Por una evolución de la cooperación no gubernamental

En Cotonou, Benin, (Africa Occidental)se reunieron entre el 8 y el 11 de enero 120 personas de los cinco continentes, tratando de avanzar un poco en la creación de nuevas relaciones de cooperación entre el Sur y el Norte.

Hace ya 30 años que se inició la ayuda al desarrollo, pero esto no ha detenido la agudización de la miseria, ni ha impedido que la brecha entre unos y otros países se siga ensanchando. Algo parece no funcionar.

Desde antes de los encuentros de Cotonou muchos ya habían alertado sobre la dependencia de las ONGs del Sur con respecto a las del Norte. Estaban en tela de juicio los mecanismos de financiamiento, el apoyo por proyecto y la preferencia, ante todo, de realizaciones concretas como la excavación de pozos o la construcción de clínicas. En pocas palabras, se había puesto ya el dedo en una llaga: la falta de visión política.

En Cotonou el tiempo pasó tan de prisa que fue imposible llegar a compromisos claros respecto a las modificaciones prioritarias que deben realizarse tanto en el Norte como en el Sur. Por otro lado, se dedicó mucha energía a dirimir las tensiones entre las partes francesas y las africanas, lo que si bien tomó mucho tiempo, provocó que se entablara un diálogo directo entre los diferentes continentes del Sur.

Hubo un avance importante: se constituyó en Cotonou una comisión Sur-Sur encargada de propiciar el intercambio de puntos de vista entre América Latina, Asia y Africa. De hecho, como lo señalaban varios participantes, "...el Sur todavía es algo por construirse, y esta construcción es estratégica para poder continuar el diálogo con el Norte". Los encuentros de Cotonou, sin duda, ayudaron a iniciar este acercamiento, porque brindaron la oportunidad a 20 asiáticos y 20 latinoamericanos de conocer un poco la realidad africana, mediante algunas visitas y vínculos que se dieron en torno a las reuniones propiamente dichas.

Por último, lo más importante es que Cotonou fue una ocasión para poner sobre la mesa de discusión las cuestiones de fondo sobre la cooperación no-gubernamental y, más aún, sobre las relaciones Norte-Sur. El diálogo pudo darse sin mordazas, sin temores, sin la necesidad de mantener las formas. Ciertamente la declaración final es demasiado general, demasiado larga, tipo catálogo, pero refleja fielmente el espíritu que guió la organización de estos encuentros: permitir la expresión de opiniones diversas e incluso divergentes, abrir un foro a las opiniones del Sur y plantear públicamente los verdaderos problemas.

Por ejemplo, las recomendaciones finales señalan que las ONGs deben "brindar su apoyo a las organizaciones y grupos sociales representativos capaces de elaborar políticas alternativas y de llevar a efecto acciones transformadoras con un sentido diferente al que tradicionalmente han establecido los grupos dominantes..."

...¡Lejos estamos ya de los pozos y las clínicas!