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México transparente

La participación de la sociedad en el combate a la corrupción

Marcos ALMADA

08 / 2005

Año con año, la organización no gubernamental, Transparencia Internacional publica y difunde un listado de países donde se califica el nivel de corrupción de cada uno de ellos. En el 2004, México resultó estar en la posición 64 de un total de 145 países, con una puntuación de 3.6 en una escala de 10. Es evidente que de acuerdo a dicha encuesta, el país está por los suelos en cuanto a transparencia se refiere. El México de hoy está lleno de corrupción, o por lo menos eso se percibe. Los noticiarios difunden y denuncian sólo lo que está a su alcance y aún así, las notas relacionadas con acontecimientos de corrupción aparecen diariamente.

La medición que hace Transparencia Internacional refleja no sólo las anomalías a nivel político y gubernamental sino también de menor escala. Las “mordidas” (término usado popularmente en México para hacer referencia a la extorsión por vía del dinero) ocurren en prácticamente todos los niveles e incluso a veces son necesarias para poder concluir algún trámite, desde comprar calificaciones en las escuelas hasta los multimillonarios sobornos políticos. “El que tranza, avanza” dice el dicho popular. La cultura mexicana a veces aparenta estar a favor de los actos de corrupción y de ilegalidad, sin embargo, desde hace relativamente poco se está haciendo un gran esfuerzo por cambiar esto.

En una pequeña casa del barrio de Coyoacán en la Ciudad de México acondicionada como oficina, se encuentra la sede de Transparencia Mexicana, A.C., capítulo nacional de Transparencia Internacional. En este modesto inmueble, actualmente se están gestando grandes cambios que muchos mexicanos ignoran. En esta organización ciudadana hay una gran fuente de luz y optimismo que está propiciando importantes cambios en la forma de construir una democracia. En 1999 un grupo de ciudadanos conscientes de la problemática que genera la corrupción en todos los niveles, decide unir esfuerzos para combatir de forma íntegra este flagelo social. Así nace Transparencia Mexicana, como un órgano independiente que regula y vigila que se respeten los valores de democracia y legalidad. “Nuestro papel es mostrar, con los escasos recursos de la sociedad civil y un poquito de ingenio, que es posible construir esa nueva relación de confianza y beneficio mutuo entre gobernantes y ciudadanos”, comenta Eduardo Bohórquez, Director del Capítulo Nacional de dicha institución.

Después de más de setenta años bajo el gobierno de un mismo partido político, el paso más evidente y obligado en México en cuestiones de transparencia fue alcanzar la democracia electoral. Una vez alcanzado este objetivo en las elecciones presidenciales del 2000, el reto de conservar y vivir la democracia resultó ser mucho más complejo. Es decir que la democracia no sólo se vive en las urnas sino que se practica diariamente. El ejercer la democracia y la transparencia está ligado a una cuestión cultural que se manifiesta en los hábitos diarios, independientemente del nivel socioeconómico de que se trate. El respeto a la legalidad y a la justicia se transmite como muchos otros valores a través de la educación y el ejemplo. “La corrupción es inherente a todas las culturas, aunque algunas han permitido que ésta se vea como algo cotidiano o, para decirlo claramente, como algo relativamente normal. De acuerdo con los estudios que hemos realizado (Transparencia Mexicana), la sociedad mexicana distingue perfectamente los actos legales de los ilegales, los íntegros de los corruptos, pero decide participar de la corrupción por que cree que esa es la forma de avanzar y ganar en este sistema.”, asegura Eduardo. Por lo tanto, el problema a resolver no es ético sino práctico, se trata de hacer que el sistema funcione sin corrupción y convencer a las personas de que existe otra alternativa.

Para lograr el cambio, Transparencia Mexicana ha implementado varias herramientas de diagnóstico y de combate a la corrupción. El primer paso es la medición, para esto, cada dos años se elabora la Encuesta Nacional de Corrupción y Buen Gobierno, la cual analiza por casos y experiencias la incidencia de la corrupción. Lo interesante es que ésta se realiza con respecto de 38 servicios públicos distintos y de esa manera se pueden localizar de forma muy específica las áreas con más brotes de actos ilegales. Otra ventaja de dicha encuesta es que se evalúa por separado a cada entidad federativa (la República Mexicana está dividida en 31 Estados o entidades federativas más el Distrito Federal) y así se puede tener una percepción geográfica de los brotes de corrupción.

Medir al gobierno no es suficiente, las grandes corporaciones juegan un papel cada vez mayor en la construcción del país. Por ello es indispensable tratar con el mismo rigor a dichas empresas. El Índice Mexicano de Reputación Empresarial (IMRE) es un instrumento de medición que también realiza Transparencia Mexicana junto con la empresa Consulta Mitofsky para evaluar el desempeño de las empresas por mantenerse dentro de la legalidad y el compromiso social.

Por otra parte, esta institución se preocupa no sólo de hacer mediciones y difundir la información obtenida sino de tomar un papel activo en el respeto de la legalidad. Como organismo independiente, tiene la ventaja de estar libre de cualquier compromiso económico o político. Por eso mismo ha fungido en varias ocasiones como observador o interventor, tanto en eventos políticos públicos como empresariales. Desde la licitación del proyecto del tren suburbano en México D.F. hasta la observación de la elección de los precandidatos presidenciales. Transparencia Mexicana se ha convertido junto al Instituto Federal Electoral (IFE) en un bastión del respeto a la legalidad y se ha ganado la confianza de un gran sector de la sociedad. Un caso que ejemplifica esto es la petición de la comunidad de Azcapotzalco (en el Valle de la Ciudad de México) hecha a la institución para observar y validar la habilitación de un parque donde hasta hace poco existía una refinería de Petróleos Mexicanos (PEMEX). La decisión del gobierno de cerrar dicha refinería de ocho hectáreas y transformarla en un parque se dio por demanda de la comunidad y Transparencia Mexicana fue la responsable de constatar que esto se llevara a cabo de manera clara y justa.

Cambiar la percepción de los mexicanos no resulta sencillo y muchas campañas se han hecho para sensibilizar y crear conciencia en el grueso de la población. Tal es el caso de las campañas del Consejo de la Comunicación, Voz de las Empresas, organización privada financiada por varias corporaciones importantes en el país. Sus campañas se basan en la comunicación masiva para fortalecer los valores que consideran importantes. No sólo por la cuestión moral, sino también por la económica. “En muy buena medida se trata de ilustrar cómo al final de la cadena, la corrupción nos resulta más costosa. Tan sólo para que se recolecte la basura, los hogares mexicanos pagaron más de mil millones de pesos en mordidas durante 2003, lo que significa que aunque pensemos que sólo son 10 pesos (aproximadamente $1 dólar), al final los costos de la corrupción se vuelven inaceptables” señala Eduardo. De acuerdo a un estudio realizado por el Consejo de la Comunicación, en México un 12% del PIB se pierde en actos de corrupción.

La formación social que organismos privados intentan crear es muchas veces resultado de una falta de credibilidad en las instituciones públicas y del papel cada vez mayor que la sociedad civil mexicana ha tomado como mediadora de los procesos políticos y económicos. “El respeto a la integridad y los valores democráticos no es nuevo… Lo nuevo es que existen organizaciones intermedias que más allá de los espacios institucionales de mayor tradición, los partidos políticos, el Congreso, el Ejecutivo Federal, han decidido participar en una lucha por valores, principios y prácticas que en el largo plazo nos convienen a todos”, comenta Eduardo. “El proceso de modificar la cultura a favor de la legalidad también se está compartiendo entre gobierno y sociedad.. Mientras el país considere que los exitosos son los pillos que no son descubiertos, y que se puede vivir impunemente, hay una especie de carrera a favor de la ilegalidad y la corrupción.” El cambio del sistema debe ir a la par del cambio de conciencia.

La presión que ejerce la sociedad civil y los esfuerzos de varios políticos han permitido que el gobierno mexicano esté obligado a rendir cuentas claras a la población. Por ejemplo, en junio del 2003 entró en vigor la Ley de Transparencia, la cual pone a disposición de los ciudadanos toda la información del sector público, incluyendo los tres poderes de la Unión. Gracias a esta ley la sociedad puede estar al tanto de todo el acontecer político, desde las remuneraciones y sueldos de los funcionarios, hasta los resultados de las distintas auditorías hechas a las oficinas del gobierno. El organismo encargado de regular que esto se lleve a cabo es el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI) que al igual que el IFE funciona de manera descentralizada y autónoma. El fortalecimiento de ambas instituciones representa un gran esfuerzo por parte del gobierno por mantener una cultura de transparencia y legalidad.

Sin embargo falta mucho por hacer. El año 2006 va a ser sin duda un año conflictivo y lleno de tensión simplemente porque se celebran elecciones presidenciales. Los ojos de millones de mexicanos van a posarse sobre Transparencia Mexicana. De hecho su trabajo ya ha comenzado en esta contienda electoral al supervisar las elecciones internas de los precandidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) el cual gobernó a México durante más de 7 décadas. Eduardo Bohórquez asegura que Transparencia Mexicana tan solo va a poner su granito de arena ya que es tarea de la sociedad ver que la transparencia impere.

En Latinoamérica parece haber un mal común en torno al tema de la corrupción. Los gobiernos autoritarios del pasado dejaron una huella de impunidad muy difícil de borrar, las historias de corrupción se repiten una y otra vez. Si se repite lo negativo, tal vez también se pueda reproducir lo positivo. “La democracia electoral mexicana es de las más avanzadas de la región. Los órganos electorales y las instituciones operando son buenos bastiones de una democracia de mayor calidad”, asegura, y añade que “en términos de corrupción, nuestra tarea pendiente es todavía mayor. Nos hace falta remontar nuestro penoso lugar 64 del mundo y acceder con buen paso al nivel que nos corresponde.” Y después hace referencia al buen ejemplo que nos ha dado Chile al obtener la posición 14 en la lista de Transparencia Internacional.

El futuro de México aparenta estar cambiando rápidamente, sin embargo para Eduardo el simple cambio no basta: “El país se está moviendo y rápido. Mucho más rápido de lo que nuestros ojos pueden apreciar Nos hace falta algo más que un proyecto alternativo de nación, nos hace falta un proyecto de nación.” Y lleno de optimismo termina diciendo: “Nos sentimos orgullosos, y con razón, de nuestro pasado. Pero nos cuesta mucho sentir que podemos alcanzar el futuro que nos propongamos. Y se puede. De eso no hay ninguna duda.”

Palabras claves

integración regional, lucha contra la corrupción, derecho y democracia, gobernanza, ONG internacional


, México, América Latina, Ciudad de México

dosier

Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México

Comentarios

La tarea que realiza Transparencia Mexicana es sin duda ejemplar. Con pocos recursos y con mucha disposición se puede lograr que algo tan arraigado culturalmente como la corrupción pueda empezar a desaparecer. Los voluntarios que hacen posible que el organismo funcione ampliamente representan la voz del cambio. Es gente que aún cree en que existen posibilidades para un buen futuro. El gobierno mexicano ha empezado a dejar de tener el perfil de una figura paterna y la sociedad empieza a tomar las riendas de su propio camino. Sin embargo, el cambio hacia la democracia deberá darse de manera íntegra. Como mencionó Eduardo, la labor de las organizaciones no gubernamentales es tan sólo un granito de arena.

No basta con demandar, la democracia se vive, tanto en la vida pública como en la privada. Gandhi decía que no hay que buscar el camino hacia la paz, sino que la paz es el camino. La democracia funciona de la misma manera ya que paz y democracia son hermanas.

Latinoamérica nunca ha terminado de ponerse de acuerdo en un proyecto común y difícilmente lo hará si los mismos países no trabajan en una visión propia y colaborando mutuamente. Si nuestras culturas comparten tantas similitudes, las soluciones a nuestros problemas pueden también ser afines. Solamente con la unión de la sociedad, el gobierno y las corporaciones, los valores tan esenciales de justicia y honestidad van a materializarse en una cultura que viva realmente el ideal de democracia. La cultura es algo que se hereda y se aprende, sin embargo no debemos estar limitados por ésta, escojamos lo que nos favorece y dejemos atrás lo que nos perjudica para así ser un poco más libres.

Notas

Más información en www.tm.org.mx, www.transparency.org; Consejo de la Comunicación, Voz de las Empresas: www.cc.org.mx; IFAI: www.ifai.org.mx.; IFE: www.ife.org.mx. Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.

Fuente

Entrevista

Texto original basado en una entrevista realizada a BOHÓRQUEZ, Eduardo, Director de Transparencia Mexicana, capítulo nacional de Transparencia Internacional. Tel. (52-55) 5659-4714

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