El Estado que en los 70s se había metido hasta la cocina, se retira sin decir ’agua va’ y sin pagar los platos rotos. La economía ficción burocráticamente programada es sustituída por la desregularizacion generalizada y el presuroso desmantelamiento de las paraestatales del campo. Al fetichismo del Estado sigue el del mercado, y la asignación racional de los recursos deja de ser tarea de los ineptos planeadores gubernamentales para pasar a las sabias manos de la "libre concurrencia". Se emprende un proceso de descampesinización salvaje vía apertura del mercado y supresión generalizada de los subsidios.
¿Se pretende fomentar la autonomía campesina robusteciendo los proyectos del llamado "sector social(SS)" de la producción agropecuaria, o por el contrario se trata de liquidar al sector mayoritario del campesinado y abrirle paso al capital con vocación agroexportadora? ¿Se busca el desarrollo de la agricultura modernizando a los campesinos, o se pretende suprimir a los campesinos para modernizar la agricultura?
La importancia de apellidarse social
El sector social de la producción sólo será tal si se le asignan funciones expresamente sociales; y entonces su existencia no puede depender exclusivamente de los designios de la "libre concurrencia". El SS de la producción debe satisfacer requerimientos legítimos pero insolventes, debe hacer posible lo que, siendo socialmente necesario es condenado por el mercado. Y todas estas son tareas del Estado: funciones compensatorias o redistributivas, de justicia social o de fomento, cuestiones de soberanía, de promoción cultural o de preservación del medio ambiente, todo de interés nacional.
El Estado debe replegarse de la gestión directa de ciertas funciones que, siendo de interés público pueden ser operadas con mayor eficacia por empresas privadas o por instituciones asociativas cuando además de eficiencia se requiere planeación democrática, gestión participativa y control social. Lo primero es simple privatización, lo segundo es socialización y descentralización de funciones, sustitución de la instrumentación burocrática por la gestión asociativa. La reconversión agrícola neoliberal se reduce a lo primero, la reforma democrática rural que se proponen los campesinos organizados consiste fundamentalmente en lo segundo.
Si la retirada del Estado es sólo privatización, la batalla campesina está perdida, porque lo que persiguen los campesinos no es tanto el crecimiento por sí mismo como la justicia distributiva, y es evidente que el combate por un desarrollo con equidad social no puede reducirse a la rebatinga por el mercado.
La cuestión de fondo radica en las funciones reguladoras, compensatorias y redistributivas que competen al Estado: los programas de fomento y desarrollo, la creación de infraestructura estratégica, la inversión en investigación y transferencia de tecnología, la capacitación agropecuaria y administrativa, los programas de servicios básicos y el bienestar social, las acciones de preservación y rescate ecológico, la defensa de la soberanía alimentaria, el freno a las migraciones forzadas y la creación de empleos suficientes como cuestiones de soberanía nacional, la protección y fomento a la diversidad cultural, etc.
La lucha de las organizaciones campesinas por una reforma rural democrática que combine eficacia y justicia se enfrenta a un proyecto "modernizador" carente de criterios sociales que amenaza con liquidar las bases mismas de la comunidad rural. Por esto, es necesario que redefinan sus estrategias sociales económicas y políticas, en particular las que actúan en el frente económico.
En los últimos 15 años, el sujeto campesino ha pasado de ser movimiento a ser organización social y por último a ser empresa asociativa. En cuanto al perfil del liderazgo esto significa que si al principio predominan los "agitadores", en la segunda se imponen los "concertadores" a los que sigue la hegemonía de los "administradores". Claro está que la aparición de un nuevo nivel no debiera cancelar el anterior.
Todos los productores rurales se están viendo orillados al cambio productivo, pero el desafío es mayor entre ejidatarios, comuneros y minifundistas privados, pues para ellos la agricultura no es campo de inversión sino modo de vida; para los campesinos lo que está en juego no es un negocio reemplazable sino la propia existencia familiar.
En la perspectiva de las organizaciones de pequeños productores que disponen de aparatos económicos, la alternativa está en programas integrales de desarrollo que incluyan tanto la reproducción del capital como la generación y distribución más o menos igualitarias de ingresos y servicios; es decir una estrategia de fomento productivo comprometida con la equidad; una "reconversión" técnicamente racional, económicamente eficiente y socialmente justa.
organisation paysanne, démocratie, développement alternatif, désengagement de l’Etat
, Mexique
Ensayo: ¿Mayoría de edad o acta de defunción?
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BARTRA, Armando, Los Campesinos en el Neoliberalismo in. Enfoque, 1994/07/03 (México)
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