Las áreas naturales protegidas en México : entre el mito y la utopía

La economía ha sido entronizada como mecanismo fundamental para explicar todos los ámbitos de la vida y como criterio para relacionarse con la naturaleza. Los recursos naturales valen sólo en la medida en que se incorporan al proceso de producción. La manipulación que ejercemos sobre nuestro entorno ha conducido a la aparición de ecosistemas modificados que en términos de la teoría de la sucesión ecológica son incipientes, es decir, más simples, más productivos y menos estables, como los monocultivos. Pero las actividades humanas afectan cada vez más otros ecosistemas, e incluso al planeta entero. Una estrategia de conservación sensata consideraría el mantenimiento de la mayor diversidad de ecosistemas y la mayor variedad de estadios de sucesión ecológica, tanto de ambientes naturales como de aquéllos modificados por el hombre. Las ANP serían claves de una estrategia social que combinaría los ambientes urbanos e industriales, los ambientes productivos, los ambientes urbanos e industriales, los ambientes productivos, los ambientes de uso múltiple y los ambientes protegidos. Hay en México señales de que la utopía es posible: campesinos de Oaxaca o Sonora convirtiéndose en agricultores orgánicos; pueblos organizando sus propios aprovechamientos, como el Plan Piloto Forestal de Quintana Roo, comunidades indias defendiendo sus tierras y sus tradiciones; investigadores procurando encontrar en las culturas rurales soluciones para todos. Las ANP son espacios de nuestro planeta en los que el ambiente natural no ha sido significativamente modificado por la gente, es decir, donde se mantienen los procesos ecológicos básicos y donde se establecen condiciones especiales de protección. Más o menos en esos términos son definidas por la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección del Ambiente. Tal es el caso de los parques nacionales, los refugios o santuarios de animales, las reservas naturales y muchos otros sitios que reciben diversos nombres. Las reservas de la biosfera son un tipo de área natural protegida cuyo concepto fue desarrollado en el seno del programa El hombre y la Biósfera de la UNESCO (1974). En estas areas se pretende combinar la conservación de la naturaleza, la investigación científica, la vigilancia, la educación ambiental y la participación de la población local. Actualmente hay nueve reservas de la biósfera en México, que abarcan más de 4 millones de hectáreas. Sin embargo el famoso modelo mexicano, que postula la activa participación de los pobladores locales y de institutos de investigación, dista mucho de ser realidad. En el caso del trópico húmedo, la crisis de las reservas de la biósfera está relacionada, entre otras cosas, con el desmantelamiento que han sufrido los centros de investigación, la desmesurada velocidad del avance de la frontera agropecuaria y los grandes proyectos de desarrollo.