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diálogos, propuestas, historias para una Ciudadanía Mundial

Quedarse de este lado de la frontera

La ruptura familiar causada por la migración

Marcos ALMADA

07 / 2005

Isela migró de su pueblo en el Estado de México a la ciudad de Cuernavaca (capital del estado de Morelos, al sur de la ciudad de México) para casarse con Fernando. Fernando tuvo que migrar a los Estados Unidos para poder mantener a sus dos hijos, Juan y Ana. Esta es una historia común en México y no es raro escuchar casos trágicos de las personas que intentan cruzar al país del norte. Sin embargo pocas veces escuchamos las historias de las personas que se quedan de éste lado como lo es el caso de Isela. Ella es una mujer pequeña pero fuerte, cercana a los cuarenta años de edad. Su piel es muy morena y sus ojos son grandes y negros. En su boca siempre hay una gran sonrisa.

Isela confiesa que cuando llegó a Cuernavaca no sabía hacer nada para ganarse la vida. Pero ella y su nuevo marido tuvieron suerte al conseguir un trabajo de jardineros y cuidadores de un modesto conjunto de casas en condominio. Pronto Isela fue aprendiendo el oficio de la jardinería y a ser una buena ama de casa. Pero al tener hijos, los gastos aumentan, los sueldos prácticamente no suben y es entonces cuando la opción de migrar resulta más interesante.

La vida de Isela cambia mucho desde que un amigo de su marido les cuenta sobre las ventajas de vivir en los Estados Unidos. Como la mayoría de los casos de migración, la principal motivación que tuvieron fue económica. “En México nunca es suficiente lo que se gana, apenas se tiene para ir pasándola”, comenta.

Desde un principio la pareja sabía de los riesgos que se corren al intentar cruzar ilegalmente la frontera. Es por esto que Isela desistió de seguir a su marido, aunque apoyó la idea de que él partiera. Ella se quedó a cargo de sus dos hijos, de 13 y 11 años respectivamente y del trabajo en el condominio Era la primera vez que se quedaba sola y a cargo de una familia. Al partir Fernando, ocho días transcurrieron sin tener noticia de su marido hasta que finalmente recibió su llamada desde Phoenix, Arizona; eran buenas noticias. La siguiente llamada llegó un par de días después desde Chicago, Illinois. Fue la primera de muchas llamadas que recibiría los próximos cuatro años en los que su marido no volvió (por el gran costo que esto representa). Cuatro años que Juan y Ana no vieron a su padre, casi toda su adolescencia.

“Lo primero que se va perdiendo es la confianza” comenta respecto a su situación, Después de tanto tiempo, las cosas van cambiando y a veces nunca vuelven a ser las mismas. Agrega que primero hay un sentimiento de vergüenza, sobre todo cuando una mujer se presenta sin marido ante la sociedad. Después una sensación de abandono, que se hace más evidente en los hijos. Finalmente llega la aceptación de la ausencia, aunque siempre es difícil que el padre no esté en los momentos importantes. “Al final esa persona se vuelve solamente una voz detrás del teléfono”, añade. La dinámica familiar se modifica por completo porque la autoridad del padre se desvanece y los hijos lo notan y lo aprovechan.

Finalmente, después de tantos años llega el momento en el que el padre regresa. ¿Qué sucede entonces? ¿Cómo se desenvuelve la familia después de estar desunida tanto tiempo? El padre que regresa es ahora una persona ajena y a la familia le cuesta mucho trabajo volverse a estabilizar. Curiosamente el ambiente familiar, es mejor cuando el padre se encuentra en Estados Unidos, dice Isela. “La verdad es que ya nos habíamos acostumbrado a vivir sin él”. A su relación matrimonial, que de por si siempre tuvo problemas, ahora habría que sumarle un par de hijos adolescentes rebeldes.

En cuanto a los cambios que trae consigo la separación, Isela comenta que Fernando se volvió mucho menos machista en el sentido de que ya no dependía tanto de ella en asuntos del hogar. “Esto es porque en Estados Unidos no se tiene a nadie que lo ayude, cada quien ve por sí mismo”, añade. Sin embargo, el marido que vuelve a su hogar en México hace un gran esfuerzo para recuperar su autoridad, aunque la confianza está quebrada y los hijos ya no quieren obedecer sus órdenes, lo que crea mayores roces.

Dos años pasaron para que Fernando decidiera volver de nuevo a los Estados Unidos, ahora a Florida y posteriormente a Tennesse, donde actualmente se encuentra, trabajando en la construcción como obrero.

Así las cosas volvieron a estabilizarse, pero siempre a costa de algo. A Isela le cuesta trabajo decirlo, pero finalmente aparece el tema de la infidelidad. Ella confiesa que le parece imposible que una persona y en especial un hombre pueda ser fiel de lejos durante cuatro años. No puede evitar pensar que él está conociendo a otras personas. Sin embargo asegura estar tranquila y no piensa preocuparse por eso. Cuando se le pregunta respecto a la percepción que el marido tiene sobre la infidelidad, Isela comenta que lo desconoce por completo; pero después acepta que su esposo se pone furioso cuando habla a casa y no hay quien le conteste. Como si esto fuera un medio de control.

Por otra parte Isela comenta que el día anterior a la entrevista ella había asistido a un retiro religioso, cosa que jamás habría hecho si Fernando estuviera ahí. Desde que su marido no está, la religión ha tomado más importancia para ella. Ahora es parte de un grupo que quiere aprender sobre religión y cómo llevar una vida con valores cristianos. Dice que esto le ha ayudado mucho a mantenerse fuerte y segura. Aparte de esto, se ha logrado mantener independiente de su marido en cuestión económica al conservar su trabajo. Esto la hace pensar menos en él y en no sentirse abandonada. Varias amigas suyas que no han logrado esta independencia y cuyos maridos también se han marchado al otro lado de la frontera, se la pasan pendientes de lo que ellos les dicen por teléfono. Isela ha logrado separar su vida personal de su matrimonio y confiesa que esto no lo hubiera podido lograr si su marido estuviera presente.

Muchos de los jóvenes que parten a los Estados Unidos, no sólo lo hacen por necesidad sino también por curiosidad o por seguir el ejemplo de los mayores. Otros lo hacen para salirse de sus hogares. A un sobrino del marido de Isela se le metió la idea en la cabeza de irse con su tío para “el otro lado” (como comúnmente se le dice a los Estados Unidos en México). Pero era porque su madre estaba divorciada y el ambiente familiar de su hogar es muy malo”, asegura Isela. Al llegar a los Estados Unidos, el sobrino pronto se dio cuenta de que no era precisamente el refugio que buscaba. El trabajo es duro y cada quien tiene que ver por sí mismo. Allá se gana más, pero se sufre más. Lo malo es que una vez allá, “no hay de otra”, no es posible regresarse porque hay que pagar el dinero que se les prestó para pagar al “coyote” (persona que ayuda a los emigrantes ilegales a cruzar la frontera). En este caso, el “coyote” cobró a cada persona $1,800 dólares por llevarlos hasta su destino final.

Hoy, Juan ya ha salido de la adolescencia y con 22 años cree que ya está en edad para casarse, pero piensa que para eso se necesita mucho dinero. A él siempre le costó trabajo la escuela y su trabajo de taxista no le da lo suficiente, o por lo menos no lo que él considera suficiente. Con el padre en Estados Unidos, la solución más evidente es migrar al igual que él. Para Isela, la historia vuelve a repetirse. Contrario a lo que pensó cuando se fue por primera vez su marido, no quiso que su hijo se fuera, sin embargo no hubo mucho que pudiera hacer para evitarlo. Dejar que su hijo partiera fue difícil, sobre todo el momento del cruce, cuando su vida está realmente en peligro. Cuatro veces intentó cruzar Juan hasta que finalmente logró que la policía migratoria no lo agarrara. En cada una de esas veces, Isela no hacía otra cosa más que rezar.

Una vez que Juan llegó con su padre, las cosas se tranquilizaron nuevamente. Pero la familia de Isela se encuentra desintegrada y esto es algo que le duele mucho. Ahora vive con su hija y su suegra; es un hogar de mujeres únicamente. Ana está por terminar la licenciatura en Derecho en una pequeña escuela privada. Sin embargo, para el pesar de su madre, ella tampoco está libre de la tentación de migrar a los Estados Unidos. Más que nada es por curiosidad, por saber cómo es allá. Isela está tajantemente en contra de que Ana se vaya, sobre todo porque los estudios de su hija no valen nada en los Estados Unidos. Ana quiere conseguir papeles para irse de forma legal, pero Isela sabe que eso es imposible. La única manera de que se le quite la tentación es yendo como ilegal. “Cuando vea como es la vida del otro lado, se va a dar cuenta de que allá se sufre también”, comenta.

Por su parte, Juan desilusionado se da cuenta que realmente no hay mucha diferencia en cuanto a ganancias. El problema es que allá se gasta mucho más, en especial en llamarle sin falta diariamente a su novia y futura esposa. En Estados Unidos todo cuesta y no se tiene a nadie para pedir ayuda. Para hacer de la estancia una ganancia hay que sacrificarse y vivir sin ningún lujo o capricho, es por eso que allá todo es más triste y aburrido, asegura Juan.

Aunque Isela ahora está convencida que esta experiencia es dolorosa para ella y su familia, ha hecho que su hijo madure y tome decisiones por sí mismo. “Cuando los hijos están en casa no valoran el dinero y el trabajo”, dice Isela. Pero por otro lado la vida familiar que siempre quiso ya no la tiene. Por su parte, la ausencia de su marido le ha permitido independizarse y dedicarle más tiempo a sus propios intereses. Y finalmente, lo más importante es que el dinero obtenido con el sacrificio de su familia le ha dado una educación superior a su hija Ana.

Por último Isela, con su gran sonrisa me hace hincapié en lo afortunada que es. Asegura que a pesar de no tener mucho dinero, Dios les dio salud y una buena familia. En esas fechas Fernando su esposo tuvo un accidente en el trabajo de construcción, en el cual labora con su hijo. Al no contar con seguro social por su condición de ilegal no tuvo más opción que cuidarse por sí solo, sin asistencia médica. Lo bueno es que su hijo Juan estaba ahí con él. Viendo su vida en perspectiva, Isela concluye que si por ella fuera, hubiera preferido que su marido no se fuera al otro lado esa primera vez.

Palabras claves

integración regional, migración, familia, mujer, desintegración social


, México, América Latina, Cuernavaca, Morelos

dosier

Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México

Comentarios

La historia de Isela encuentra un eco muy grande en todas aquellas historias de las personas que toman la decisión de permanecer, de no migrar. A veces este fenómeno se replica en comunidades completas donde prácticamente no hay varones, todos se han marchado y quedan literalmente pueblos de mujeres. Conforme pasa el tiempo, más mujeres y niños deciden unirse a este éxodo masivo. ¿Qué sucede con los pueblos y comunidades en México? Queda un gran vacío que nada puede llenar.

Es bien sabido que la sociedad mexicana tiene un arraigo familiar muy fuerte. A consecuencia de la migración, poco a poco se está desmoronando lo que por mucho tiempo ha sido la base social. Millones de niños crecen sin una figura paterna. Los hijos mayores esperan con ansia su oportunidad de emprender ese viaje. Los hermanos menores no tienen otra opción que seguir el ejemplo. La dinámica cultural se interrumpe abruptamente distorsionando para siempre la identidad de pueblos, comunidades y familias. Tristemente esto se repite en millones de casos, no sólo en México, sino en toda Latinoamérica.

Isela es una mujer con un espíritu inquebrantable, su sabiduría es impresionante. Sin embargo se trata de una mujer muy especial ya que una gran mayoría de mujeres e hijos viven la migración como un rompimiento familiar definitivo. Es evidente que el sentimiento de abandono crea en ellos un problema emotivo y de autoestima irreparable. Ante este fenómeno imparable e inmenso que es la migración, se necesita de una fuerza de voluntad tan fuerte como la de Isela, capaz de tolerar a nuestra familia latinoamericana deshacerse.

Notas

Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.

Fuente

Entrevista

Texto original basado en una entrevista realizada a Isela Figueroa, esposa de un emigrante mexicano que reside ilegalmente en Estados Unidos.

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