En busca de concertación y de nuevos instrumentos de protección, el sindicalismo chileno se construye una nueva identidad.
08 / 2005
Históricamente, los sindicatos han aspirado a representar los intereses de un grupo socialmente diferenciado, con una cierta identidad y valores propios. Este tiene por objetivo, entre otros, asumir la representación y legítima defensa de sus asociados, así como promover los intereses económicos, sociales y culturales de los mismos.
El sindicalismo representa, esencialmente, el punto de vista del productor frente al dueño de los medios de producción y frente al consumidor, en lo concerniente a la reforma del trabajo actual, a la organización de la industria, y no solamente en la pretensión de obtener mayores salarios, sino también por una reivindicación social.
El modelo de crecimiento “hacia adentro” o sustitución de importaciones implantado en la mayoría de los países latinoamericanos a partir de la década de los treinta, impulsó la industrialización y el mercado interno, y con ello favoreció el surgimiento de la clase obrera y de sus organizaciones sindicales. Estas últimas tuvieron un peso y una influencia significativa en la configuración del sistema económico, social y político. Esto lo lograron no sólo gracias a sus niveles crecientes de organización y sus luchas, sino también gracias a sus aliados, los que fueron, sobre todo, los partidos políticos. Ciertamente que estas modalidades de ejercer influencia y de articularse con los mediadores dio resultado en la organización, ideología y formas de acción del sindicalismo. Repercutieron de manera diferenciada, impregnando en uno u otro sentido al movimiento sindical.
Este modelo de desarrollo “hacia adentro”, permitió el surgimiento de, por lo menos, tres tendencias sindicales con distintas ideologías, orientaciones, programas, formas de organización, de lucha y acción.
Primero se encontraba el sindicalismo de clase, en segundo lugar, el sindicalismo populista, y la tercera tendencia corresponde al llamado sindicalismo libre, que en Chile se denominó gremialismo; lo que en la década de los 80 y 90 se redefinió como sindicalismo de mercado.
Pero este panorama cambió, cuando el modelo sustitutivo de importaciones entró en crisis, lo cual arrastró consigo las formas de representación sindical que coexistieron y se desarrollaron bajo el imperio de dicho paradigma. De esta manera, los cambios estructurales que afectaron a las sociedades latinoamericanas en la década de los ochenta y que se prolongaron hasta los 90, influyeron profundamente en las organizaciones de los trabajadores y en la acción sindical.
La acción sindical en Chile esta marcada por fechas de gran importancia. En 1973, fue el año en que cambiaron radicalmente todas las dimensiones (políticas, económicas y legales), incluyendo al área laboral. En el año 1982, sobrevino la crisis económica recesiva provocada por el excesivo endeudamiento de la economía chilena. En 1988, se viven los momentos de cambio en el contexto político, tras la derrota de Pinochet en el plebiscito y el advenimiento del régimen democrático. Y los años 1991 y 1992, son los primeros años de democracia, identificados en lo laboral por ciertas reformas legales y por la voluntad política para impulsar la concertación entre el gobierno, los empresarios y los trabajadores. Son estos algunos de los contextos, que influyeron profundamente en los movimientos sindicales.
Los cambios objetivos que experimenta el mercado del trabajo están impactando fuertemente en la subjetividad de los trabajadores. La desaparición del empleo estable o de por vida, la estabilidad laboral como un fin social a proteger, la vida más efímera de las empresas, la atomización de las mismas, la fuerte variabilidad que experimentan los ingresos, el desplazamiento físico de los lugares de trabajo, la temporalidad y precariedad de los empleos; inciden fuertemente en los trabajadores. Además, modifica la priorización de sus demandas y expectativas.
El movimiento sindical del colegio de profesores, pertenece a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), es de carácter autónomo, y está guiado por el sentido de la reivindicación salarial y profesional. Este sindicato, integra a la Asociación Latinoamericana de Educación, como también la Asociación Mundial de Educadores. Éstas, proponen construir y sistematizar un conocimiento sobre el sindicalismo docente en la región, en el convencimiento de que ello será un aporte, a favor del mejoramiento de nuestros sistemas educativos.
Según Adolfo Antipan, el Movimiento Sindical del Colegio de Profesores de Chile se ha planteado como objetivo unificar los criterios y planteamientos, a fin de hacer aportes en relación al tema de la educación, y postularse como conocedores, sabedores de las necesidades educacionales del país y por ende, marcar presencia en este sentido.
Este movimiento ha venido lidiando con diferentes grupos partidistas que existen en el país, cuyo interés ha sido utilizarlos para sus fines políticos, teniendo una visión sesgada de lo que es la educación. Careciendo, además, del eje central de lo que el gremio de profesores quiere hacer, que es atender a una demanda fuerte, relacionada con una educación pública de calidad y con acceso para todos.
Adolfo Antipan Pilquinao, considera que el Estado es el encargado de entregar la educación tomando en cuenta la situación geográfica del país, los distintos habitantes, sus costumbres y concepciones de la vida, lo que hace necesario que haya un patrón cultural que los dirija. Por lo tanto, lo que se exige es que el Estado es quien sostenga la educación, que participe y determine las políticas educativas y no sean los grupos económicos dominantes de la sociedad de hoy los que las determinen.
Esta organización gremial, se encuentra en un constante diálogo con el Ministerio de Educación en relación a lo que significa la integración de los niños en Chile, representando los intereses de los profesores, pero también, exigiendo ser partícipes de los cambios que se implementen cuando se planifiquen las políticas educacionales.
El proyecto « Sindicalismo Docente y Reforma Educativa en América Latina », se propone construir y sistematizar un conocimiento sobre el sindicalismo docente en la región. Lo que promueve esta organización sindical es la defensa de la educación pública, para así hacer visible la realidad educacional de América Latina. Además, ir generando un mayor espacio para la integración y reconstrucción de una fuerza social, que sea capaz de disputar la codirección del proceso de globalización, a fin de modificar el actual modelo en desarrollo, introduciéndole dimensiones más justas y humanas.
Es importante destacar, que el actual escenario neoliberal no es él más apto para el desarrollo de los movimientos sindicales, generando más bien un receso de los sindicatos que un crecimiento de ellos. Ante la ola de cambios que históricamente han sufrido los sindicatos (legal, político, económico y cultural), se han visto obligados para seguir funcionando, a cambiar su lógica de acción sindical, pasando del conflictivismo hacia la concertación. Cambio que pone en juego muchos elementos arraigados en la tradición e historia sindical: la delimitación de los intereses particulares, la noción de conflicto y de negociación, y el papel de las alianzas. En suma, la misma identidad del sindicato se pone en juego.
Por lo tanto, mas allá de la propia fuerza que puedan tener las fuerza sindicales, ya no es desde la oposición al sistema donde se va construyendo un proyecto unitario, de integración e identidad, sino más bien a través del camino de la concertación social con el gobierno y los empresarios. Lo que llevaría a nuevos tipos de organización para mejorar la representatividad y reconstituir la identidad de sindicato en sectores estratégicos como fuentes de poder.
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Integración regional en América Latina : Chile, Colombia, México
Es importante partir preguntándose ¿La actual forma de organización de los trabajadores es capaz de enfrentar eficientemente la explotación empresarial? Esta pregunta, representa una de los tantas interrogantes que nos hacemos hoy en día en la era del neoliberalismo. Sistema que junto a la apertura económica al mercado internacional, acompañada por una legislación laboral débil y la privatización de las empresas estatales, han debilitado la acción sindical.
Por lo tanto frente a este contexto, el sindicalismo tiene como único camino gestionar la modernización para ser capaz de hacer propuestas sobre el Estado, el mercado y la lógica de las relaciones sociales. Y para esto, tiene que contribuir a la creación de una concertación social con el gobierno y los empresarios, pero al mismo tiempo tratar de impulsar un cambio, principalmente en el plano de las relaciones laborales de la empresa.
En este nuevo marco en que se inserta el sindicalismo actual, la pregunta de fondo es ¿Tenderá el sindicato a ser una reliquia que desaparecerá paulatinamente por no ser relevante?. Ojala que no, ya que el sindicalismo hay que considerarlo, mas que un fenómeno estructural sin salida, más bien como un desafió, donde deberá asumir los nuevos temas: el empleo flexible, las nuevas tecnologías que impactan sobre el empleo, la calificación, la salud y seguridad, el salario, la organización del trabajo, la organización sindical y la conexión entre movimientos económicos y culturales. Desarrollando al mismo tiempo, nuevas lógicas de acción y nuevos procesos de construcción de identidad.
Véase Neoliberalismo y Movimiento de los Trabajadores (Colección CLAT), y Democracia sin Movimiento Social (Michaela Hellman).
Esta ficha fue realizada en el marco del desarrollo de la alianza metodológica ESPIRAL, Escritores Públicos para la Integración Regional en América Latina.
Entrevista
Entrevista a ANTIPAN PILQUINAO, Adolfo, profesor de educación diferencial y dirigente del Colegio de profesores de Chile. Integrante del nuevo movimiento denominado: Fuerza Social y Democrática.
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