En Colombia hay 82 grupos indígenas que conservan sus prácticas culturales y sus lenguas autóctonas y reproducen sus conocimientos ancestrales. La mayoría de la sociedad los desconoce y el Estado y algunos grupos políticos y armados atropellan sus derechos como colombianos y como grupos étnicos. Cada vez se hace más necesario para ellos vincularse al desarrollo político y social del país y con eso trabajar por el reconocimiento y valoración real de su existencia como parte fundamental de la nación.
En el suroccidente de Colombia están los indígenas caucanos quienes inicialmente hacían parte de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Esta organización, como su nombre lo indica, se empeñaba en la defensa de los territorios de los campesinos y trabajaba con la consigna "la tierra para el que la trabaja". Los indígenas en cambio siempre han creído en la "recuperación de sus territorios". La diferencia de enfoques fue la razón fundamental de la desvinculación de los indígenas y de la posterior creación del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), fundamentado en los principios de Unidad, Tierra y Cultura, para lograr la autonomía.
En el proceso de formación del Consejo se precisaron los aspectos relevantes de su plataforma de lucha:recuperación de las tierras ocupadas por los terratenientes, ampliación los resguardos existentes de acuerdo con las necesidades poblacionales de la comunidad, abolición del pago de terrajes, reconocimiento del gobierno indígena al interior de la población y el respeto de su autonomía por parte del gobierno nacional, fortalecimiento de su cultura y preservación de su lengua nativa; aplicación de las leyes estatales de manera justa y acorde con sus procesos particulares; capacitación de maestros:posibilitar a la comunidad una formación propia y bilingüe. Más adelante se incluyeron otros dos puntos referidos al fortalecimiento de las empresas económicas comunitarias y a la defensa de los recursos naturales.
En un principio, el CRIC reunió 2 mil personas, de 7 cabildos. Todos ellos tenían claridad sobre la plataforma de lucha y certeza de que la pelea no era por la tierra que implicaba propiedad sino por su territorio, en el que podían desarrollar su cultura, su forma de producción, mantener sus zonas sagradas con el cuidado que requieren, administrarlo con autonomía y vivir en armonía con la naturaleza.
El primer periodo de esta lucha se caracterizo por las recuperaciones territoriales y el afianzamiento del sentimiento colectivo en procura de fortalecer la identidad en sus comunidades. Esto condujo a contradicciones con el Estado, los poderes políticos tradicionales y grupos de terratenientes de la región. Como es natural, la recuperación del territorio por parte de los indígenas implica necesariamente la pérdida de dinero y control para los terratenientes y los políticos.
En el segundo periodo los indígenas asumen una actitud defensiva debido a sus posiciones divergentes con el Estado. Y se les comienza a ver como comunidades ligadas a movimientos subversivos. La lectura que hacen en este sentido los indígenas es que la presencia de cualquier grupo tanto de izquierda como de derecha los afecta negativamente y que sus luchas no se identifican en ningún momento con las de ellos. Es este el momento en el que algunas personas que no representaban la organización conforman el Movimiento Quintín Lame, que se proponía principalmente la defensa de los territorios y que a diferencia de los demás grupos armados no trabajaba con la perspectiva de la toma del poder.
Hay un tercer periodo que comienza con la resolución de Bitoncó en 1985, en la que se exige tanto al Estado como a los grupos armados que abandonen el territorio y que permitan el ejercicio pleno de la autonomía de sus pueblos. El movimiento indígena colabora con iniciativas de paz en las que se plantea la participación de la sociedad civil. Su posición siempre fue llegar a una salida negociada al conflicto en la que se exija a todas las partes el respeto por su comunidad y por su territorio.
Un ejemplo de lo anterior fue el hecho de que a pesar de promover la negociación del M19 (Movimiento 19 de Abril) le criticaba a este grupo que usara sus territorios indebidamente. Le exigió también al Movimiento Quintín Lame que se desarmará. El sí que se da al país es condicionado a la conformación de una Asamblea Nacional Constituyente en la que hubiese participación de 5 indígenas. El Estado accedió a las condiciones del Movimiento y pidió que los indígenas entraran en el proceso electoral. En esa ocasión se da la participación de 3 de sus líderes.
Un cuarto periodo se presenta cuando en el año 1990 se produjeron cambios en la administración del CRIC y se decidió contribuir en procesos democráticos nacionales. El movimiento indígena entró a participar en los cambios estructurales del Estado y a fortalecer los organismos de administración pública participando en las elecciones para el Congreso y una alcaldía.
En 1991, Colombia se reconoce como una nación pluriétnica y multicultural. No obstante, se produjo un distanciamiento del movimiento indígena, pues no se coincidía con la concepción conservadora del Estado acerca de la diversidad. Lo que conciben los indígenas tiene que ver con su pertenencia al Estado desde su particularidad, de modo que sea posible desde su autonomía aplicar los modelos ancestrales de la comunidad.
"El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y Cultural de la Nación Colombiana":este es el artículo séptimo de la Constitución Nacional de 1991. Pareciera no tener importancia si tenemos en cuenta las condiciones actuales de las comunidades indígenas, caracterizadas por una invisibilización parcial de su existencia y el desconocimiento casi total de sus derechos por parte del Estado. Empecemos por las políticas sociales excluyentes y sigamos con el saqueo ilegal de sus territorios, en lo que no solo tiene que ver el Estado colombiano, sino también, los monopolios económicos nacionales e internacionales.
Sin embargo, si damos un contexto histórico, este logro constitucional es realmente relevante para que la nación aprenda a respetar su condición pluriétnica y multicultural. A los grupos étnicos siempre se les han negado todos sus derechos.
La resistencia cultural de los pueblos indígenas frente a los actores armados, que tiene muchos años, cuenta con resultados en estos casos, por el respeto exigido para su tierra, por la posición firme que se adoptó frente a cualquiera de estos grupos y porque la comunidad se negó a ser representada por cualquier persona que use un fusil para terminar con la vida de otra persona.
Ficha realizada en el evento "Colombia insiste en los Derechos Humanos", Bogotá, Colombia, 9, 10, 11 septiembre de 2003.
Entrevista con CABALLERO, líder del CRIC
Entrevista
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