¿ Eficiencia empresarial campesina ?

El imperio de la competencia y de la rentabilidad va acompañado de un paradigma universal: el de la empresa privada capitalista. Ante el arrollador embate de este modelo ¿qué queda de las rancias nociones que proponían la especificidad y hasta las virtudes de la economía campesina?

La lógica empresarial es algo serio. Pero hay una prédica empresarial trivializada, de receta, que presenta como fácil lo que en verdad no lo es, y que forma parte del pensamiento mágico del neoliberalismo económico. Esta circula hoy como moneda corriente entre los impulsores institucionales del desarrollo social, e incluso se empieza a generalizar en el ámbito de las organizaciones campesinas más desarrolladas y conscientes, ocultando detrás de la cortina de humo de la eficiencia gerencial los verdaderos problemas de la democracia económica y el desarrollo ambientalmente sostenible.

¿Realmente los campesinos de base pueden, deben o quieren transformarse en empresarios? ¿Los aparatos económicos de las organizaciones campesinas han de conformarse con una gestión de corte capitalista? ¿O por el contrario el concepto de empresas sociales o de empresas solidarias se refiere a algo más que la propiedad colectiva, y supone una tecnología que rebasa con mucho el horizonte de la administración gerencial?

Esta discusión, indispensable para los actores sociales que se plantean los retos del desarrollo y no sólo los del crecimiento, proporciona un marco adecuado a las cuestiones ambientales. Si los campesinos y las comunidades agrarias devinieron cómplices del ecocidio moderno, al interiorizar de grado o por fuerza la lógica del capital global, es de esperarse que las novísimas recetas empresariales que hoy se les venden sean tan ecocidas como las anteriores. En condiciones de pobreza leve, mediana o extrema, en un contexto macroeconómico cada vez más desfavorable, con una raquítica disponibilidad de bienes de capital y una dotación de recursos naturales rala e históricamente deteriorada ¿es realmente posible para los campesinos parcelarios o asociativos hacer despegar proyectos que de inicio garanticen subsistencia familiar, rentabilidad empresarial, sostenibilidad ecológica? ¿bajo qué condiciones de esto es posible?

Lo cierto es que el modelo empresarial, plausible en ciertos aspectos, nada tiene que enseñar en otros. La reconversión eficientista, encerrada en los estrechos límites de la lógica de mercado, carece generalmente de consideraciones sociales y ambientales. Y aún si los proyectos emanados de este modelo fueran viables en términos estrictamente económicos, con frecuencia resultarían socialmente inaceptables. Los actuales planes de reconversión en el mejor de los casos atienden la rentabilidad, dejando de lado las cuestiones decisivas de empleo, ingreso, calidad de vida, sustentabilidad ambiental, pues el paradigma empresarial en que se fundan es insuficiente para enfrentar los retos del desarrollo, y más aún en su versión trivializada.