10 / 1995
La actualidad de las telecomunicaciones globales y, de manera más general, de los medios de comunicación -especialmente en la medida en que tienen un impacto sobre el debate público, se encuentra dominada por dos corrientes: la liberalización y la sociedad de la información.
Se presenta entonces la superposición simbiótica de dos temas: la sociedad de la información busca en el proceso de liberalización la fuerza conductora que generará la inversión económica, que estimulará la innovación y que hará desaparecer la inercia del antiguo régimen. Por otra parte, el proceso de liberalización busca en la sociedad de la información una "visión" o una ideología que lo legitime y que pueda atraer simultáneamente la imaginación del público y ofrecer la seguridad de que los beneficios serán distribuidos a todos los miembros de la sociedad e inclusive al mundo entero.
El servicio universal se encuentra en la base de esta superposición. Por una parte, la universalidad de la sociedad de la información tiene que depender -en la actual penuria pública, del dinamismo de la liberalización. Por otra parte, la liberalización -como concepto puro, es percibida por muchos de manera sospechosa. Sin embargo, la competición combinada con el servicio universal parece ofrecer todos los beneficios sin ningún riesgo. De esta manera, las declaraciones sobre la sociedad de la información que van desde la Infraestructura global de la información de Gore (GII), hasta el G7 y la Unión Europea (UE), proclaman en voz alta la centralidad del servicio universal , como en efecto lo hacen los apologistas de la liberalización.
Sin embargo, en el fondo, la liberalización está cargando con todo a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el Banco Mundial, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)y otros organismos, pero a pesar de las promesas tan sólo unas cuantas migajas son lanzadas al servicio universal en forma de inversión pública directa o de obligaciones en el sector privado. En efecto, un análisis de las acciones de la Comisión Europea en el área, revela que la sociedad de la información con sus promesas de una mejor vida para todos, fue utilizada en gran medida como una pantalla de humo para darle el último empujón al éxito de la liberalización.
Pero quienes que se encuentran haciendo tales promesas están haciendo frente a un dilema. Lejos de ser complementarios, la competición y el servicio universal son antagónicos. Aún los neoliberales admiten que debe introducirse la regulación en la liberalización para prevenir una deterioración radical y rápida del servicio, así como para evitar el alza en las tarifas para la mayor parte de la población, especialmente en áreas rurales y periféricas. Además, la presión ejercida para la liberalización, es tan sólo para ofrecer nuevos servicios a un mayor número de usuarios, aquellos de las áreas urbanas. El dilema es ¿cómo, después de crear las expectativas respecto de la sociedad de la información, cumplir con las promesas?
Por supuesto, los políticos esperan que el tema desaparezca gradualmente de la escena pública, como si se tratara tan sólo de otra promesa no cumplida a la población, adormecida en un cinismo soporífero por los medios de comunicación liberalizados. Sin embargo, existen caminos para avanzar a nivel nacional. En los Estados Unidos el debate ya ha tomado intensidad y allí el servicio universal y los efectos de la liberalización constituyen un tema de gran interés. A nivel nacional, en efecto, aunque los gobiernos se encuentran comprometidos con la liberalización y, por ello, actuarán tan sólo bajo coacción, los mecanismos políticos y administrativos -en términos de autoridades reguladoras, al menos ya se encuentran implementados. De este modo, tan sólo con una presión pública considerable (y aquí las ONG pueden jugar un papel determinante), es posible que se realice una redistribución para asegurar que se tenga en cuenta el servicio universal.
El problema a nivel global es mucho mayor, por cuanto la distribución que se requiere no es al interior de los países sino entre ellos. La liberalización mundial significa que los operadores de Telecom pueden actuar a una escala global en nombre del "libre comercio", sin tener virtualmente ninguna restricción, ofreciendo servicios tan sólo en las áreas más rentables y estableciendo tarifas para maximizar sus ganancias. Todavía no existen instituciones globales para asegurar la redistribución, para que así, tenga lugar la esencia del servicio universal. Y no existe una estructura política global sobre la que se pueda ejercer presión alguna. Aquellas existentes, tales como la UIT, la OMC y el Banco Mundial, se encuentran controladas por el mundo de los negocios y los gobiernos, con unos objetivos muy estrechos en cuanto al tema del desarrollo se refiere.
Es aquí donde las ONG pueden jugar un papel crucial. Solo las ONG representan las necesidades de desarrollo de la sociedad civil y, de esta manera, del servicio universal. En este sentido se pueden desarrollar y poner en práctica varias ideas:
1. Realizar un acuerdo entre las ONG para la definición de una agenda común en materia de comunicaciones, especialmente aquellas ONG que trabajan a nivel internacional, con el fin de desarrollar estrategias de acciones coordinadas en comunicaciones.
2. Exigir el derecho de las ONG de ser incluidas dentro de los organismos multilaterales tales como la UIT y la OMC (anteriormente GATT), con el fin de producir un cambio institucional.
3. Presionar el otro actor principal: el sector privado.
La liberalización ha significado esencialmente una pérdida de la responsabilidad pública en todos los sectores, suplantada por la fe en la maximización de las ganancias. La presión más efectiva que las ONG y el público en general pueden ejercer sobre el sector privado, es en términos de esas ganancias. De este modo, la movilización y la politización de los movimientos de consumidores a lo largo del mundo, para ejercer presión sobre el sector privado por la provisión de servicios universales, puede ser muy importante en la agenda de las ONG.
télécommunications, information, accès à l’information, droit à l’information, ONG, communication
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Ficha traducida al inglés.
Si se encuentra interesado (a)en obtener una copia de la versión completa de este artículo, el cual fue presentado ante la conferencia TELECOM 95en Ginebra, puede obtenerla solicitándola a su autor.
Seán ó Siochrú es vice-presidente de la MacBride Round Table y miembro de:NEXUS Research Cooperative, 14 Eaton Brae, Shankill Co. Dublín, República de Irlanda. Tel (353 1)282 1003. Fax (353 1)272 0034
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Videazimut, LA LUCHA POR EL DERECHO DE COMUNICAR in. Clips, 1995 (Canada), 9
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