Entrevista a Lucía Sepúlveda, TIJERAL, Santiago

El trabajo social de Tijeral se basa en el criterio de "población a cargo", es decir, asumiendo los problemas de la gente con independencia de su afinidad con el programa aplicado en la localidad; y trabajando de manera de que nuestros equipos esten lo más cerca de la gente que atendemos. Con la transición, las ONGs debieron haber conquistado un espacio de trabajo aceptado por el estado, como ocurre con las ONGs europeas. De hecho, en el 90 el discurso del gobierno hacia las ONGs era tremendamente positivo. Se hablaba de que tendríamos un espacio, con presencia propia. Esto último se respetó, pues mantuvimos nuestra independencia y pudimos trabajar sin mayores conflictos. Incluso se mejoraron ciertas cuestiones legales vinculadas con nuestro trabajo. Pero las reglas de entendimiento no han sido claras. Para nosotros, o el estado era capaz de asumir la responsabilidad de mejorar las políticas sociales hacia los sectores más pobres, sin necesidad de apoyarse en organismos ajenos al estado; o se establecía claramente que se delegaba a nuestros organismos el mejoramiento de las políticas sociales. Hoy el vínculo ONGs-estado no es claro. No obstante, hemos trabajado en el programa de vivienda progresiva del MINVU. Esto en la práctica nos ha significado que hemos tenido que subsidiar a este Ministerio agregando UF a las demandadas por ese organismo, para que la gente tenga por lo menos 32 metros cuadrados. Ahora, si no nos hubiesemos metido en este programa no sabríamos lo que pasaba con las viviendas. Participamos entonces en la construcción de 5 casas en Pudahuel, otras en Cerro Navia, y 11 en la población Caupolicán. Con nuestra participación, estas casas han sido hechas para que a la gente le guste vivir en ellas. Por otra parte, en los programas estatales, apoyados por agencias externas, ganamos una licitación que nos permitió participar en un programa de salud ambiental en Cerro Navia. En el, el Servicio Nacional de Salud no nos pudo acompañar, debido a su estado de desmantelamiento. Este organismo estaba buscando las vías de llegada a los espacios de pobreza, mientras que nosotros llevabamos 20 años en ellos. De hecho, al terminar el programa licitado, nosotros lo seguimos con nuestros propios recursos. Sin embargo, ganar licitaciones depende incluso del funcionamiento de la ONG, de cómo la escribe, de si lo hace bonito para que el evaluador la encuentre interesante. Con esto quiero decir que la relación ONG-estado no está dependiendo del aporte real que puede hacer una ONG. Este tipo de problemas lo encontramos tambien en los cursos SENCE. Estos funcionan bastante bien. Pero cuando uno entra a licitar, además de encontrarse con otras ONGs, uno se encuentra con el INACAP, en lo mismo, licitando cursos para los pobres, en las Condes. INACAP participa más o menos en el 10% de los cursos licitados por el SENCE. Pero no es culpa del SENCE. Lo que pasa es que se evalúan los recursos que se van a poner en el curso, y no se evalúa el tipo de alumno que se va a llevar al curso. Por ejemplo, nosotros dimos un curso de albañilería en la población El Cobre. Cuando fue el evaluador del SENCE nos dijo que nuestros alumnos eran los únicos que estaban recibiendo un programa bien dirigido. Si las cosas entre ONGs y la institucionalidad hubiesen estado desde un inicio claras, no estaríamos compitiendo con el INACAP, ni con la Cruz Roja, o con la Asociación Chilena de Protección de la Familia, que tambien llegó a licitar programas de salud en el ministerio. Nosotros no podemos hacer el mismo aporte que esas instituciones. Por otro lado, con los empresarios hemos tenido buenas experiencias. Hemos llegado a ellos por necesidades de los cursos SENCE. Pudimos trabajar con pequeños empresarios con talleres Singer. Todos se abrieron. Todos nos recibieron a los chiquillos en práctica, interesados en lo que hacemos. Las pequeñas fábricas del sector de Macul incluso tuvieron una acogida especial con nuestra gente, con más paciencia. Cuando se trató de poner en práctica a los alumnos de albañilería en un edificio en las Condes, incluso en la constructora dejaron trabajando a dos, y eran de los más volados. Esto fue determinado por la buena voluntad del jefe de obra. Nuestra relación con estos empresarios ha sido directa. Hemos ido a golpear puertas, contando lo que estamos haciendo. Tampoco median papeles, se trata de una confianza mutua, aunque tambien depende de quien va a presentarse. Tenemos trabajadoras sociales que son las primeras en hacer los contactos. Tambien influye la imagen del gobierno. Se conocen estos programas y hay una disposición a colaborar.