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Capitalización: Los dilemas de la traducción

(Capitalisation: les dilemmes de la traduction)

Pierre DE ZUTTER

08 / 1993

Una de las grandes dificultades que enfrenta la capitalización de la experiencia, en contextos donde se encuentran grupos y culturas diferentes, es aquella de la traducción.

La traducción está en el corazón del trabajo de capitalización, ya sea con respecto a su proyecto central (traducir la experiencia en conocimiento, traducir el conocimiento para compartirlo) como con relación a sus instrumentos (traducir la información de un idioma a otro, de una forma de expresión a otra, para que venga a enriquecer el conocimiento, etc.). Se trata pues de una traducción múltiple, entre idiomas, entre formas de expresión, entre culturas y entre saberes.

Normalmente, nos preocupamos mucho de las traducciones que versan sobre los ejes centrales de la capitalización, sobre sus productos (aquellas que traducen la experiencia en conocimiento, el conocimiento en idiomas y lenguajes que lo hagan accesible y útil al diálogo con otros). Pero somos menos atentos, o nos faltan rigor y medios, con relación a aquellas traducciones básicas, aquellas que están en el punto de partida de la capitalización.

Se trata aquí de una suerte de herencia de nuestros modelos de acción e intervención en terreno. Generalmente, buscamos la información que creemos necesitar y no hacemos (o no podemos hacer) el esfuerzo de comprender verdaderamente todo aquello que las personas con quienes trabajamos quieren o pueden decirnos. Ahí están por ejemplo nuestros diagnósticos; ahí está la « literatura de proyectos » en su conjunto. El intento de comprender más a fondo a nuestros interlocutores es dejado a los centros de estudio e investigación.

Si todo esto ya pesa mucho sobre nuestras acciones, deviene aún más frustrante a la hora de la capitalización.

El idioma principal de trabajo en nuestras experiencias de los Andes es normalmente el español, pero frecuentemente nuestros interlocutores locales tienen una cultura y un idioma diferentes (quechua, aymara, etc.). Del mismo modo, tenemos interlocutores exteriores, aquellos que nos financian o nos apoyan, quienes se expresan conforme a su propia lengua y a su cultura administrativa. Rara vez encontramos dentro de nuestros proyectos una traducción de lo que nos dicen unos y otros: apenas si contamos con extractos « utilitarios ».

Es en la transcripción de testimonios desde lenguas originarias americanas donde hemos podido percibir mejor las riquezas y dilemas de tales traducciones.

Riquezas, porque aprendíamos tanto de lo que nos decían como de la manera en que lo decían. Y eso nos ofrecía algunas base s esenciales para el conocimiento del otro y por tanto para el aprendizaje del diálogo y de una mejor co-operación.

Dilemas, porque resultaba que un solo testimonio exigía numerosas transcripciones.

La primera consistía en el registro literal en la lengu a autóctona, a fin de conservar la expresión textual, tanto para su uso inmediato como para otros posteriores, cuando seamos capaces de comprender más y mejor todo lo que había sido dicho.

La segunda era la traducción literal al español. Literal signific a que las expresiones y metáforas son ahí transcritas tales como son y no reemplazándolas por sus correspondientes abstracciones en español (por ejemplo, cuando un quechua dice « corazón de viento » para lo que nosotros llamamos « inestable »). Todo esto a fin de aprender nosotros mismos los valores implícitos en la cultura que nos habla, pero también a fin de disponer de una versión en « español » autóctono, esto es: una versión española que pueda ser útil para el diálogo en terreno.

La tercera era una tradu cción más elaborada en español, es decir, una versión fácil de leer y difundible: por consiguiente, accesible más allá de la cultura local (la expresión literal podía ser allí conservada, pero con su correspondiente expresión en español normal).

Mots-clés

langue nationale, méthodologie


, Pays andins

Commentaire

Tal esfuerzo requiere muchísimo tiempo e igualmente de capacidades que no siempre están presentes. De hecho, muy rara vez hemos podido proceder así. Incluso nos sucedió tener que suspender los testimonios en idiomas locales por falta de tiempo y de personal adecuado. Entonces, ¿vale la pena tanto esfuerzo?

En la medida en que se trabaja con un conjunto de informaciones en lengua autóctona, no se podría exigir semejante multiplicación de tareas: ¡ya no estaríamos ante una capitalización de la experiencia sino ante un estudio lingüístico!

Sin embargo es muy útil realizar esta práctica a fondo con algunos textos, y si posible hacerlo en equipo con todos los que participan en la capitalización, a fin de descubrir y adoptar ciertas reglas de juego que facili ten luego un manejo más armonioso y enriquecedor de las informaciones provenientes de otras culturas.

Notes

Traducción de la ficha « Capitalisation : les dilemmes de la traduction »

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