El Tratado de Libre Comercio

El Tratado de Libre Comercio ha sido cuestionado por organizaciones de productores de varios países. Respecto a la perspectiva de las organizaciones del Norte, explica Luis Hernández que las transnacionales agroindustriales tienen "la intención de eliminar las barreras nacionales y las regulaciones ambientales y de salud que las luchas cívicas de los países desarrollados han logrado imponer". Se va a seguir impulsando que los precios agrícolas bajen y esto va a incrementar la superficie de tierra cultivada para poder mantener condiciones de competitividad. El uso intensivo de suelos y pastos tendrá que ir acompañado con un uso intensivo de fertilizantes, químicos y plaguicidas. El proceso de compactación de la tierra en menos manos va a seguir propiciando un proceso de mecanización irracional. El TLC implica también la posibilidad de eliminar programas agrícolas orientados a la conservación, y facilita el avance de la agricultura corporativa en la medida en que son precisamente las grandes corporaciones las que tienen el mayor acceso a las líneas de refinanciamiento. El Tratado presiona hacia la sustitución de los criadores de ganado diversificado que cultivan sus propios cereales forrajeros por grandes engordadores en áreas muy compactas, debido a la disminución de los costos en los forrajes.

En cuanto a México, se virtieron varios puntos de vista en el Taller sobre Políticas hacia una Agricultura Campesina Sustentable. Manuel García Urrutia, de la RMALC, planteó que el TLC pone en peligro la seguridad alimentaria del país y el uso más racional y sustentable de nuestros recursos nacionales. El modelo implícito en el TLC no contribuye al desarrollo sustentable: se prioriza la agricultura comercial, la cual está basada en la agricultura intensiva, obligada por la lógica de competitividad.

Armando Bartra analiza los efectos del TLC en la agricultura campesina. Con las importaciones de maíz a bajo precio, considera previsible que la enorme mayoría de los campesinos y las tierras agrícolas del país pierdan toda viabilidad..."

Otro elemento importante es el que planteó Fernando Bejarano al decir que: "El problema de residuos se está viendo en el Tratado de Libre Comercio como un problema de los consumidores del Norte. Sin embargo también los consumidores del Sur viven el problema, en la medida en que estamos consumiendo cada vez más alimentos producidos con insecticidas. El 25% de los plaguicidas que exporta Estados Unidos a otros países son plaguicidas que por razones económicas y ambientales no tienen registro. Debería ser una condición en el TLC el que no se permita la entrada de plaguicidas que en Estados Unidos están prohibidos."