La gastronomía como patrimonio e identidad cultural de cada nación
07 / 2005
En el año 2002, la trasnacional de comida rápida McDonald’s, a través de una franquicia mexicana, intentaba abrir una nueva sucursal en la ciudad de Oaxaca, precisamente en el Centro Histórico de esta ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La ciudad de Oaxaca es la capital del estado del mismo nombre que se encuentra en el sur de la República Mexicana. Oaxaca es el estado con mayor población indígena en el país y uno de los más conocidos por el arraigo a sus tradiciones prehispánicas además de ser famoso por su tradición culinaria.
La historia fue complicada a la vez que vigorizante. Un movimiento ciudadano espontáneo se unió al Patronato Pro Conservación del Patrimonio Natural y Cultural de Oaxaca (ProOax, presidido por el pintor de origen oaxaqueño Francisco Toledo) manifestándose y haciendo pública su voz para que se negaran los permisos para el establecimiento de un nuevo McDonald’s en el corazón de la ciudad.
Al igual que el activista y líder campesino francés José Bové, quien desmanteló junto con su comunidad a un McDonald’s en señal simbólica de rechazo popular, Francisco Toledo convocó a una “tamaliza” (fiesta en donde se comen “tamales”, platillo típico mexicano hecho de harina de maíz y relleno de carne de pollo o cerdo) justo frente al lugar donde el restaurante trasnacional se pretendía instalar. En ese movimiento oaxaqueño anti-McDonald’s se lograron reunir alrededor de 10 mil firmas de protesta, así como el apoyo del Gobernador del Estado, José Murat, el Poder Legislativo Estatal y el alcalde de Oaxaca, Gabino Cué.
Si bien algunos manifestantes explicaban que, no necesitaban símbolos de trasnacionales estadounidenses localizados justo en el área donde se ubica una parte simbólica de la identidad cultural y las instituciones políticas, esta protesta no era una acción anti-estadounidense y no buscaba seguir esa lógica.
La protesta de ProOax es una lucha contra el libre comercio global que es promovido por el capitalismo, es sobre la lógica que sigue ese sistema económico; siendo entonces no una lucha contra un país específico, no en contra de un pasaporte, sino en contra la desnacionalización por la que atraviesa esta comunidad en su identidad, cultura y gastronomía; sin olvidar por supuesto la competencia desigual que presenta para los comercios ya establecidos.
El debate tampoco puede ser reducido exclusivamente a la confrontación gastronómica, pues tiene que ver con el patrimonio y herencia cultural de los oaxaqueños que puede verse ofendido o dañado. Un McDonald’s en la plaza central puede lastimar la imagen de la Ciudad de Oaxaca que tiene más de 450 años de historia, y de pasada llegar a insultar la diversidad gastronómica del estado, la cual es reconocida en México y el mundo por su gran riqueza y sabor.
Con respecto a la diversidad cultural que presenta Oaxaca, se pueden contar dentro de las lenguas habladas en su territorio a la mayor parte de las familias lingüísticas indígenas de México. En la ciudad de Oaxaca las formas, los colores, los vestidos, los olores y los sabores se manifiestan en la vida diaria de los habitantes, en el tipo de construcciones y por supuesto también en la comida que se vende en los mercados establecidos y ambulantes. El mercado de Oaxaca presenta una gran variedad de platillos, exóticos y tradicionales, entre los que se encuentran los tacos de chapulines, el “queso Oaxaca”, mole y sin olvidar la bebida típica, el mezcal.
Según cifras de McDonalds, en México existen 304 restaurantes de esta cadena, los cuales generan aproximadamente 11 mil empleos. Y si bien en esencia el debate originado en Oaxaca iba en contra de esta compañía, en la práctica se razonaba que ya existen establecimientos de McDonald’s en otras partes de la ciudad, lo cual es justo, pues representa inversión para el estado y creación de empleos. Sin embargo, se reclama que se instalen en otras zonas fuera del zócalo (plaza central de las ciudades y poblados mexicanos), pues hay lugares como el centro histórico que se deben de resguardar.
La petición de licencia para instalar el McDonald’s en el Portal Benito Juárez número 112, frente al zócalo oaxaqueño, fue promovida ante la autoridad municipal por la dueña del local, Josefina Díaz Huergo, el 3 de julio del 2002. Unas semanas después, el 18 de agosto, el pintor Francisco Toledo organizó la tamaliza de protesta en el zócalo, a la que siguieron diversas manifestaciones y la reunión de las miles de firmas de ciudadanos en oposición al proyecto. Como consecuencia de esto, se logró la negativa de otorgar la licencia por parte del Ayuntamiento, hecha oficial el martes 10 de diciembre de ese mismo año. Esta negativa fue calificada por Francisco Toledo como « un triunfo » de la sociedad civil y de las autoridades oaxaqueñas.
Este análisis que juzga perjudicial a los establecimientos de comida rápida extranjera, no es del todo nuevo. El concepto de “fast food”, proveniente de la sociedad industrial, ha tenido detractores desde hace más de un siglo. Joseph Conrad (1857-1924) escritor inglés de origen polaco, no titubeó en atacar a la comida rápida de Londres hacia finales del siglo XIX en el libro “El agente secreto”, donde se refirió al como “los parroquianos del lugar habían perdido, con la frecuentación de una cocina fraudulenta, todas sus características privadas y nacionales”.
A últimas fechas, los estados de Michoacán, Puebla y Oaxaca, en conjunto con la Secretaría de Turismo del Gobierno de México se encuentran promoviendo la candidatura de la comida mexicana -con una tradición de ocho siglos- para que sea declarada Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad ante la UNESCO. Se busca la conservación de este patrimonio ante las graves amenazas contra el sistema alimentario mexicano.
La cocina mexicana es un pilar vivo, vigente, común, propia de un país extremadamente diverso tanto en lo geográfico como en lo cultural. El sistema cultural mexicano y mesoamericano abarca desde la religiosidad y los rituales en torno al maíz, que guiaron a las civilizaciones antiguas, hasta la convivencia armónica con el medio ambiente desde tiempos remotos.
La industria cultural y gastronómica de México abarca más que los alimentos; se caracteriza también por la producción de diversos utensilios como: molcajetes de piedra (mortero para moler granos y hacer salsas), cucharas y molinos de madera, cazuelas, ollas, tarros y platos de barro; cazos de cobre martillado; comales (planchas de barro o metal para calentar sobre fuego), braseros, vasos y jarras de cristal y de vidrio soplado; manteles y servilletas, bordados, brocados y deshilados; canastas y cestos tejidos en una gran variedad de fibras vegetales.
Con esta iniciativa, se busca rescatar a los mercados populares, reactivar la producción y consumo de alimentos tradicionales, apoyar el uso de productos agrícolas, así como promover estímulos fiscales y crediticios a las industrias dedicadas a la comida mexicana.
Si no se defiende la comida, que es la vida misma del pueblo mexicano, se pagarán las consecuencias, que van más allá de lo nutricional y rozan lo económico. El peor retroceso para una nación es tener que recurrir a importar su alimento cuando antes lo había tenido todo.
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Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
La cocina mexicana tradicional no sólo alimenta, es génesis cultural y poderoso eje cosmogónico que ordena al imaginario colectivo nacional mediante hábitos alimenticios. Es un elemento cultural vivo, vigente, e integrador.
La declaratoria de la cocina mexicana como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO sería decisiva para reforzar los esfuerzos de las comunidades y de la sociedad civil en la preservación de su dieta como parte de la idiosincrasia nacional, así como en el futuro diseño de las políticas públicas que conserven y promuevan el patrimonio gastronómico de México.
El arraigo a las tradiciones, el deseo de trascendencia ante la amenaza de que hubiera un McDonald’s en la plaza central de la ciudad de Oaxaca, tuvo como consecuencia el surgimiento de un movimiento civil espontáneo. Esta situación obliga a plantearse de manera individual la interrogante sobre qué es lo que sucede al interior de la identidad de la sociedad oaxaqueña, que se ve amedrentada y ofendida ante la presencia de un McDonald’s en su plaza central.
Además, esta interrogante se repite en toda Latinoamérica, pues las políticas comerciales de los Estados alientan el ingreso desenfrenado de trasnacionales que ponen en riesgo los estilos de vida tradicionales de sus ciudadanos. Hay poco o nulo interés en prestar atención a los asuntos culturales que con ello se modifican. En casi todos los casos similares al oaxaqueño que suceden en nuestros países latinoamericanos, ha provenido de la sociedad civil el reclamo para la preservación de las formas de vida ancestrales.
Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
Esta ficha también es disponible en francés: McDonald’s vaincu par la médecine traditionnelle dans la ville d’Oaxaca.
Entrevista
Entrevista realizada a Álvaro Ortiz, estudiante de comunicación y habitante de Oaxaca y el Distrito Federal. alvaro.ortiz77@gmail.com
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