Fracasos anónimos
(Les vaches de Martin Echecs anonymes)
02 / 1995
Aquí en mi pueblo la gente es muy brava. A cada rato hay pleitos. Hace cinco años se puso bien dura la cosa cuando el pueblo peleó la presidencia municipal que hasta entonces había estado en manos de unas familias. Tardamos poco más de diez años para poder ganar la presidencia, pero finalmente lo logramos. También lo que nos ayudó a tomar fuerza fue juntarnos para hacer cosas productivas como sembrar una parcela en común. Una buena experiencia fue cuando tratamos de criar vacas lecheras aquí en estos cerros. No nos fue muy bien pero aprendimos mucho.
Como empezó todo
Llega un día un promotor del Instituto Nacional Indigenista -INI. Se pone a hablar de la leche en la alimentación de los niños y que nosotros podíamos tener vacas. El INI nos proporcionaría el crédito y la capacitación.
Algunos en el pueblo decían que no se podía criar vacas aquí y que además a nuestra gente no le gustaba la leche. Se discutió mucho en la asamblea y no hubo mucho acuerdo, pero un grupo de jóvenes nos animamos a entrarle.
En realidad nadie había pedido tener vacas en el pueblo. Creo que a nadie se le había ocurrido, pero los que estábamos en el grupo queríamos alguna actividad que nos diera fondos para seguir peleando por la presidencia municipal. Además nos ofrecían los créditos con muy bajos intereses. Era tonto no entrarle.
Martín era como el líder. Había ido a estudiar para maestro en la ciudad por varios años y luego había regresado para trabajar y ayudar al pueblo. Lo admirábamos bastante porque sabía muchas cosas y era él quien más nos animaba para luchar. Se entendió bien con el del INI. Su familia había tenido alguna vez muchas mulas para llevar y traer mercancía a las regiones vecinas cuando todavía no entraba el camino; sabía cómo cuidar los animales. A lo mejor por eso le gustó la idea de las vacas.
¿Por qué vacas lecheras?
Aquí los bueyes de las yuntas son animales corrientes que aguantan malos tratos y todo. Que yo recuerde, no se hizo ningún estudio de si en ese lugar podían vivir las vacas lecheras, o si había suficiente pastura para mantenerlas. Nos figuramos que en tiempo de secas podrían comer espiga de la milpa como hacen los bueyes y que podríamos sembrar alfalfa en las partes más húmedas para alimentarlas.
¿Qué hicimos?
Primero conseguimos una parcela para meter alfalfa. Cooperamos para comprar una bomba y regar. Hicimos un cobertizo. Allí podían estar quietecitas las vacas porque no son para andar por el monte comiendo cualquier hierba. Y a esperarlas.
Por fin, después de algunos meses, llegaron, algunas de ellas un poco flacas y maltratadas del viaje. Yo creo que el técnico no supo escogerlas. El dice que así le llegaron y que no pudo escoger. Quién sabe.
El técnico nos dio unas pláticas sobre los cuidados que necesitaban las vacas. El las inyectó cuando llegaron pero luego dos compañeros también aprendieron a inyectar y a darles sus baños. Nos dijo que eran vacas de raza, que podían producir de veinte a treinta litros de leche al día. Pero eran muy delicadas y había que alimentarlas con hartísima pastura.
Dos veces nada más nos dio las pláticas el técnico.
Cuando decidimos entrarle a las vacas estábamos muy animados todos y nos organizamos bien. Le echamos montón para limpiar el monte para que pudiera entrar la yunta.
Luego nos dividimos en parejas para ir a cuidar la siembra todos los días y para las vacas. O sea que se empleaban cuatro personas todos los días para que funcionara la cosa. Como éramos veinte compañeros, cada cinco días nos tocaba trabajar en el proyecto. Una vez con las vacas y otra vez con la parcela.
Comenzamos a vender la leche en la comunidad. Todo funcionó más o menos bien los primeros meses, mientras hubo pastura. Después empezaron los problemas.
La bomba comenzó a fallar. Muy seguido se tapaba el filtro de la gasolina y se paraba la bomba. Una vez tuvimos que ir por un mecánico hasta la capital y todos esos eran gastos y tiempo. Había días que de plano no funcionaba la bomba y entonces teníamos que ir a regar la parcela a cubetazos con el agua del río. Era una friega.
Entonces claro que la alfalfa no desarrollaba bien. Con aquellos solazos y sin agua... ¡pos dónde!
Las vacas no se acostumbraban. Esos animales de plano eran muy delicados. Cuando llegaron casi todas se enfermaron porque no les cayó bien la pastura que les dimos. Después se curaron, pero yo que sepa nunca pasaron de diez litros la que más, y eso en los mejores tiempos. Por un tiempo tuvimos que traer alimento balanceado. Salía caro. La leche que vendíamos no alcanzaba para pagarlo.
La gente comenzó a fallar
Con tanto problema varios mejor dejaron de ir. Se nos cargó el trabajo a unos cuantos. Los más jodidos ya no pudimos seguir cooperando y Martín tuvo que mantener solo las vacas varios meses. Luego no faltó quien dijera que Martín nos había metido adrede en ese proyecto para quedarse con las vacas.
Dejaron hasta de ir a las reuniones del grupo. Y luego algunos ya no quisieron jalar ni para preparar las elecciones. Se hicieron puros chismes feos.
Cómo acabó la cosa
Decidimos vender las vacas para reponer algo del crédito. Nadie quería comprar esas vacas tan caras y delicadas. Quisimos devolverlas al INI pero cuando fuimos había otro jefe; el técnico ya no trabajaba allí. Nos dijeron que devolviéramos el crédito como había sido el compromiso.
Acabamos vendiendo las vacas a los carniceros; pagaron por ellas igual que por cualquier res. Pero ¿qué hacíamos?
Fue un mal trago. Pero no logró separarnos y para el año siguiente logramos juntar a la mayoría del pueblo a nuestro favor.
Pensando un día sobre esta experiencia, decíamos que como éramos jóvenes, no quisimos hacer caso de lo que decían algunos campesinos de la comunidad. Muchos nos dijeron desde el principio que estábamos locos pero nosotros queríamos demostrarles que sí podíamos. Creímos que ellos por sus viejas costumbres no aceptaban nada nuevo.
Aprendimos a no confiar tanto en lo que nos dicen los de fuera y a comprender con más detenimiento las razones que tienen los viejos de la comunidad para hacer las cosas. Para cualquier proyecto vale la pena conocer lo que ha pasado antes.
Quedamos endeudados. Pero esos créditos ¿por qué habíamos de pagarlos sólo nosotros si también fue responsabilidad de la institución por habernos metido en la bronca sin darnos una buena orientación? Si le ponemos precio a todo el trabajo que le metimos yo creo que hasta nos salen debiendo.
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, Mexique
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PASOS in. PASOS, 1992/04 (MEXICO), Año IV. N° 4.
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