El ideal de la globalización frente a la realidad mexicana
07 / 2005
Los abuelos siempre tienen grandes historias que contar, pero a veces no hay nadie que desee escucharlas. La sabiduría sólo llega con la experiencia y la madurez. Pero tal vez el mundo actual ya no desee esa sabiduría. ¿Son una carga los viejos para las sociedades modernas y tecnológicas? ¿A qué aspira el colectivo social al abandonar a los viejos? ¿Cómo se llena este vacío? Esta ficha no sólo pretende explorar dichas preguntas, sino intentar descubrir cuál es el modelo a seguir de los jóvenes mexicanos y las repercusiones que este tiene sobre la cultura.
Estas preguntas me nacieron poco a poco, al ir observando los roles sociales de distintas personas mayores. El primer impacto lo tuve en la sierra de Oaxaca, donde estuve por un tiempo. La sierra de Oaxaca se encuentra en el sur de México y es una de las zonas de mayor presencia indígena en el país. También es una zona muy pobre y aislada del resto. La comunidad que visité se llama Piedra de Casa y su población no rebasa los 500 habitantes. Su economía se basa en la agricultura de temporal, como la mayoría de los poblados en México. Lo interesante de este tipo de comunidades oaxaqueñas es que se rigen por el sistema de “usos y costumbres”. Esto quiere decir que ellos mismos pueden elegir su forma de gobierno y a sus propios representantes, sin la participación de los partidos políticos. La forma de gobierno local no se basa en una legislación escrita sino tradicionalista. En este caso, su gobierno estaba conformado por una audiencia de ciudadanos que se rotan el cargo de representante. Periódicamente realizan juntas para tomar democráticamente las decisiones importantes de la comunidad.
Una de las personas que conformaban la asamblea era un señor mayor, cercano a los setenta años de edad (es difícil calcular sus edades debido a la ardua vida que llevan). Este señor no era el representante en turno, sin embargo me llamó la atención como sus comentarios generalmente eran los primeros en ser tomados en cuenta. Siempre se demostraba un gran respeto hacía su juicio y en cierta forma era la autoridad moral de la comunidad. Incluso se sintió responsable de mi bienestar y tomó la responsabilidad de darme aposento.
De vuelta a la Ciudad de México todo me parecía muy distinto. Pronto me puse a pensar sobre las personas mayores que viven en centros urbanos. México es un país con una arraigada tradición familiar donde el individualismo no parece ser tan exacerbado como en sociedades de Europa o Estados Unidos. Es muy común que los abuelos vivan con el resto de la familia. De hecho los asilos muchas veces son considerados como lugares de abandono y olvido familiar. Sin embargo esa calidez familiar tiene sus límites. En el Distrito Federal me costó trabajo encontrar espacios destinados para los mayores. Pero lo más notable fue no encontrar su participación comunitaria en los centros urbanos. En las ciudades, los viejos han perdido su función. Entonces me pregunto. ¿Qué es lo que sucede en las urbes que no ha sucedido aún en el mundo rural?
El uso de la tecnología tiene un papel determinante en dicho fenómeno. El rápido avance de la tecnología electrónica e informática ha creado un puente generacional enorme. Las habilidades tecnológicas con las que son educadas las nuevas generaciones y el mundo cada vez más computarizado segregan a las generaciones anteriores, volviéndolas inútiles. El mundo globalizado de las urbes se aleja cada vez más de su pasado costumbrista y tradicionalista, mientras el mundo rural avanza a un ritmo mucho menor.
Ahora, vivimos literalmente en un país de jóvenes. México es una sociedad mayoritariamente joven, con una edad media de 22 años. Pero sobre todo hay un anhelo generalizado de prolongar la juventud. Estos dos factores están totalmente relacionados y se les suman otros más que provocan dicho anhelo.
El sistema capitalista en que se sostiene el mundo urbano es un factor determinante. Si retomamos que la población es mayoritariamente joven, es obvio que el mayor impulso mercadológico estará encaminado a dicho sector. Las campañas publicitarias utilizan un lenguaje verbal y simbólico casi exclusivo de la sociedad juvenil. Este segmento poblacional parece haberse apropiado de gran parte del quehacer cultural y se puede notar sobre todo en los medios, la diversión, los discursos, la ética, la estética y los valores culturales. Junto al nuevo concepto de juventud ha llegado el valor por lo inmediato, lo sano, lo espontáneo, lo práctico, lo sorprendente. Es la cultura de lo superficial, de lo ligero, o “light”. De pronto hay una necesidad por permanecer joven, de ser parte de la imagen idealizada que ha creado la sociedad. Aparecen cientos de productos mágicos rejuvenecedores y los cirujanos plásticos llenan sus agendas otorgando alivios temporales para aquellos que pueden pagarlo. También la moral se vuelve menos rígida, hay más apertura aunque ésta no tenga un discurso. Se trata de vivir intensamente, como las campañas publicitarias nos lo dicen una y otra vez.
Hace tiempo que las figuras sociales importantes dejaron de ser los sabios eruditos, reemplazados por las impactantes y bellas estrellas del entretenimiento. El saber no es lo importante sino el saber entretener. La cultura en las urbes se ha vuelto inmediata, busca lo espontáneo y lo inmediato. Aquí está el éxito que han logrado los programas del nuevo género “TV Realidad”. La cultura posmoderna tiene como una de sus bases la imagen visual. Los medios enfatizan en su mayoría lo estético, lo llamativo y no la razón ni los argumentos políticos o ideológicos. Lo viejo por lo tanto, no resulta atrayente en un panorama semejante.
Incluso la política mexicana se encuentra contagiada por dicha actitud. Cada vez son más los jóvenes que incursionan en el ámbito político. Pero lo interesante es que ahora se utiliza el concepto de juventud como una estrategia de proselitismo. El caso más evidente es el del PVEM (Partido Verde Ecologista de México; con una importante presencia en el Congreso) cuyo Presidente no supera los 35 años de edad, al igual que muchos de sus miembros.
A diferencia de muchos otros valores culturales, la juventud es algo a lo que no se puede aspirar, simplemente se tiene y se deja de tener a medida que avanza la edad. Los que no la tienen pueden sentirse segregados y acomplejados, casi siempre a nivel inconsciente. Los síntomas pueden manifestarse en ese afán de conservar el cuerpo, de mantenerse libre de compromisos y en una relajación de los valores éticos, entre otros.
¿Pero qué sucede con los que si tienen esa juventud? No basta con ser joven claramente pues el ideal de juventud también tiene sus matices y complejidades. Otro fenómeno que influencia a la juventud mexicana, como a la de muchos otros países con herencia colonial, es que la estructura social está fuertemente ligada al factor racial. La raza de los colonizadores generalmente ocupa el estrato social más alto. Por quinientos años esto ha sido una realidad en México, así como en la mayor parte de Latinoamérica. La herencia europea se contrapone a la indígena en un nivel socioeconómico muy claro, la primera siendo considerada refinada y culta mientras la segunda popular y a veces hasta folclórica. Y aunque la configuración económica de la sociedad ha cambiado recientemente al volverse más dinámica y fluida, el estigma racial permanece. Esto es más que evidente en el lenguaje cotidiano. La apelación “güero” (como se le llama en México a las personas rubias) contiene una connotación marcadamente distinta a la palabra “moreno” y ya no digamos a la palabra “indio”, la cual está cargada de una connotación peyorativa. Lo “indio” es, para muchos, sinónimo de primitivo, burdo e ignorante.
Sin embargo en México el racismo se manifiesta de una manera sutil y quizás no de forma tan activa como en otras partes del mundo. El racismo que se vive diariamente en México rara vez se manifiesta de manera violenta y programada. Entonces, la cuestión racial en México es parte inherente de la cultura o del conjunto de culturas que conforman la identidad nacional. Está en nuestro inconsciente colectivo. En la actualidad, los jóvenes son bombardeados con ideas contradictorias. La publicidad y los medios de comunicación promueven una imagen de origen europeo. El análisis de los contenidos televisivos revela que prácticamente todas las imágenes presentadas evocan a un modelo claramente caucásico. Actores, modelos y presentadores, son todos blancos. Incluso, en México muchas de las estrellas de la televisión popular son importadas de Argentina o Venezuela para dar el semblante europeo. La publicidad visual enfatiza aún más esta cualidad ya que la mercadotecnia vende estilos de vida y conceptos, no solamente productos.
Además, gran cantidad del contenido presentado incluso en televisión abierta es de origen estadounidense, o se encuentra claramente americanizado, evocando una idea de México que no existe más que en pequeñas cantidades. La preferencia por lo occidental es evidente y los más influenciados son precisamente los jóvenes por ser los más atacados por la publicidad y por ser los más ansiosos de recibir esa información. La sociedad mexicana no sólo quiere ser joven, quiere ser occidental y globalizada. Curiosamente la reciente apertura al mundo que está viviendo México le ha permitido dar movilidad a sus pesadas estructuras tradicionalistas. Ha permitido que nos cuestionemos nuestra identidad y que se inculquen nuevos valores como la tolerancia y la libertad de autodeterminación. Pero por otro lado, el ideal de juventud está dando pie a la extinción de muchas prácticas y sabiduría tradicional. Y el ideal de ser occidentales caucásicos es algo que simplemente se encuentra ajeno a nuestra realidad.
En la sierra de Oaxaca, hubo una cosa que llamó mi atención. Prácticamente en todas las viviendas de la comunidad había como mínimo un televisor y gran parte de ellas coronaba su rústico techo con antenas de recepción satelital. Muchas de estas viviendas carecen de agua corriente, refrigerador (nevera) y gas para cocinar. Sin embargo el ideal del joven blanco llega directo y a todo color. Los jóvenes en estas comunidades van perdiendo poco a poco ese respeto por la sabiduría de los viejos, por la tradición y por el legado de sus antepasados. El ejemplo más claro es la pérdida de las lenguas indígenas. Cada vez son más los hijos de campesinos que sueñan con ser técnicos computacionales y hablar inglés.
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, México, América Latina, Estados de Oaxaca y Morelos
Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
La globalización que se difunde por los medios de comunicación y por la tecnología imprime valores culturales nuevos incluso en poblaciones remotamente alejadas. En México, las grandes distancias, lo abrupto del terreno, el rezago económico y la centralización de la ciudad capital, mantuvieron por siglos en completo aislamiento a miles de comunidades. Esto permitió la conservación de muchas de sus tradiciones y valores culturales. Ahora que no sólo están en mayor contacto con el resto del país sino con el mundo capitalista, sus deseos de pertenecer a éste se desbordan en las nuevas generaciones, ávidas por manejar la tecnología y ser parte de la sociedad de la información. Sin embargo, la información segmentada genera percepciones erróneas y crea anhelos falsos. Es probable que muchos de estos jóvenes piensen satisfacer dichos anhelos al migrar a los Estados Unidos. Finalmente la imagen de éxito que conocen está asociada al estilo de vida norteamericano, el cual se presenta como mucho más individualista y hedonista.
Alcanzar el ideal del joven caucásico presenta un sinfín de obstáculos para la sociedad mexicana. Quizá nos iría un poco mejor si escucháramos un poco más a nuestros abuelos. Además, si no le quitamos la etiqueta del folclore a esa sabiduría, lo indígena permanecerá muerto, detrás de una vitrina de un museo.
En relación al resto de Latinoamérica, México resulta ser una de las culturas mayormente influenciada por los valores y la estética estadounidense. Al mismo tiempo, México es un foco cultural latinoamericano. Gran parte de los contenidos televisivos difundidos por Latinoamérica parten de este país. En cierta forma existe una gran responsabilidad hacia el resto del continente. Geográficamente es el primer filtro de la invasión cultural norteamericana. En lugar de perderse en el sueño americano debería haber un despertar a la realidad latinoamericana.
Para información demográfica de México consultar www.inegi.gob.mx Para información sobre el PVEM, www.pvem.org.mx Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
Investigación
Texto original basado en observación de campo en la Ciudad de México, Morelos y Oaxaca.
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