La experiencia de la Asociación Mexicana de Agricultores Ecológicos -AMAE- y los retos en la construcción de la agricultura sustentable

AMAE tiene dos años de existencia. Es una convergencia de productores privados, empresarios de la agricultura, organizaciones campesinas del sector social y agentes del incipiente mercado de productos orgánicos en México, así como de empresas comercializadoras y exportadoras de productos orgánicos. Hay tres "raíces" en la asociación: a)la más fuerte surge de motivaciones místico-religiosas, muy asociadas a las tradiciones y raíces culturales de las mismas comunidades indígenas. b)La motivación ambientalista o ecologista, que surge sobre todo de los grupos trabajan en las reservas y parques; y c)La búsqueda de opciones ambientalmente sanas que aseguren a la vez ingresos a los productores (sobretodo por motivaciones de agentes externos a las unidades de producción o a las comunidades productoras). También hay una corriente que parte de constatar las dificultades enfrentadas por la agricultura a raíz de las políticas de ajuste macroeconómico que se están dando últimamente en el país, bajo los modelos de "agricultura moderna".

A partir de esas tres fuentes se observan experiencias muy exitosas a lo largo y ancho del país, destacando las de los cafetaleros. México es pionero de la cafeticultura orgánica. Tenemos la experiencia de producción y exportación de café desde 1967; hay un proceso bastante avanzado que ha logrado integrar organizativamente de manera horizontal los productores del sector social; verticalmente se ha integrado en los procesos de producción, comercialización, transformación y la distribución, asociada a toda una serie de campañas de carácter ambientalista, de carácter social, solidario en los mercados y en las fuentes de producción.

Sin embargo, estos proyectos, por muy exitosos que hayan sido a nivel de las comunidades y las empresas campesinas, tienen actualmente muy limitados resultados. La agricultura orgánica no puede darse en unidades de producción aisladas; tiene que ir más allá de una agricultura marginal y arcáica. Es necesario desarrollar una nueva agricultura que rescate elementos culturales y aspectos tecnológicos tradicionales, pero que también sistematice toda una serie de experiencias nuevas, incluyendo tecnologías de punta.

Otra limitante es la cuestión cultural, tanto en términos de las concepciones de los mismos productores como de la sociedad en su conjunto, el mismo mercado, local o internacional. Tenemos unos hábitos de consumo muy corrompidos y aprovechamos muy pocas especies.

Un aspecto vital es la política agrícola, el modelo de desarrollo que tenemos en el país. No podemos hablar del desarrollo de una agricultura alternativa, una agricultura sana, justa, sin cuestionar un modelo que resulta contradictorio con esta agricultura.