¿Cómo dar el salto desde la experiencia al conocimiento? Una vez revisada la información, dentro del testimonio de lo vivido y su recuerdo, y una vez enriquecida ésta con la documentación, se plantea la cuestión del método.
Sin embargo, luego de muchos a ños de obsesión por el método, en nuestras experiencias de capitalización ya no buscamos tanto por ese lado los medios para pasar al conocimiento. Más bien lo hacemos del lado de las ganas de compartir y de las maneras de hacerlo.
Ello no significa recha zar toda técnica o método de trabajo. Más bien, en la medida en que priorizamos una capitalización de la experiencia hecha por los actores mismos, tenemos el desafío de adaptarnos a la diversidad de culturas y estructuras mentales en vez de querer hacer entrar a todo el mundo en el marco intelectual de un método determinado.
¿Adaptarnos? En la medida de lo posible. Es así como hemos desplazado las exigencias: ya no están tanto en el método de producción del conocimiento sino más bien en las característi cas del compartir y por lo tanto en las del producto a compartir. En nuestras experiencias de capitalización hemos priorizado así la difusión impresa (un poco por gusto, un poco por falta de recursos y contextos para otras formas): las presiones giran entorno al tipo de publicación posible y deseada.
Pero, ya sea el libro, o el registro audio o audiovisual, o guiones teatrales, etc., lo importante es que los actores de experiencias se conviertan en autores de conocimientos tratando de satisfacer una nec esidad de comunicación más que el rigor de un método. Pues la comunicación es, tanto en la vida cotidiana como en el terreno, la primera de las formas de elaboración de conocimientos.
Así, toda la dinámica de trabajo de nuestras capitalizaciones ha girad o, permanentemente, en torno al baile entre los procesos de escritura y los « productos » a difundir.
Por una parte se trataba de precisar o de reinventar el tipo de productos, en función de lo que se iba a decir pero también en función de los lectores, de l público, sus costumbres, sus expectativas, en función de los circuitos de difusión, sus posibilidades y sus limitaciones.
Por otra se trataba, para la mayoría de nuestros autores, de hacer el aprendizaje de una escritura en diálogo, de una escritura pa ra algún otro con quien se quiere compartir, intercambiar, discutir, y no para llenar un formato, dar satisfacción a un jurado o a un superior, exhibirse o imponerse.
Por fin, se trataba de hacer compatible este conjunto de esfuerzos, de hacer presión co n el producto sobre procesos que languidecían o que se desviaban, de aprovechar los procesos para reflexionar y ensanchar las posibilidades del producto, renovarlo, llenarlo de aromas.
Entre los « productos » y el proceso general de elaboración, entre los productos » y los procesos personales de escritura, nuestras experiencias de capitalización han conocido todo tipo de rodeos, de plazos, de formas. ¿Podríamos reducirlas a un « método »? No, pero hemos sacado de ahí muchas lecciones que pueden inspirar y ayudar otras capitalizaciones.
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, Paises andinas
La obsesión por un « producto » puede ser tan mortífera como la obsesión por el método y enterrar ella también los procesos. De hecho nos ha tocado frustrar procesos personales porque no estaban de acuerdo con los plazos, las formas, las expectativas del producto. Asimismo muchos conocimientos « vivos » se han a veces « momificado » en un producto. Por lo tanto no se trata de caer en un nuevo sesgo.
Pero queda el subjetivo que nos guió: la comunicación no es un simple instrumento de difusión posterior de un c onocimiento preelaborado; ella guía y estimula la elaboración de conocimientos, su transformación, su enriquecimiento.
Sobre esta base, muchas pueden ser las maneras de trabajar la capitalización según los contextos, las culturas, los recursos, las sensi bilidades, etc.
Traducción de la ficha « Capitalisation : entre les produits et le processus »