Un desplazado en travesía por la cultura

La ciudad de Medellín es la capital del departamento de Antioquia, en Colombia. Se fundó sobre las estribaciones de la cordillera central que atraviesa el país. Sus habitantes se conocen en otras partes del país como « paisas ». Allí existen diferentes organizaciones sociales que se preocupan por la defensa de los derechos humanos.

Una de esas organizaciones es la Corporación Área Artística y Cultural, creada sin ánimo de lucro hace veinte cinco años. Sus opciones son el arte y la cultura popular como alternativas para la sensibilización de la problemática social, por lo que facilitan a las clases menos favorecidas de la ciudad su acercamiento a la música, la poesía, el teatro y otras manifestaciones artísticas.

La Corporación se reúne junto a otras entidades alrededor de Planeta Paz, proyecto que con programas de fortalecimiento a líderes y organizaciones de los sectores sociales y populares pretende persuadirlos de la importancia del papel que juegan en la construcción por la paz de Colombia. En su deseo por cualificar esta propuesta, colabora con el traslado de líderes sociales a eventos que plantean alternativas para una solución política negociada del conflicto y que ocurren a lo largo y ancho del país.

Son precisamente estos líderes el alma del proceso. Uno de ellos es Darío Henao Torres, secretario de la mencionada Corporación. Darío recuerda que desde muy joven está inmerso en los procesos sociales que aspiran a « una patria más justa y con mayores oportunidades para todos ».

Tuvo que abandonar Barrancabermeja, su ciudad natal, sin terminar el bachillerato, debido a la « violencia estatal » contra aquellos sectores --obreros y sindicales-- que buscaban mejores condiciones de vida y oportunidades sociales más equitativas, pero que se les calló « a bala ». Se convierte entonces en uno más de los miles de desplazados en Colombia.

Darío se instaló en Medellín, donde termina sus estudios secundarios e ingresa a la universidad. Estudio electrónica y actualmente aprende ingeniería informática, pero sin perder ese contacto con la situación del país y colocándose al lado del « más débil », palabras que en ningún momento significan vencimiento para él.

Los ideales de Darío son crear una conciencia en la ciudadanía para que salga de la uniformidad comunicativa en que vive y buscar alternativas de comunicación y organización de los movimientos sociales que están defienden no renuncian a que « el ser humano sea tratado realmente como un ser humano ». En algunas ocasiones, dice, crece el sentimiento de impotencia por la unificación del pensamiento a través de lo que él llama « la combinación perversa de los medios de comunicación y el terror ».

Él está dispuesto a defender siempre los derechos humanos. Sabe que está viva la llama por la búsqueda de un mejor país y que no se apaga. « Somos más de los que yo pensaba, aunque muchísimos menos de los que yo quisiera ». Y esto le da un nuevo aire, le imprime fortaleza a la hora de continuar el camino. Las plenarias, seminarios y charlas sobre la búsqueda de la paz le parecen ejercicios democráticos muy valiosos, pero piensa también que son ejercicios muy tímidos, « deberían ser un poco más contestatarios » a pesar del temor a la represión y a la criminalización de los movimientos sociales. « No es el fin de la historia, como lo hacen creer algunos », afirma, y no hay que « tratar al gobierno con delicadeza ».