Configurando el papel de la trabajadora sexual en la sociedad del consumo.
08 / 2005
: La historia nos ha presentado la prostitución asociada tanto a prácticas culturales como sociales, las cuales han dado lugar a sus variables estigmatizadoras.
El fenómeno de la prostitución tiene larga data. En cualquier periodo histórico, en cualquier estructura o régimen social, un sector de mujeres debe intercambiar sexo por dinero, o algunos hombres, a través de su dinero, tienen el poder de pagar por obtener fantasías, placer, goce o compañía.
En la antigüedad (300 años a. de C.), encontramos constancia de un tipo de prostitución hospitalaria, en el sentido de institución ya establecida. En aquella época, era usual ofrecer una mujer al visitante, símbolo de bienvenida, y establecer un intercambio comercial para la adquisición de bienes para la familia.
En la época de Solón (650-558 AC), se crea la primera casa de tolerancia de la historia en la ciudad de Atenas, bajo la protección de la diosa Venus Pandemos, que personificaba todas las prácticas de la prostitución. De este modo, se elevaba la prostitución a algo sagrado, asociándola a la unión de Dios con la sexualidad humana. Más tarde se desacraliza, transformándose en un fenómeno social, objeto de comercio regulado, para la creación de nuevos recursos fiscales.
La superación de algunos tabúes sexuales en determinados sectores sociales, y la quiebra de las tradicionales inhibiciones, no han ido eliminando las bases económicas, sociales e ideológicas que marcan la existencia de la prostitución.
Las trabajadoras sexuales no disponen de una identidad autónoma. Su situación vital está estrechamente subordinada a las normas sociales. De esta manera, las trabajadoras sexuales no están integradas socialmente, viven inmersas en una sociedad que valora el mundo de las cosas y devalúa el mundo de las personas, por ello, la pretendida libertad de la venta del cuerpo, resulta desprotegida legalmente.
Fundación Margen, nace el 12 de Mayo de 1998. La asociación ANGELA LINA, nace en el año 1993, a raíz de la necesidad de defender los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, a raíz de que, durante el período de dictadura militar en Chile, las fiscalizaciones policiales eran verdaderos abusos de poder en contra de ellas. Durante ese tiempo, las trabajadoras sexuales se reunían en la parroquia del Sagrado Corazón, donde el padre Alfonso Baeza, realizaba distintas convocatorias a fin de prepararlas en ciertos oficios, los que les permitirían desarrollarse en otras actividades.
La Fundación Margen posee como objetivos fortalecer a las mujeres en condición de vulnerabilidad social, a través de un liderazgo que permita apoyar y destacar las capacidades y habilidades de cada una de ellas. Paralelamente, existen 2 sindicatos de trabajadoras sexuales a nivel nacional. Estos han permitido generar hasta la fecha cuatro congresos de trabajadoras sexuales, tanto a escala nacional como internacional, con la idea de compartir experiencias y establecer lazos de apoyo. En el último congreso se gesta la idea de defender sindicalmente sus derechos laborales (tomando en cuenta que esta actividad no esta sujeta a contrato), y así optar a una previsión de salud, entre otras cosas.
En definitiva, estas organizaciones son el único espacio para que aquellas mujeres vulnerables, se sientan valoradas por el sistema en que viven. Son instancias de integración y participación, que permiten de alguna u otra forma generar una identidad de grupo en la sociedad actual.
En cuanto al consenso social, por la defensa de la actividad como una profesión necesaria y funcional para la sociedad, se persigue que las trabajadoras sexuales queden indemnes ante las acusaciones y reproches socio-morales que afectan al trabajo sexual. Se defiende la necesidad social del trabajo sexual, ya que la sociedad está determinada a coexistir con la trabajadora sexual, cuya actividad es útil y provechosa para el conjunto de la sociedad.
De esta manera, el pacto social exige que un grupo social venda su cuerpo para satisfacer las necesidades de otro grupo social, que tiene posibilidades de imponerse. La trabajadora sexual asume su rol y se presenta como alternativa legítima a la sexualidad procreadora. Ella es la interlocutora válida y comprensiva del varón, la única capaz de atenuar los conflictos intraconyugales y de aliviar la insatisfacción continuada que reporta el hombre dentro de la institución matrimonial.
Esta defensa de la profesión, de la identidad de trabajadora sexual como figura social al servicio de los varones, no hace sino configurar el papel de la mujer (trabajadora sexual) en el contexto de las relaciones heterosexuales. Ha consolidado el trabajo sexual femenino como complemento necesario del matrimonio monogámico patriarcal.
Es importante considerar que la prostitucion no se funda en una búsqueda amoral de ganancias; ni en el uso de estos ingresos para gustos personales. El trabajo sexual femenino no es un feudo del placer y menos aún del disfrute corporal de la mujer. La trabajadora sexual cumple con su rol y lo desarrolla eficazmente.
El trabajo sexual femenino es una actividad productiva, porque posibilita a algunos grupos sociales desfavorecidos, en este caso las mujeres de bajo estrato social y de baja calificación profesional, superar los niveles de vida más elementales y obtener ingresos superiores a los de cualquier trabajo marginal o no calificado. La situación laboral de la trabajadora sexual más marginal, frente a la de un asalariado medio, es privilegiada, dado que necesita una menor dedicación para conseguir ingresos equivalentes. Además disfruta de flexibilidad de horario, y de no estar sujeta (en teoria) a ningún patrón.
De esta manera, la trabajadora sexual se ha definido como un trabajador autónomo, libre de servidumbres y único dueño del producto de su trabajo. Por lo tanto, el trabajo sexual permite participar de las pautas de consumo imperantes en la sociedad.
Tomando en cuenta, que cualquier aspecto de la profesión en el pasado, aparece enjuiciado favorablemente, la situación de estas mujeres ha variado a través de las épocas y regímenes sociales. Hoy, todo el discurso que hace referencia a la descripción del trabajo sexual está teñido de valoraciones negativas.
Es importante destacar que el trabajo sexual, además de sufrir la discriminación de ciertos sectores de la sociedad, también sufre las consecuencias de la crisis económica, que ha provocado un empobrecimiento relativo de las personas dedicadas a esta actividad.
La prostitución es un fenómeno social, que necesariamente debe ser abordado por el Estado. Es un problema social y de seguridad prioritario, que el Estado no ha enfrentado con voluntad política. Las modalidades de explotación sexual que eran exclusivas a determinadas regiones del mundo para la industria del sexo, han sido atomizadas para convertirlas actualmente en una gran nube que cubre a todos los continentes. El cielo que abriga a las naciones latinoamericanas, está nublado por la densa violencia del patriarcado hacia la población femenina.
En definitiva, la prostitucion es un fenómeno social que va en aumento, debido al crecimiento de la pobreza, a la falta de oportunidades laborales y a la creciente desigualdad social que vive la región.
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, Chile, América Latina, Santiago du Chili
Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
El trabajo sexual debe producir un cambio insospechado en las vidas de estas mujeres. No se trata de cambiar o comenzar cualquier oficio, se trata de tomar una actividad completa, con todos sus componentes y estigmas. Inevitablemente, se produce una especie de ruptura entre el yo y la sociedad, se produce una especie de división esquizoide entre el yo dueña de casa y madre, y el yo prostituta. Es una especie de lucha entre el bien y el mal.
En el ámbito societal, se valoran las conductas hedonistas del hombre y les pone precio a ellas (mujeres). En ese contexto, el cuerpo que proporciona el placer es susceptible de ser tasado como un bien transable en el mercado. De esta manera, queda la sensación de que este fenómeno es otra expresión más de dominación culturalmente construida por hombres hacia y sobre las mujeres.
Es importante considerar que la trata de mujeres se ha incrementado en áreas de gran desempleo y con crisis financieras. Por lo general son reclutadas mujeres que buscan rápidos y fáciles ingresos, dinero que en su mayoría va a parar a manos de proxenetas. El tráfico de mujeres provoca rechazo en la mayoría de los países, levantando sentimientos de solidaridad y compasión incluso en Latinoamericana donde la trata de mujeres sigue en aumento a causa de la pobreza y precariedad en que viven.
En definitiva, legalizar la prostitución se hace necesario. Es una forma de proteger a éstas mujeres obligando a regular administrativamente el ejercicio de la actividad mediante sistemas de ficheros, controles sanitarios y aplicación de tasas. Se situaría a la prostitución bajo control médico y judicial, determinando en qué lugares se puede ejercer la actividad, y limitando su acceso a los menores de edad. Esta medida aumentaría la seguridad física de las prostitutas y acabaría en gran medida con las redes criminales organizadas. También se controlarían las enfermedades de transmisión sexual, el delito a gran o pequeña escala, así como evitar el escándalo público.
Por lo tanto y desde lo anteriormente planteado, son los distintos organismos encargados de alzar la voz por estas mujeres, los que tienen por objetivo plantear sus necesidades y problemas, para que finalmente se pueda articular él “yo mujer” y él “yo prostituta”. Es así como las trabajadoras sexuales dejarían de estar determinadas socialmente a ser la “otra cara de la moneda” del sexo femenino, disponiendo de una identidad autónoma que les permita integrarse a la sociedad en que viven.
Véase, La prostitucion de las mujeres, Fondo General de la Cultura. Fundación Margen
Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
Entrevista
Entrevista a LÓPEZ, Guillermina, Presidenta de Fundación Margen. El sindicato de trabajadoras sexuales “ANGELA LINA”, nace bajo el alero de la Fundación Margen.
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