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dialogues, proposals, stories for global citizenship

1991-1993: Un capitalizador en busca de capitalizaciones

Pierre DE ZUTTER

07 / 1993

Capitalizar, es decir transformar la experiencia en conocimiento para compartir: en mi encuentro progresivo con la Fundación para el Progreso de la Humanidad (FPH) teníamos ahí una prioridad común. Puesto que yo tenía cierta experiencia y algunas solicitudes esperando, en 1991 la Fundación me dio « una manito » para que pudiera estar disponible y respondiera a dichas demandas. La operación se repitió a mayor escala en 1992-1993. Esta experiencia de capitalizador disponible se presta ahora a varias reflexiones.

No estuve desocupado, al contrario, pero los únicos esfuerzos que han dado frutos durante estos tres años son las capitalizaciones emprendidas en el marco de grandes proyectos de desarrollo, todavía vigentes pero en fase final: con el PRIV de Cocha bamba en Bolivia; con el PPUT de Asunción en Paraguay; ambos apoyados por la cooperación técnica alemana, la GTZ.

Al contrario aquellas empezadas en el Perú con Villa El Salvador, la salud pública, o la educación pre-escolar de la Van Leer, en Colombia c on las Autoridades Indígenas del Sud-Occidental y los « solidarios » que los acompañan desde hace 20 años, en Paraguay con la Escuela de Montes, y aún en Francia en mi Champagne Seca, no lograron avanzar. ¿Por qué?

Durante estos años, y aún anteriormente, busqué motivar al máximo aquellos interlocutores que yo creía, y que se sabían, cargados de experiencias que merecían una profundización y una difusión. En realidad, la mayoría de ellos estaban ya motivados de antemano.

Un primer bloqueo comienza a menud o con la amplitud del emprendimiento. Hablábamos de la experiencia y sus aportes, pero cuando nos referíamos a la « historia » vivida caíamos en la ambigüedad entre una gran historia a estudiar y las historias para contar. Ambas son necesarias pero la envergadura de la primera tiende a aplastar, mientras siempre existe cierta duda en cuanto a la factibilidad y al valor de la segunda.

Este tipo de actividad carece todavía de referencias y legitimidad. El baile de las palabras que hemos utilizado durante di ez años no es un azar: sistematización, recuperación histórica, reconstrucción de la historia, capitalización de la experiencia, etc., expresan una búsqueda, un deseo, pero todavía muy poca claridad.

Sin embargo hemos tenido éxito en Cochabamba y Asunció n. ¿Por qué? Porque el emprendimiento apasionaba a los actores y porque contábamos con los recursos materiales, es decir la garantía de vivir durante el esfuerzo y de saber que el producto sería difundido y utilizado. En ambos casos los proyectos tenían los recursos para hacerlo porque en el seno de la GTZ alemana hay personas con el deseo y la necesidad de valorizar las lecciones de la experiencia.

En cambio, los grupos informales y/o con autofinanciamiento, en el Perú, en Colombia y en el Paraguay, tu vieron mucha dificultad en pasar de las ganas a la acción. La urgencia de la sobrevivencia y de los procesos en marcha hacen imposible una verdadera disponibilidad para capitalizar. Y la disponibilidad del asistente-capitalizador dista mucho de ser suficiente para desbloquear. El voluntarismo tiene sus límites.

Por fin, en aquellos casos en que el proceso se lanzó a iniciativa mía, como en la Champagne, el esfuerzo aislado tiende a perderse en los « ¿para qué sirve? » que rápidamente llevan a postergacion es para mañana. Las crisis latinoamericanas hacen que la necesidad de retomar las experiencias y los saberes colectivos sea evidente. Las crisis europeas todavía sueñan, fuera de ciertos ámbitos limitados, con la llegada de algún plan o repunte salvadores. Fuera de las estructuras y de las corrientes, a los aislados les cuesta ver adónde puede llevarles la capitalización de su experiencia.

Key words

methodology, self financing, economic crisis


, France, Peru, Bolivia, Paraguay, Colombia, Asunción, Cali, Cochabamba, Champagne-Ardenne, Lima

Comments

Legitimidad-utilidad, recursos para hacer y garantías de salidas (para los productos y para sus autores) son quizás tres condiciones necesarias y aún no aseguradas para que la capitalización de experiencias pueda extenderse y convertirse en un eje esencial en la recomposición de saberes y de prácticas en nuestras sociedades.

Por supuesto que el enfoque y el método son importantes. El apoyo de la Fundación me permitió dedicar a Cochabamba y Asunción el doble o triple del tiempo que me había sido atribuido. Y era indispensable ya que nadie imaginaba al comienzo la intensidad del esfuerzo para inventar juntos una capitalización colectiva. Ahí aprendí mucho sobre lo que es o podría ser la capitalización de la experiencia.

Pero queda un desafío: ¿cómo encon trar hallar los recursos materiales y los canales de ayuda y de difusión para que los grupos pobres en lo material y ricos en aportes puedan elaborar y compartir sus historias? Los voluntarios existen, necesitan socios. ¡No es pionero el que quiere sino el que quiere y puede!

Notes

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