, una instancia para discutir las políticas públicas. Ése es nuestro gran logro, la creación de la Reunión Especializada de Agricultura Familiar REAF.

Diez años de gestiones por parte de la COPROFAM lograron generar este órgano asesor del MERCOSUR. Se asegura además, la participación de otras organizaciones de agricultores familiares y campesinos de cada país. La COPROFAM articula a sus asociados para garantizar una participación efectiva.

¿Qué problemáticas se discuten en la REAF?

Temas como el seguro agrícola, las asimetrías del MERCOSUR, la agricultura familiar, la necesidad de políticas públicas en todos los países, no solo en uno, acceso a los mercados, ponemos en la mesa ciertos temas y damos recomendaciones para el Grupo Mercado Común GMC ( órgano ejecutivo del MERCOSUR).

¿Han cambiado las formas de lucha?

Antes estábamos siempre en la calle y hacía mucho tiempo que necesitábamos algo más institucional. Ahora estamos en ambas cosas, en la calle y en la mesa, la democracia se ha visto fortalecida con los nuevos gobiernos, porque están más abiertos al dialogo, han generado espacios y queremos aprovecharlos. Hay un desafío también, el de no aliarse, de mantener la autonomía, en la CONTAG por ejemplo, negociamos pero tenemos toda la independencia para hacer nuestras movilizaciones responsablemente. Debemos utilizar los espacios de una buena manera, y como organizaciones sociales sabemos que la movilización es un instrumento muy importante para conseguir las cosas.

¿Cómo han evolucionado las organizaciones en este nuevo escenario?

Hemos fortalecido nuestras organizaciones, las hemos hecho fuertes, representativas, autónomas, eso es vital. Aunque en la COPROFAM respetamos la autonomía, luchamos por el fortalecimiento de las organizaciones.

¿Cuál sería el aporte de una alianza con los pescadores?

Este es un momento muy interesante, las políticas de Estado están hechas para el modelo exportador. Estamos luchando contra ese modelo, que busca acabar con la agricultura familiar y la pesca artesanal. Las realidades son comunes entre los pescadores y los campesinos de nuestros países, tenemos que generar pautas de trabajo en conjunto para avanzar en nuestros procesos.

Comentario: La creación de la REAF es una muestra de cómo es posible articular un sistema de regulación de la sociedad, desde lo local a lo global. La aceptación por parte del MERCOSUR es un indicador de un nuevo impulso en la región, más abierto a la participación y al escrutinio de la sociedad. La gobernanza surge como un reto por cuanto favorece la legitimidad, la democracia y la eficacia de los sistemas de regulación pública.

Por otra parte, la incorporación de las organizaciones como un órgano asesor de los gobiernos es muestra de la madurez que han alcanzado, presentándose no sólo como movimientos contestatarios, sino con propuestas.

Cabe preguntarse si éste es un modelo replicable en otras áreas de la sociedad y si los gobiernos de la región tienen la fuerza y la disposición suficiente como para negociar con todos los actores de la sociedad sus políticas públicas.