Participacion social : actores, ámbitos, concepciones, practica social -1-

Movimientos locales y regionales que buscan conquistar su autonomía y sus instancias de gobierno local.

Una de las principales manifestaciones de la crisis gubernamental se ha expresado en el fortalecimiento de partidos de oposición y articulaciones regionales que capitalizan o convocan a diversos movimientos locales y regionales a la contienda electoral en el nivel municipal. Así, junto a la amenaza del regreso de los caciquismos locales, vivimos la emergencia de una diversidad de movimientos locales y regionales que buscan recuperar su autonomía y luchan por conquistar el gobierno municipal. Así también, podría afirmarse que son escasos los movimientos populares de la década anterior -sobre todo de las ciudades -, que no se han incorporado a luchas electorales durante los últimos diez años.

La emergencia de la lucha municipal ha representado el escenario más agudo y difícil de confrontación con el Estado y ha incorporado a centenas de mexicanos, de todas las regiones, al ejercicio de gobierno intentando, no en pocos casos, desarrollar una gestión municipal alternativa, con transparencia y participación social. En este campo se vienen revalorando los conceptos de autonomía, gobierno democrático, así como las vías de un desarrollo alternativo.

Las tendencias aquí esbozadas no son excluyentes entre sí y en diversos casos se entretejen o, incluso, se integran en regiones y movimientos específicos.

La Emergencia Ciudadana.

Junto con esta presencia, añeja en muchos casos, los movimientos democráticos y progresistas se colocaron a la iniciativa del proceso político nacional, a partir de 1988, potenciados por la amplia convocatoria del cardenismo que aglutinó a amplios sectores de población y movimientos campesinos, indígenas, urbanos, cristianos, mujeres, académicos, profesionistas, estudiantes, artistas, etc., hacia un proyecto de transición democrática, dotándolo de banderas nacionales. Desde entonces, la mayoría de las luchas sectoriales y regionales se han orientado bajo esta perspectiva, destacando el surgimiento de movimientos ciudadanos y luchas por el gobierno local.

El más reciente hito en el proceso de transformación política lo ha representado el alzamiento indígena de 1994 en Chiapas al cuestionar las raíces y limitaciones del proyecto neoliberal y el modo de gobernar del poder establecido; recobrando su propia voz y proponiendo su propio proyecto de vida al resto de la sociedad, demandando respeto a su identidad y su autonomía y exigiendo atención a los graves rezago de los pueblos, junto con la exigencia de democracia y paz con dignidad para todos los mexicanos; en este proceso, los más diversos organismos de la sociedad civil han jugado un papel relevante a lo largo del conflicto y de los diálogos, sumando toda su experiencia y aporte para la formulación de una propuesta de paz con justicia como única salida al mismo.

En este proceso, el movimiento social intenta abrir nuevas perspectivas a la democratización del país al reunir viejas banderas con proyectos nuevos.

Por su parte, la sociedad civil busca establecer una nueva relación con el Estado, y desarrolla un conjunto de iniciativas con ese fin: vigilancia y control de los procesos electorales por la ciudadanía, promoción de plebiscitos y constitución de ’parlamentos ciudadanos’ para dialogar sobre los problemas más agudos de la nación: reforma política, pacto federal, nueva constitucionalidad, transparencia electoral, transición democrática, entre otros. Lo más sobresaliente ha sido, sin lugar a dudas, la realización del Encuentro Nacional Ciudadano (ENOC) que permitió condensar un amplio proyecto de reivindicación ciudadana desde el conjunto de actores de la sociedad civil comprometida con un cambio de rumbo en el proyecto nacional a favor de una democracia plena, un desarrollo incluyente, todos los derechos y una paz justa y digna.

Ante esta creciente movilización social y política en el país, se ha venido generando en el aparato de estado, una tendencia al endurecimiento y la politización de la vida social, en lugar de la, tan necesitada, apertura a una participación democrática y horizontal de todos los actores sociales.(continua).