Un mundo más humano es su proyecto personal de vida
10 / 2003
Cuando en Colombia se piensa la construcción de la paz, por lo general se habla de los actores del conflicto armado, pero casi siempre se desconocen los aportes de los individuos. Entonces hablemos ahora de una experiencia de vida (radical) en la que su protagonista se ha esforzado por edificar un proyecto de vida coherente con esa construcción.
María Janeth Acosta se hace llamar hoy María Libertad. Es una escritora revolucionaria que nació el 6 de octubre de 1945 en Calarcá, municipio del departamento del Quindío, perteneciente al Eje Cafetero colombiano. Más exactamente, nació en la vereda Quebradanegra, en una familia campesina de buen nivel económico. Su infancia la vivió dentro de los paisajes quindianos, pero a los 13 años tuvo que irse para Bogotá, luego de que en los años cincuenta, en la época conocida como "La Violencia" murieran asesinados sus padres, quienes como muchos otros campesinos, por su filiación política (liberal o conservadora) eran perseguidos y cruelmente asesinados.
María Libertad llegó huérfana a la capital y allí se contactó con las Hermanas de la Presentación, quienes le dieron la posibilidad de recibir sus estudios básicos en el Colegio San Façon, de donde, con el apoyo del sacerdote Camilo Torres fue promovida con una beca para estudiar sociología en la Universidad Nacional. Pero la persecución política de la que fue víctima el sacerdote Camilo Torres hizo que no pudiera continuar con sus estudios en Colombia.
Viajó entonces a Cuba y a la Rusia Soviética, donde por su militancia política comunista recibió formación ideológica y académica. Tres años después vuelve a Colombia y se vincula al M-19 (movimiento guerrillero colombiano que se desmovilizó y ahora actúa en la legalidad), al Frente del Eje Cafetero, con Iván Marino Ospina. Fue militante en la ciudad y luego se hizo guerrillera, como única alternativa ante la cacería de brujas que desató el Estatuto de Seguridad impulsado por el gobierno del presidente Turbay Ayala, entre los años 1978 y 1982.
Los dirigentes del M-19 la enviaron a una correría por varios países latinoamericanos:Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. En ellos vivió algún tiempo en medio de las dictaduras chilena, argentina y boliviana, aunque allí inició estudios de antropología, que tampoco terminó porque viajó a Nicaragua. Este periplo le tomó 10 años de su vida y regresó a Colombia para acogerse al proceso de paz que culminó con la entrega de armas del movimiento M-19.
Pero ella no firmó la paz, lo que la hizo disidente del grupo y se vinculó al movimiento Jaime Bateman Cayón para proteger su vida. En este proceso duró un año, luego del cual se reincorporó a la vida civil y regresó al Quindío. Se vinculó a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad del Quindío, donde estudio Literatura. Además se afilió a la Red Nacional e Internacional de Mujeres Excombatientes.
María Libertad es ahora abuela de 6 nietos y trabaja como líder comunitaria en la Comuna 1 de la Ciudadela Bolívar en el Quindío. Es además veedora y participa en el diplomado sobre comunicación con el poyo de la Organización de Vivienda Popular de esta zona del país.
María Libertad se formó políticamente en la izquierda en medio de grandes experiencias. Ella, igual que muchos otros colombianos, dedicó buena parte de su vida a través de la lucha armada a conseguir un nuevo orden y equidad social, pero hoy, sin arrepentirse, ve un futuro promisorio, aunque exigente. Ahora se la juega por el proyecto político propuesto por el Polo Democrático, participando para ser elegida dentro de las listas para la Juntas de Acción Comunal.
Esta historia de vida, antes que ser una propaganda política, sólo pone de manifiesto una forma comprometida de lucha por la construcción de un país mejor. Suele pensarse hoy que la vía usada por María Libertad al vincularse al grupo armado no fue la más adecuada, pero es sólo una opción. Ella misma convida a las demás personas a comprometerse con un proceso integral que permita la participación y el logro de objetivos claros. Si nuestro objetivo es la paz, el compromiso con ella nos invita a ser coherentes desde lo cotidiano. Desde el diario vivir, en el contacto con nuestros hermanos colombianos y con los seres humanos en general está el secreto de alcanzar la paz.
Como dice María Libertad:hay que estar dispuesto a ofrecer la vida si es necesario. En nuestros corazones no debe haber odios, pero sí nos deben doler las injusticias sociales. Y esto nos llevará indefectiblemente a un compromiso con la vida.
En Colombia existe un imaginario muy fuerte acerca de lo que es trabajar por la paz. Se cree que la paz es una labor que puede prescindir de la mayoría o que la participación de un ciudadano común es muy poco importante. Además, aunque existen campañas de sensibilización frente al conflicto, se deja de advertir que el verdadero asunto es otro que va más allá.
La paz en Colombia no sólo depende de un acuerdo político firmado entre las grandes esferas dirigentes de los grupos armados (estatales o no). Es una construcción que debe incluir la participación de cada uno de los integrantes de esta sociedad, con el fin de hacer de este un país realmente incluyente y equitativo. Es cierto que hay medios radicales de lucha, con los que se busca el cambio general de la sociedad, pero desde lo cotidiano podemos educar a nuestros hijos y pensar esos espacios como lugares de construcción de paz.
Ficha realizada en el evento "IV Plenario nacional de la asamblea permanente de la sociedad civil por la paz", Bogotá, Colombia, 9, 10, 11 de octubre de 2003. Para obtener más información acerca de María Libertad, puede usted comunicarse al número telefónico 7458096 en Armenia (Departamento del Quindío-Colombia) o enviar correspondencia a la Calle 2 No. 14-150 o también a la Defensoría del Pueblo de Armenia
Entrevista con ACOSTA PATIÑO, Maria Janeth (Excombatiente del M-19)
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