Los niños de escuela, los colegas (campesinos o técnicos), los propios hijos, el yerno o la nuera…, son muchos los interlocutores privilegiados que ayudan a enriquecer el testimonio de una experiencia a la que se busca recoger y capitalizar: son aquella gente con la cual uno siente el placer de explicar para que comprendan, con la cual uno se esmera en brindar detalles o elementos que quedarían omitidos al hablar con un conocedor; ahí se explaya la tendencia a relatar y a detallar y, en consecuencia, a reforzar en vez de ir a los relatos fríos o de enterrarse directamente en las conclusiones. Y sus preguntas son grandes estímulos para profundizar, sea la presentación, sea la reflexión.
Pero no siempre es fácil hallarse en situaciones tan privilegiada s cuando se comienza una capitalización. De ahí la necesidad de encontrar un interlocutor que apoye el testimonio.
¿Cuáles serían los criterios para escogerlo? ¿Qué consejos darle para que desempeñe mejor su papel? Recién luego de haber cometido nosotros muchos errores al respecto, algo hemos empezado a aprender. Además sabemos que no existen dos testimonios que se parezcan. Pero he aquí algunas reflexiones elaboradas con Loyda Sánchez durante la capitalización del PRIV de Cochabamba, Bolivia, entre 1991y 1993.
¿Qué interlocutor? Podrían haber dos cualidades de base: la simpatía y el respeto.¡En ambas direcciones! Del autor a su oyente, del oyente a su autor. Esta es una condición esencial para que se instaure la actitud de diálogo tan buscada. Si el oy ente sólo está allí para ocuparse de la grabadora, anda aburrido y menosprecia (incluso inconscientemente) los dichos del autor, el juego quedará falseado. El respeto se expresa también a través de cierto profesionalismo: el oyente será a menudo el responsable o el guía de la transcripción posterior; sus notas manuscritas ayudarán a ubicarse en ella, a mejorarla; su respeto se expresará en sus esfuerzos por ayudar al mejor aprovechamiento posible del testimonio.
Se añade a ello una base mínima de inform ación y conocimiento sobre la experiencia en juego (o sobre experiencias semejantes) a fin de comprender y de que el autor del testimonio lo sienta (sin necesidad de manifestarlo siempre con palabras o con movimientos de cabeza: la actitud lo puede demostrar).
Habíamos pensado que cierta distancia del oyente con relación a lo vivido por el autor podía ser útil. Pero hemos constatado asimismo que podía suceder a veces lo contrario: un oyente que hubiera compartido los inicios de la experiencia, o su fina l, o ciertas opciones profesionales idénticas, o compromisos sociales semejantes, podía ser un interlocutor ideal para lanzar y volver a lanzar relatos y reflexiones.
¿Lanzar y volver lanzar? ¿Se trata entonces de que el oyente intervenga muy activamente ? Todo depende del momento en que se encuentre la capitalización. Un debate verdadero puede llegar a instaurarse, al final del testimonio o en sesiones posteriores.
En general, el oyente tiene tendencia a intervenir demasiado, o demasiado temprano. Es as í que -podríamos decir- nunca habría que interrumpir, o muy rara vez. Por supuesto alguna precisión puede parecer necesaria, o alguna contradicción puede pretender mayores aportes, del mismo modo que una pista puede ameritar más amplios detalles. Pero…¡Cuántas veces hemos comprobado, al revisar la transcripción por segunda o tercera vez, que una pregunta había cortado el hilo del pensamiento del autor y le había hecho perder cosas muy valiosas que nosotros, como oyentes, no éramos capaces de captar enese momento! Al menos una de cada dos interrupciones terminaba así por frustrar algo…
De ahí una disciplina para el oyente: tomar apuntes. En vez de entrar en el ping pong verbal, se trata más bien de prepararse para retomar más tarde, cuando el autor ha concluido y espera preguntas.
Sí, ese momento llega. No hay que confundirlo con la necesidad de un descanso para retomar el aliento, para reorganizar sus ideas. El silencio rara vez es un vacío, ¡suele más bien ser una preparación para la palabra! Tam bién es a veces una espera y es aquí donde conviene intervenir.
metodologia, comunicação
, Bolívia, Paises andinas, Cochabamba
No existen reglas para el apoyo al testimonio. Lo que aquí se menciona no puede servir más que de referencia para preparar o mejorar su práctica. En realidad, el oyente debe sobre todo reflexionar sobre su relación con el autor, de forma a facilitar la puesta en condiciones de diálogo. Esto difiere si uno es cercano o es distante del autor, si éste se encuentra en estado de crisis o de euforia, si… ¿Cómo saber todo esto? A veces es útil conversar por anticipado con el autor sobre lo que él espera de su oyente.
El PRIV=Proyecto de Riego Inter-Valleses realizado en Cochabamba-Bolivia, entre el Estado Boliviano y la Cooperación Alemana, desde 1977. La capitalización se hizo entre 1991-1993, a base de un apoyopresupuestal de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica, la GTZ. SANCHEZ, Loydaha sido allí la principal responsable del apoyo a los testimonios: ella escuchó, ayudó, registró, transcribió y pulió docenas de ellos.
Traducción de la ficha « Capitalisation : le choix de l’écouteur de témoignage »