Vivimos en un sistema político basado en un centralismo acendrado que, actualmente, ya no es funcional en ningún sentido, sino más bien representa un obstáculo para la aplicación de políticas económicas y sociales - desde las que tienen que ver con el desarrollo y la pobreza hasta las que se formulan en torno a lo urbano, la vivienda, la salud, la educación, etc.- acordes con los objetivos de desarrollo justo y democrático que demandamos los mexicanos.
Este centralismo genera un sistema de exclusiones que se reproduce en todos los niveles de la vida social y política del país. Así, a nivel de gobierno, los gobiernos estatales - y principalmente los gobiernos municipales - están excluidos de una gran cantidad de decisiones que los afectan; a su vez, el gobierno municipal, igualmente presidencialista, excluye al cabildo como sujeto de decisiones locales colectivas y más aún a la población local. En este sistema, a nivel político, el municipio es el más excluido y, a nivel social, la ciudadanía en su conjunto y, especialmente los sectores pobres, marginados y minoritarios, no tienen espacio ni voz.
El centralismo ha generado, también, desequilibrios regionales e intrarregionales muy severos, producto de la falta de una política regional clara y de criterios adecuados de redistribución de los recursos y compensación de las desventajas entre regiones.
Por otro lado, existe una disociación creciente entre la problemática urbana y rural, que lleva a la atención parcelada, parcial y desarticulada de los sectores urbanos y agrarios en un mismo territorio, con un enfoque que desvaloriza el capital, recursos naturales y trabajo del campo en favor de las ciudades. Además, se profundiza la desvinculación entre las diversas políticas, provocando un gran caos; es el caso del manejo separado de la política urbana, la política fiscal y financiera, a nivel de la gestión municipal.
Existe, a su vez, un desfase entre la realidad social y política actual y la legislación y entre los distintos niveles de legislación (federal, estatal y municipal) que limita y rompe la posibilidad de actuar en un verdadero estado de derechos legítimos ya adquiridos y practicados socialmente.
Frente a este sistema político y económico excluyente y autoritario ya en crisis, nos encontramos, como se señala en el punto anterior, con un activo despertar ciudadano y político con múltiples y diversas expresiones, basadas fundamentalmente en la lucha por sus derechos, por la recuperación y fortalecimiento de su identidad, autonomía, territorio, por un gobierno propio y legítimo, por el ejercicio pleno de su ciudadanía, por la participación directa en la toma de decisiones sobre su cotidianidad y sobre el futuro de sus propias vidas. En este marco, reconocemos y planteamos el ámbito municipal como un espacio estratégico para promover un ejercicio democrático del gobierno y del poder, así como una gestión democrática del desarrollo integral, del hábitat humano, del medio ambiente; ya que en el municipio se articulan los diversos ámbitos de la vida social económica, política y cultural de la población, desde lo sectorial y lo territorial, desde una visión globalizadora y una acción integradora (gobierno-sociedad, campo-ciudad, desarrollo local-regional-nacional).
Sin embargo, para fortalecer este espacio estratégico es necesario transformar diferentes aspectos de la realidad local y nacional que hoy sitúan al municipio en un papel muy limitado. Es necesario proyectar una estrategia de doble pinza que consiste en fortalecer de igual manera los gobiernos locales y las sociedades locales; requerimos gobiernos locales fuertes, pero también de manera fundamental, necesitamos construir una ciudadanía fuerte y autónoma, es decir necesitamos construir un poder local fuerte basado en un ejercicio de gobierno democrático y en una participación social responsable. Requerimos construir una alianza estratégica entre los gobiernos locales y la sociedad organizada en su territorio en la lucha contra el centralismo, el autoritarismo y la exclusión.
Esta alianza debe enfocarse a construir, a partir de lo local, la universalidad; los procesos concretos, los lugares y gentes concretos, las culturas propias, las diferencias y especificidades son la riqueza de la humanidad para construir una sociedad y un mundo justos.
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Es necesario construir sociedad desde sus necesidades y potencialidades, a partir de un estímulo a la fuerza organizativa del pueblo y de la sociedad aglutinada pluralmente, desde sus requerimientos y propuestas. Ese es el liderazgo que debe ejercer un ayuntamiento, construir un gobierno de participación ciudadana organizada. La participación y gestión social debe estimularse por los ayuntamientos con un liderazgo legítimo y con vocación democrática.
La presente ficha es el resultado de la selección informativa de los escritos de opinión que publicó el equipo de desarrollo y Gestión Municipal de COPEVI.
Documento interno
COPEVI - PROGRAMA DE DESARROLLO Y GESTION MUNICIPAL, Artículos de opinión, COPEVI, 1997/01/12 (México)
COPEVI (Centro Operacional de Vivienda y Poblamiento) - 1o. de Mayo No. 151, San Pedro de los Pinos, México, D.F. 03800 MEXIQUE Phone: 52 55159627 - México - copevi (@) laneta.apc.org