Los deseos, anhelos y esperanzas de los mexicanos de hoy
07 / 2005
Hace ya más de 50 años, por ahí del año 1954, salió a la luz una canción escrita por uno de los compositores mexicanos más reconocidos y queridos por el público, Salvador “Chava” Flores (1920-1987), titulada “A qué le tiras cuando sueñas mexicano”. Para componer la mayoría de sus canciones, este autor utilizó el lenguaje común del habitante de los barrios y vecindades de la Ciudad de México. La canción referida no es la excepción. La expresión popular “A qué le tiras…“ significa “a qué aspiras”, “hacia dónde vas”, “en qué piensas”. La temática de esta pieza musical era simple: intentaba recuperar los anhelos más secretos del mexicano, los que, cumpliéndose, lo harían inmensamente feliz.
Cuando se compuso la canción, México se caracterizaba por la pobreza; la sobrepoblación y la ausencia de métodos de control natal; la falta de oportunidades; la migración hacia los Estados Unidos; la corrupción y su símbolo más representativo, la “mordida” (soborno a la autoridad); el racismo hacia los indígenas y la gente morena; y el poder absoluto de un solo partido político (el Partido Revolucionario Institucional, PRI) en todos los niveles de gobierno. Así, Chava Flores escribió: “¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?/ ¿A hacerte rico en loterías con un millón?/ Mejor trabaja, ya levántate temprano/ con esos sueños sólo pierdes el camión/ ¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?/ ¿qué faltan niños para poblar este lugar?/ Sigue soñando que no hay contribuciones/ que ya no hay mordelones/ que ya puedes ahorrar/ Sigue soñando que todos somos blancos/ que prestan en los bancos/ que dejas de fumar/ ¡Ah, pero eso sí, mañana sí lo hago!/ ¡Pero eso sí, mañana voy a ir!/ ¡Pero eso sí, mañana sí te pago!/ ¿A qué le tiras cuando sueñas, soñador?”
No hay dudas sobre el hecho de que esta canción intentaba rescatar en forma humorística lo que este famoso y reconocido cronista de la ciudad pensaba que era la esencia del mexicano: un tipo flojo que nunca hacía las cosas cuando debía, que estaba siempre endeudado, pero que, por mal que le fuera en la vida, no dejaba de ser feliz y optimista ni de mantener la esperanza de que algún día las cosas cambiarían, sobre todo si de repente, por un golpe de suerte, se volvía rico. Sin embargo, más allá de exponer y calificar el comportamiento del mexicano común y corriente, lo más importante de esta canción es que muestra que el conocimiento de las aspiraciones, deseos y anhelos de un pueblo pueden ser un factor que define su personalidad y contribuye a caracterizar la esencia o identidad que lo hacen particular frente a otros pueblos.
Más de medio siglo ha pasado desde que esta canción fue escrita y varios de los problemas sociales y económicos del México de antaño como la pobreza, la migración ilegal hacia el vecino país del norte, la corrupción, el racismo y el desempleo persisten y se han agudizado, mientras que otros como el narcotráfico, los altos niveles de violencia, la dificultad para acceder a la educación pública, entre muchos más, han aparecido. A este panorama no muy halagador se suma la unión comercial y cultural de facto de México con los Estados Unidos, país que enarbola la ideología reinante que realza el valor de la competencia y el enaltecimiento del consumismo. En este contexto cabría preguntar cuáles son las expectativas de los mexicanos hacia el futuro, las que los distinguen, acercan o alejan de los demás latinoamericanos. ¿Será verdad lo que alguna vez expresó el Presidente de la República Mexicana, Vicente Fox, cuando aseguró que lo que queríamos todos los mexicanos era una casa, un “changarro” (pequeña negocio) y un “vocho” (auto compacto)?
Cuatro fueron las preguntas que se formularon en la calle a habitantes de la Ciudad de México, capital del país, del sureño estado de Guerrero, del conservador estado de Zacatecas y del norteño estado de Chihuahua. La primera giraba en torno a lo más anhelado para ellos y para su familia en el mediano y largo plazo. La segunda hacía énfasis en las acciones que harían para conseguir sus sueños. La tercera preguntaba sobre lo que cambiarían para vivir en el México de sus sueños. La última pregunta les inquiría sobre la persona que les gustaría ser si no fueran ellos o a la que más admiraban. Cabe decir que las coincidencias entre los grupos generacionales y entre miembros del mismo género son asombrosas aun cuando fueron realizadas en lugares bien distintos.
Al hablar de sus anhelos a futuro, los jóvenes en general mencionan la posibilidad de encontrar un empleo decentemente remunerado que les ayude a establecerse con vistas a formar una familia. A excepción de tres, ninguno de los entrevistados había cursado estudios universitarios. La realidad sobre la imposibilidad de la economía mexicana para crear empleos bien pagados en las últimas décadas no parecía preocuparles. Los hombres desean poseer también un carro “bueno”, dinero para salir de vacaciones “de vez en cuando (frecuentemente)” a la playa y tener una “buena” mujer, bonita, que sea seria y cuide de sus hijos y de él. Por su parte, las mujeres desean tener un marido que “no beba mucho” y que les “pase el gasto” (dar el dinero para cubrir las necesidades básicas) de manera puntual. Ni una sola de ellas se quiere quedar “para vestir santos” (soltera) y aunque estudiaban o habían estudiado el bachillerato, ninguna habló de ir a la Universidad para prepararse y ejercer una profesión; eso ni en sus planes está. Los aparatos electrodomésticos también fueron considerados: todos aspiraban a tener, “por lo menos”, televisión, lavadora de ropa, aparato de sonido y reproductor de DVD. Todo lo anterior lo lograrían “con el favor de dios”.
Los de más edad, todos casados y con hijos, esperan que sus hijos varones sean trabajadores y hombres “de bien” y que encuentren una buena muchacha y desean que sus hijas “salgan bien” de sus casas, es decir, que no se embaracen antes de casarse. Algunos tenían hijos que “gracias a dios” les mandan dinero desde los Estados Unidos, por lo que lo único que desean es que les vaya bien por allá, que no tengan ningún accidente y que vengan más seguido a México.
En cuanto a las acciones para lograr sus deseos, los hombres jóvenes dicen que buscarán un trabajo aquí, pero ante la imposibilidad de encontrarlo, varios mencionaron la posibilidad de “irse al otro lado” (migrar a Estados Unidos). Las mujeres hablan no tanto de migrar hacia los Estados Unidos como hacia las capitales de sus respectivos estados, donde, dicen, con seguridad encontrarán “más posibilidades”. Los mayores dicen que como ya su vida está resuelta y que “con dificultades y todo” y aunque sea “viviendo al día” (vivir con el ingreso obtenido diariamente, sin posibilidad de ahorro), pues ya “la habían librado” (ya habían salido adelante). Ni uno solo de los entrevistados habló de la posibilidad de organizarse para ejercer algún tipo de presión hacia el gobierno para cambiar el estado actual de las cosas ni para hacer factible una vida digna en México.
Entre los cambios que le harían a México, la totalidad de los entrevistados, jóvenes y mayores, hablan de quitar a los políticos “rateros” (ladrones). Los jóvenes dicen que ellos desearían más empleos que estuvieran mejor pagados; piden también mayor comprensión por parte de los adultos. Los mayores anhelan un México sin tanta delincuencia, sin droga, con un gobierno que tenga “mano dura” con los criminales. Dos señoras, mencionaron que ya era tiempo de “agarrar a Salinas” (Carlos Salinas De Gortari, Presidente de México entre 1988 y 1994) para que devuelva todo lo que se robó. Un señor más dijo que, si de soñar se trataba, entonces el quiere que, por lo menos antes de que él muera, la selección mexicana de fútbol gane una copa mundial.
Finalmente, se les preguntó sobre sus ídolos. Para los hombres jóvenes, los jugadores de la selección mexicana de fútbol son lo que ellos siempre han querido ser porque “tienen dinero, ‘viejas’ (mujeres) y viajes”. Algunos mencionaron nombres de futbolistas extranjeros y de otros deportistas como el basquetbolista Michael Jordan; otros más hablaron de admirar a cantantes famosos de todos los géneros musicales. Las mujeres jóvenes dicen admirar y querer ser como actrices de telenovelas (ninguna de piel oscura entre ellas, por cierto) y cantantes de música pop y “grupera”, de piel blanca también. Una de ellas, del norte, dijo admirar a la velocista Ana Gabriela Guevara, paisana suya. Los hombres mayores mencionaron, como los jóvenes, a futbolistas, beisbolistas y cantantes pero de sus tiempos y ocurrió lo mismo en el caso de las mujeres mayores. Hay que observar que entre los referentes de éxito y triunfo no se encuentra ningún político, empresario, científico, literato, pintor o intelectual mexicano.
¿A qué le tiras cuando sueñas, soñador?
integración regional, identidad colectiva, sistema de valores, evolución cultural y cambio social
, México, América Latina, México, D. F., Chihuahua, Guerrero y Zacatecas.
Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
El conocimiento de los anhelos y aspiraciones de los pueblos resulta esencial en el ejercicio de descripción de las particularidades y de la personalidad de un país ya que resulta imposible hablar de integración cultural latinoamericana si no se analiza primero la idiosincrasia nacional, en este caso la mexicana. ¿Cómo han de encontrarse los elementos culturales comunes en los países latinoamericanos si no se indaga primero en los propios?
Así, además de la homogeneidad de las respuestas entre los entrevistados, que no dejaba ver la diferencia entre las aspiraciones de la gente de la ciudad y la del campo, tres cosas llamaron especialmente la atención durante la realización de las entrevistas: primero, que siendo la población mexicana mayoritariamente morena, los referentes de belleza de las mujeres sean personas blancas cuyo fenotipo no corresponde al común de la mujer que se encuentra en las calles. A diferencia de otros países, donde las actrices y los cantantes son representativos de la sociedad de donde surgieron, en México parecería que el racismo y la cercanía con los estereotipos norteamericanos impiden la auto aceptación.
Segundo, que a pesar del tiempo transcurrido, tanto los hombres y las mujeres jóvenes como los mayores mantengan como única posibilidad de realización en su vida la conformación de una familia. De ninguna manera es cuestionable esta aspiración; lo único que llama a preocupación es que otras esferas de la actividad humana no se estén desarrollando. Tercero, que los mexicanos no sólo pretenden cubrir sus necesidades económicas sino que sueñan con llegar a ser ricos, con todos los privilegios que esta condición implica, lo que evidencia una convicción que asocia el dispendio y consumo con la realización personal y con el poder y la importancia de la persona en su ámbito social más cercano.
¿Están muy lejos los sueños de los mexicanos de su realidad? A ciencia cierta no lo sabemos; la única certeza es que tras años de crisis económicas sostenidas, de agudización del desempleo y de liberalización económica, los mexicanos parecen no haber perdido la fe en el futuro. Lo preocupante aquí es que parece que esta sempiterna esperanza de que las cosas se resolverán a final de cuentas parece ser una de las razones que abonan a la estabilidad social, tan característica de México. Así, mientras en otros países caen gobiernos que incumplieron promesas, en México parece que nunca pasa nada. No se crea tras la afirmación anterior, que se condena a los sueños o aspiraciones; lo que se trata de decir es que está bien soñar mientras ese sueño sea el horizonte a seguir y no sólo una quimera.
Si se quiere ahondar en la música de Salvador “Chava” Flores se puede revisar el CD titulado “Antología de Chava Flores” editado por EMI. Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
Entrevista
Texto original basado en 24 entrevistas realizadas en los estados mexicanos de Chihuahua, Guerrero y Zacatecas y en la Ciudad de México.
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