En gran medida las guerras han contribuido a agravar la pobreza africana. Desde 1970, una vez que la mayoría de las naciones africanas concluyeron la ruptura de las cadenas del colonialismo europeo, Africa ha librado más de 30 guerras con costos económicos superiores a los de cualquier otra parte del mundo.
Fruto de las nefastas herencias de la colonización europea y sumida en graves conflictos interétnicos y militares, Africa sudsahariana constituye el eslabón más grande del cada vez más ancho cinturón de miserables que sobreviven en la parte sur del planeta.
Pese a los precarios esfuerzos humanitarios desplegados por la ONU y varias ONG para rescatar a Africa de la prostración económica, en las últimas décadas cerca de la mitad de sus 600 millones de habitantes viven en condiciones de extrema pobreza.
En 1997, de los 53 países que integran el continente, 14 se vieron afectados por conflictos armados en los que murieron más de la mitad de todas las víctimas que perdieron la vida en conflictos en el resto del planeta.
Alcanzar el dominio de una frontera, la esperanza de lograrla democracia, o la permanencia de un régimen en el poder, significa destinar millonarios recursos para los combatiente.
La constante amenaza de nuevos enfrentamientos provoca que la mayoría del presupuesto federal sea destinado a la compra o fabricación de armamento, pese a que las recomendaciones de organismos internacionales, como la ONU, estipulen la reducción en las compras de armamento, se soslayan las recomendaciones en el sentido de establecer un tope de municiones a 1.5 por ciento del producto interno bruto (PIB).
Fueron las guerras civiles en Somalia, entre 1991 y 1992, y en Sudán, durante los últimos diez años, las causas de las hambrunas de esta década. Los interminables años de guerra civil en Sudán han propiciado que en ese país se produzca la peor crisis humanitaria de los últimos años. Ahí, alrededor de 200 niños y ancianos mueren diariamente por desnutrición, sin que la ayuda humanitaria internacional pueda hacer nada. En el sur del país las condiciones son alarmantes, ya que la mayoría de sus habitantes están a punto de morir o muy enfermos para alimentarse. La desnutrición afecta a 70 por ciento del total de población, principalmente a mujeres y niños.
De continuar la situación como hasta el momento, se predice que para el año 2000 el Africa sudsahariana habrá alcanzado los 304 millones de pobres, poco más de la mitad de su población total, de los cuales unos 200 millones tendrán que sobrevivir con menos de un dólar diario.
En los años ochenta, Asia del Sur había detentando los porcentajes más altos en pobreza, con 51.2 por ciento de su población, para descender luego levemente hasta 49 por ciento en 1990 y continuar su recuperación hacia el fin del siglo, cuando se espera llegue a 36.9 por ciento.
Las cifras para Africa muestran una tendencia opuesta; ésta va de 47.6 por ciento en 1985, a 48.2 por ciento en 1990 cantidad que se estima llegará a 49.7 por ciento para el año 2000.
Africa, es la única región en que la producción de alimentos ha descendido desde principios del decenio de 1970.
Un caso especialmente difícil es el que viven los 26 millones de nómadas del mundo, de los cuales la mitad se encuentra en el Africa sudsahariana, la menos protegida.
La acelerada expansión de la pobreza que desvanece las esperanzas de desarrollo en la región, desvía además la atención de los capitales extranjeros, consiguiendo captar sólo 5 por ciento del total de la inversión extranjera directa mundial.
Como si se tratara de un agonizante, de una enfermedad contagiosa, los inversionistas internacionales evitan llegar a los países menos desarrollados, cuyas industrias no consiguen competir en la escena de la economía internacional.
Como en todo, hay excepciones. En los territorios que han conseguido mantener una estabilidad política y el desarrollo de una economía pequeña, las inversiones extranjeras han comenzado a dar sus primeros frutos. Tal es el caso de Sudáfrica, que en los últimos dos años consiguió elevar el comercio internacional en 16 por ciento, según informes del Banco mundial.
Salvo algunos ejemplos como éste, Africa continúa marginada de la escena mundial por una mala infraestructura física, una capacidad institucional débil, sistemas incentivos inadecuados y una brecha tecnológica creciente que al resto del mundo.
Si bien las migraciones pueden significar remesas de dinero al hogar, en las naciones africanas sucede también que éstas son poco frecuentes e irregulares y sólo abundan en aspectos negativos, tales como la desorganización y desarticulación del núcleo familiar y la mayor sobrecarga de trabajo al ya denso horario de la mujer.
Aspectos como éstos han provocado además que las instituciones militares se conviertan en un refugio ideal para miles de niños y niñas en el que la comida y un mísero sueldo están seguros.
Sin saber a conciencia la razón de la lucha, miles de menores de 12 años engrosan las filas de los ejércitos africanos con la esperanza de encontrar una forma ’segura’ de sobrevivencia. (continua).
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Es necesaria la creación de una instancia a nivel internacional que decrete una ley en la cual sea una obligación de los gobiernos que exista alimento accesible para todos lo pueblos y que aquel país que no cumpla se sujete a sanciones efectivas. En el caso de México se han formulado iniciativas de leyes al respecto ’El derecho a la alimentación’ hasta el momento no se ha aprobado.
Artigos e dossiês
El financiero, 1998/10/00 (México)
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