Gestionar el desarrollo en unidad con la tradición
09 / 2002
Cuando se creó el Parque Nacional de Montaña en Madagascar, los pobladores de la región empazaron su lucha por los derechos de utilización de las áreas protegidas, las mismas que forman parte, desde hace mucho tiempo, de sus territorios tradicionales. El Estado malgache delimitó los territorios de la Reserva del Parque Nacional excluyendo de tal decisión a sus pobladores.
Para Hanta Rabetaliana, investigadora malgache y actual vicepresidenta de la Asociación de Pueblos de Montaña del Mundo (APMM), la relación con esta organización, fue una buena oportunidad para dar más espacio a la capacidad de toma de decisiones de la comunidad montañosa. ’Yo he trabajado durante diez años en el medio rural, y he vivido realmente la pobreza de las poblaciones de éstos lugares. Son pobres, pero poseedores de muchos conocimientos y una gran sabiduría’.
Hanta Rabetaliana piensa que las personas que trabajan como técnicos, las que tiene un saber científico, deberían ser conscientes de que siempre deben buscar el diálogo, la discusión con esta gente, si bien pobre, pero con una gran capacidad de comprensión del entorno en el que viven.
Esta iniciativa ya se ha ensayado en Madagascar con muchos aciertos. Se ha logrado la integración de las comunidades para que puedan expresarse, y dotarles de los medios necesarios para que lo hagan. Hoy en día se está dando pasos en la construcción de un proceso similar en toda el µfrica.
En Madagascar se ha empezado por darles a las comunidades el manejo integral de los sitios sagrados; sitios que la gente respeta profundamente, pues constituyen parte fundamental de su identidad. Estos lugares representan un enorme potencial turístico que ahora se aprovecha para desarrollar las comunidades. Se promueve que los turistas respeten estos valores. De esta manera, se rescata la cultura y las tradiciones ancestrales, y a la vez se generan ingresos económicos para estas comunidades.
Hanta es responsable del desarrollo sustentable de la región de montaña desde hace dos años. Este es un arduo trabajo si se considera que Madagascar tiene más del 50 por ciento su territorio nacional montañoso. ’Desde de 1993, hace un poco menos de diez años, hubo un momento en el que me di cuenta que la población está totalmente excluida de su territorio, sobre el cual tuvieron durante mucho tiempo legítimo derecho’, nos dice. Durante cuatro o cinco años trabajó de forma voluntaria, porque no fue posible conseguir financiamiento inmediato para los proyectos que se propusieron. Ella empezó, con su equipo de trabajo, a impulsar la primera fase del proyecto. ’Es más fácil encontrar financiamiento cuando quienes otorgan los recursos ven que ya se ha empezado. Es mejor hacer cosas en las cuales se tiene convicción, pasión.’ Durante un año se llevaron a cabo iniciativas en una comunidad. Luego, en el período siguiente, se pudo mostrar lo hecho a otras comunidades de la región. Cuando los donantes vieron esos pequeños logros, se entusiasmaron y apoyaron las actividades para continuar el proyecto.
Uno de los problemas más comunes cuando se trabaja con comunidades es la dominación ejercida por parte de los notables de la comunidad. Si no se logra persuadir, convencer a los notables, de que lo que se hace está bien y es interesente, no se puede trabajar. Esto es lo más complicado y particularmente sensible en las comunidades. El otro problema es que los notables, las personas importantes por su riqueza o por su estatus social, se apropien del proyecto para su beneficio, para sus propios intereses y no para el interés común. Para evitar esto, la manera de trabajar es tomarlos en cuenta al momento de empezar el proyecto, pero enseguida promover el liderazgo del resto de participantes, para lograr cierto equilibrio en la toma de decisiones dentro del proyecto de desarrollo.
La experiencia con las poblaciones de montaña es muy particular, pues se trata de gente de sentimientos profundos, y un poco difícil de acceder. Pero, en el momento en que adquieren confianza, son capaces de sumarse a las actividades de manera comprometida.
Algo que realmente impactó a Hanta en su experiencia de vida en la región de montaña, es la inteligencia de sus habitantes. ’Un día teníamos que realizar una investigación de carácter ecológico, con investigadores norteamericanos de alto nivel. Se debía trabajar junto con universitarios de Madagascar. Pero desgraciadamente hubo un altercado con el investigador de la universidad, de tal manera que probamos trabajar con personas de la comunidad que puedan mas bien ayudar y no aportar de manera científica’. En el trabajo, los expertos se dieron cuenta que estaban equivocados. Los aldeanos aprendieron muy rápido. Se identificó una joven muchacha, en Joua, que aprendía muy rápidamente y que se convirtió en especialista en hormigas. Ella se hizo acreedora a una recompensa por la conservación de la biodiversidad en el mundo y está muy orgullosa porque el premio le ha permitido ejecutar cambios en la vida de la gente de Joua.
Entre las experiencias que ha aprendido Hanta en su trabajo comunitario, es que un hombre jamás decide solo. Si él va a adoptar una u otra posición, siempre espera llegar a casa y consultar con su mujer antes de decidir. Una de las anécdotas tuvo lugar en una comunidad que estaba preocupada por la desaparición de su único recurso, la madera. El equipo técnico se puso a investigar el ciclo biológico del bosque, información que permitiría regenerarlo. El siguiente paso, fue hablar con la población y proponerles ésta idea, y las familias decidieron respetar el ciclo, pensando en su futuro.
Se puede considerar que las condiciones de vida de las comunidades han mejorado en dos maneras. La primera, en términos de educación, pues la gente ha empezado a valorar el hecho de que sus hijos asistan a la escuela, y valoran la educación que están recibiendo. La segunda, es la integración de la colectividad en el proyecto, sin que se hayan perdido sus tradiciones. Es decir, se han conservado los sistemas tradicionales a la par que se logran beneficios comunes. ’Tal vez cambiaron su vida, su manera de producir, de pensar y reflexionar, pero no ha cambiado su identidad’, enfatiza Rabetaliana.
Finalmente, dice que ’un país se desarrolla cuando su población es capaz de decidir sobre su desarrollo, sin esperar que el Estado tome las iniciativas. Se ha triunfado, cuando la gente es capaz de decidir por ella misma, cuando puede proponer, cuando son capaces de decir, si esto les conviene o no’.
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, Madagáscar, Parque Nacional de Montaña
La experiencia de Hanta Rabetaliana con las comunidades de montaña se orienta al fortalecimiento de las capacidades locales para la toma de decisiones, y lleguen a concertar con el Estado a fin de evitar confrontaciones. El involucrar a la población en las actividades que les permitan garantizar su desarrollo sustentable es un segundo logro, derivado del empoderamiento obtenido en este proceso. Las comunidades de la zona de montaña en Madagascar están iniciando un proceso que merece tomarse en cuenta, sobre todo en países en los que las culturas autóctonas tienen la sabiduría de convivir en armonía con la naturaleza.
Ficha realizada en base a la entrevista a RABETALIANA, Hanta en el marco del Segundo Encuentro de Pobladores de la Montaña del Mundo realizado en septiembre del 17 al 22 del 2002 en Quito, Ecuador. Para mayor información contactarse con la persona portadora de la experiencia RABETALIANA, Hanta - apmm_fia@irtelcom.mg
Entrevista con RABETALIANA, Hanta, entrevista realizada entre el 17 y el 23 de septiembre de 2002
Entrevista
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