Por una nueva constitución sin exclusiones

Pueblos andinos, una historia de lucha

Pakajaqi hoy conocido como Pacajes es una nación milenaria de raíz aymará. La provincia de Pacajes esta ubicada en el Altiplano Central, en el departamento de La Paz.

El pueblo Pacaje siempre fue un pueblo cultivado, pacifico y progresista. Fue el constructor del Tiwanaku o Tiahuanaco megalítico (civilización precolombina cuyo territorio estaba ubicado en lo que ahora es la frontera del Perú y Bolivia). Este milenario pueblo de vida armónica con la Naturaleza o Pacha, desarrollaba el arte, la ciencia y la tecnología. Fue violentamente diezmado por la invasión española de 1492.

Desde la caída del Imperio Inca, los españoles emprendieron el exterminio del Pueblo Pacaje en las minas de Potosí, en las haciendas y en los obrajes.

Los Pacajes son una de las naciones aymaras que se encuentran representados en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyo (actualmente Bolivia), CONAMAQ. Fundado el 22 de Marzo de 1997, aglutina a once organizaciones denominadas SUYUS o Regionales. Los Ayllus y Markas son estructuras territoriales y socio organizacionales prehispánicas y que han sobrevivido a las divisiones administrativas o electorales impuestas por el Estado.

No sólo 30 centímetros

La Organización de la Naciones Unidas ha desempeñado un papel decisivo en la descolonización de los pueblos sobre la base del « principio de la igualdad de los derechos y la libre determinación de los pueblos » consagrados en la Carta de la ONU. Sin embargo, las naciones indígenas todavía se sienten sometidas a la violación de sus derechos y al no reconocimiento de su autodeterminación.

Uno de los mayores problemas que visualizan en la región es la necesidad de reivindicar “tierra y territorio”, tenemos 30 CMS, no nos dan el espacio total, si hay minerales nos sacan del lugar, señala Víctor Cortez. Defienden el derecho ancestral que tienen sobre ese lugar, un derecho que no está ni escrito ni legalizado bajo las leyes actuales pero tiene más relevancia bajo sus propias costumbres. Así mismo, existe frustración por lo la marginación que sienten por parte del gobierno. No hay apoyo o estímulo en lo productivo para las comunidades indígenas.

Leyes y tradiciones que resisten

Esta comunidad posee una organización propia, y aunque las cosas han cambiado, es posible reconocer un sistema de gobierno ancestral, basado en la cosmovisión y en el manejo completo que tenían sus antepasados del tiempo, de la Pacha y el análisis del universo, que finalmente les entregaba información para planificar sus actividades.

Eso si, su sistema económico no logra encontrar el equilibrio de antaño. Si había buena producción, el sobrante se entregaba al gobernante para que éste la guardara y administrara en períodos de baja producción, hoy, ese sistema resulta imposible de implementar.

Otra de las prácticas que tratan de conservar es la Ley de Reciprocidad Ayni, la cooperación con el trabajo del otro, para luego recibir a cambio esa misma cooperación sin pedir remuneración económica y poniendo en la tarea la misma voluntad que se recibió.

Pero lamentablemente cada día se hace más difícil mantener esa forma de vida, es por ello que, como nunca, estas comunidades reconocen la importancia de tomar los resguardos correspondientes a fin de preservar estos modos de vida y saberes ancestrales.

Reivindicaciones a todo nivel

Para CONAMAQ es indispensable el derecho a tierra y territorio, y al recurso agua a fin de darle un uso racional para la producción y el consumo humano.

En lo político, han establecido alianzas con entidades cívicas que están representadas en la Asamblea Constituyente para poder llevar allí sus reivindicaciones. Entre las más relevantes se encuentran la elección de sus propios usos y costumbres y la autodeterminación y su reconocimiento explícito por parte de la Asamblea Constituyente.

Así también exigen al Senado la firma y respeto a los Tratados Internacionales, especialmente el de la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU, que reconoce el derecho de estos pueblos a su autodeterminación y a preservar y fortalecer sus diferentes instituciones políticas, legales, económicas, sociales y culturales, al tiempo que mantienen sus derechos a participar de manera plena, si así deciden, de la vida económica, social y cultural de los países donde viven. Ante esta legalidad que los ampara, Cortez denuncia la falta la voluntad política para que en la práctica estos mandatos se cumplan.