Un seguro y desgraciado camino al fracaso
(Les élevages colectifs de poules Le chemin le plus court vers l’échec)
02 / 1995
Hace ya algunos años, nuestra organización indígena se incorporó a la larga, diría kilométrica, lista de grupos que en México han obtenido un sonoro fracaso a partir de instrumentar proyectos de granjas de pollos.
De nada nos valió saber de las tristes experiencias vividas por grupos de mujeres chontales, que acabaron vendiendo su alma, tiempo y esfuerzo a ese diablo llamado BANRURAL. Tampoco nos inmutaron los conocidos fracasos de las granjas impulsadas por la SARH.
Compañeras de varias comunidades indígenas de nuestra región venían solicitando insistentemente a la organización apoyo para obtener pollos; nuestra Directiva comisionó a un compañero técnico pecuario para auxiliarlas.
El compita técnico se reunió con las interesadas. Ellas insistían: "queremos pollos"; él quiso entender granjas de pollos; les habló de integrar un expediente técnico; las compañeras dijeron "quién sabe con qué se come eso, pero si se necesita pa’tener pollos, pues hay que hacerlo". Fue así como se elaboró una propuesta para 5 granjas, que se gestionó ante conocida Embajada. Pocos meses después teníamos una respuesta afirmativa.
De pronto las oficinas de la organización fueron materialmente tomadas por cientos de pequeñas y desamparadas aves; por aquí y por allá se amontonaban sacos de alimentos, que si para el crecimiento, que para la engorda, bebederos, rollos de malla, láminas.
El expediente técnico consideraba casi todo. Casi. Algunos detalles de importancia se le habían escapado a nuestro compañero técnico. El mercado, por ejemplo, no se conocía; tampoco se había considerado que las compitas no tenían experiencia de trabajo en colectivo; pero con tanto animalucho encima, lo único que quedaba era echarle las ganas.
A gran velocidad se construyeron las galeras; mientras tanto, y por no calcular bien los tiempos, las avecillas prolongaban su plantón en las oficinas. A ritmo vertiginoso, se coordinaron roles de trabajo y días después los pollos engordaban alegremente en su nuevo hogar.
Durante los tres meses siguientes, algunas compañeras con limitaciones de tiempo desertaron. Por cuidar pollos ya tenían problemas con el marido. Pero la mayoría se mantuvo firme en su esfuerzo; finalmente lo que se quería eran pollos, y había que atenderlos...tan insaciables que son.
Llegado su tiempo, las aves alcanzaron el peso adecuado para su venta; de pronto en la misma semana teníamos 5 toneladas de carne lista para mercar; pero 5 toneladas son 5, y el mercado regional estaba cubierto. Fue entonces que en los caminos, enmedio del lodazal, se encontraban compañeras y compañeros de pueblos distintos, que se dirigían a donde fuera con tal de sacar los animales.
Gracias al esfuerzo muchos animales fueron vendidos; otros fueron el platillos diario y aburridor de muchas mesas de familias campesinas. Pero muchos otros no tenían mercado y glotones seguían reclamando de manera ruidosa su diario alimento y cuidado. Fue así que las pocas ganancias que se estaban obteniendo se las iban devorando los animales rezagados.
Cuando esta situación insostenible hizo crisis, en algunos lugares las compañeras agarraron sus pollos y se fueron a sus casas. Y que nadie les volviera a hablar de granjas: los pollos fueron vacunados, pero también muchas compañeras, que no quisieron saber más de trabajo en colectivo.
Si bien no hubo pérdidas, este programa fue un fracaso. La mala experiencia desanimó a muchas compitas; prueba de ello es que salvo un pequeño grupo nadie quiso seguir trabajando.
Pasado algún tiempo, hemos reflexionado sobre esta experiencia. Concluimos que cuando las compañeras reclamaban pollos, el técnico hizo una muy suya traducción, haciendo la equivalencia pollos = granja; pero colectivizar rompiendo el ritmo de la gente puedesignificar desorganización y fracaso. Por otro lado, el paquete tecnológico no fue bien analizado:nuestra organización que lucha por la autosuficienciay autodeterminación comunitaria propuso un trabajo que sólo dejó ganancias a la transnacional PURINA. ¡Vaya contradicción!
Algo grave fue no prever el impacto que significaba en el mercado regional tener 5 toneladas de carne a la semana de manera adicional.
Para no caer en plena decepción que sólo conduce al inmovilismo y a la amargura, consideramos que no todo fue fracaso, ya que muchas compitas aprendieron a manejar los animales y que al final, si querían pollos, pues se llevaron algunos a sus casas.
Lo más importante fue la experiencia que asimilamos; ahora cuando nos hablan de poner una granja, pensamos primero en tener una fabriquita de alimentos balanceados y después en el mercado. Por ello ahora consideramos que, por el momento, lo mejor no es entrarle a una granja. Si las compitas quieren pollos, pues son mejores los paquetes de 12 animales; programas pequeños para compas sin experiencia tienen más posibilidades de resultar exitosos.
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, Mexique
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PASOS in. PASOS, 1991 (MEXICO), Año III. N° 3
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