01 / 2009
Elsa Malpartida Jara, parlamentaria andina y productora cocalera
Si miras bien dentro de los ojos de esta mujer de fuego, puedes ver la chispa con la que movilizó a toda una multitud –montaña arriba y machete en mano- para ahuyentar a los helicópteros que venían a erradicar sus tierras. Y lo consiguieron. Fue el momento en el que las mujeres cocaleras descubrieron que tenían fuerza suficiente para luchar por su vida. Y también fue el comienzo de la representación sindical en la vida de Elsa, que además de enfermera técnica, agricultora y madre, ahora es parlamentaria andina. Mientras se mantenía esta conversación, en la mesa de al lado se reactivaba el Consejo Andino de la Hoja de Coca.
¿Qué uso de la coca se hace en su comunidad, tanto tradicional como actual?
Primero es identidad y cultura, estamos orgullosos de que el Machu Pichu se construyó mascando coca. Para nosotros la hoja sagrada es la Pachamama y la Mamacoca: la tenemos para que nos dé la producción y nos diga cómo nos va a ir en el día. Si la coca te sabe amarga en la mañana es que el día no será bueno, y si te sabe dulce es que el día será perfecto. Además, con la industrialización tenemos mate de coca, jabones de coca, champú de coca, galletas de coca, panetones de Navidad de coca, cremas dentales de coca…En el tema médico, como coagulante, cura la osteoporosis con harina de coca.
Desde muy joven ha ocupado puestos de representación sindical, hasta llegar ahora a nivel nacional…
Desde muy joven entré en la dirigencia, por problemas con el terrorismo, y teniendo ya un buen cargo me retiré por presión de mi familia, retorné a la dirigencia ocho años después, y como ya conocía las bases de mi trabajo fui ascendiendo. Empecé defendiendo mi caserío, luego pasamos al distrito, luego la provincia, y cuando me di cuenta ya era dirigente nacional. Pero en la lucha, a veces por la cólera y la ira, olvidas hasta tu casa, te metes de lleno. Te dices: “acá me ganaron, pero a la otra no le ganan”. Empiezas a crear estrategias…Para ser dirigente mujer tienes que ser cuatro veces más que un hombre: tienes el trabajo de la casa, yo administro mi chacra (terreno) donde siembro la coca, tengo ganado, tengo dos hijas mujeres, tengo que cuidar su educación… a veces al esposo lo abandonas. Empiezas a luchar, a caminar…había semanas que tenía que ir a las otras bases, porque ya era dirigente nacional, volvía a los quince días. Ser mujer es difícil, ser dirigente peor aún, porque tienes que doblegar a un hombre para que te respete, porque siempre hemos actuado con mucho respeto. He tenido éxitos y fracasos, pero siempre con la gente.
Su zona, el Alto Huallaga, es de las mejor organizadas socialmente de las cuencas del Perú. No sólo en sindicatos, sino también en asociaciones, cooperativas, gremios, comités, clubs, empresas comunales… En una revista de acción política peruana he leído que el error de muchos programas de desarrollo alternativo radica en concebir la selva como un espacio vacío y sin tejido social, y destinar la financiación de los proyectos a “construir institucionalidad social”. ¿Qué ocurre con el desarrollo alternativo en su comunidad?
Los programas vienen condicionados a la erradicación, y no te dan ayuda a ti, que eres cocalera, si no al vecino de abajo (en las zonas bajas se cultivan plantas alimenticias, cacao, plátanos, papaya… y la coca se cultiva en zonas más altas). Donde sólo crece coca o yuca es difícil plantar otras cosas, así que la ayuda se la llevan otros, y yo tengo que pagar la factura, porque yo soy cocalera y a mí me erradican y encima no me dan nada. También invierten mucho dinero en dividir organizaciones. Yo he sido una dirigente que andaba siempre en grupo, nunca iba con menos de diez personas, incluso me acompañaban hasta el baño: cinco mujeres y cinco hombres que me servían de seguridad y me atendían. Éramos los primeros que salíamos en huelga y hacíamos temblar a cualquier gobierno. El Estado intentó ponerme en contra de los campesinos y desacreditarme, porque me ofreció 50.000 dólares para vender la organización cocalera, y lo decían en los medios de prensa. Pero yo tenía el respaldo de la gente.
Ahora que es Parlamentaria Andina, sin dejar de estar del lado de los campesinos tiene, además, la visión de los políticos…
Como parlamentaria fui a defender una erradicación y eso me costó otro proceso más, el último que tengo, por 35 años de prisión, y el Estado solicitó mi levantamiento de inmunidad. Porque tengo inmunidad como parlamentaria no estoy en la cárcel, pero terminan los dos años y medio y estoy con un pie en la cárcel, porque sé que eso es lo que me espera. Pero digo yo que no puedo retroceder, porque para eso habré nacido, y si retrocedo yo, hago tener miedo a los demás dirigentes que vienen de base. Tenemos que sembrar la semilla de los que vendrán después que yo.
Le he escuchado comentar que en Perú habéis aprendido de Bolivia a organizar los movimientos sociales, ¿qué es lo que habéis aprendido?
Hemos aprendido a no tener miedo. Años atrás los hombres se levantaban y decían “empezamos a luchar”, pero eran asesinados o detenidos como terroristas y narcotraficantes. Así vivimos algunos años en vacío, dejándonos erradicar, se llevaban tus gallinas, tus vacas, había mujeres que se enfrentaban a ellos y las pegaban y maltrataban. Con los años vimos que en Bolivia hacían lo mismo y salían a defenderse. Así que dijimos: “los hombres no pueden, pero ¿por qué no nosotras?, ¿qué nos falta? Hay que ponerse las botas, agarrar el machete y salir.” Tuvimos miedo, y mi compañera y yo nos preguntamos si la gente nos iba a seguir. Y aún así empezamos a caminar, y grande fue nuestra sorpresa cuando vimos que hombres, mujeres y niños nos seguían, y subimos al cerro, y al ver la multitud que subíamos, los helicópteros empezaron a volar y se fueron. Así empezamos a pelear. Así nos ganamos el respeto de todos los políticos, incluso de derechas, porque mi palabra es respetada, no me dejo vender.
¿No tiene miedo a la muerte?
Yo les digo a mis hijas que tienen que estar orgullosas si algún día falta su madre, porque no murió o fue a la cárcel por corrupta ni por ladrona, sino por defender a un pueblo. Les digo que si voy a la cárcel, la cárcel no mata. Y si me matan, pues para morir en un asilo, ese es mi destino, y la tenemos que tomar con mucha humildad y fortaleza.
Ni la sustitución ni la erradicación están siendo efectivas, entonces ¿cuál sería la política que tendría que llevar a cabo el gobierno?
Nosotros defendemos la coca en su estado natural. No al narcotráfico. Así que hemos pedido al Estado peruano que haga un empadronamiento de los campesinos cocaleros. Y yo tengo que demostrar a quién vendí, con un boleto, o una factura, con su DNI…tiene que ser reglamentado. Pero quien no se quiere empadronar es porque vende al narcotráfico y en la vida va a decir a cuál narcotraficante le vende. Sería un primer paso para separar la paja del trigo. Hemos logrado ahora presionar al gobierno regional para que ellos empadronen la zona, vamos a iniciar esta experiencia que hemos pedido hace cuatro años. Si cuatro años atrás hubiéramos empadronado no habría tanta coca sembrada ahora, existiría un control. Nosotros mismos controlaríamos eso.
El territorio dedicado al cultivo de coca sería menor si ésta sólo se destinara a usos lícitos…
Hay un mercado internacional: Sudáfrica está comprando al Perú mate de coca, lleva cuatro containers, cuatro veces al año. Imagínate si China comprara mate de coca, ¡faltaría..!
Ha comentado en una ocasión que el ejército americano está arrasando la selva para robar agua y oxígeno
Si treinta años de erradicación no dan resultado frente al narcotráfico, o son estúpidos para no cambiar de estrategia, o algún interés hay. Con el pretexto de la lucha contra la droga y combatir el terrorismo tenemos el aeropuerto de Tingo María concesionado a la DEA (agencia antidrogas de Estados Unidos), por 25 años. Tenemos tres bases militares, todas en selva. Tenemos un aeropuerto en Pogo, inmenso y abandonado, en una zona estratégica fronteriza entre Perú y Bolivia. Primero: quieren enseñar a los niños norteamericanos que la Amazonia peruana es de ellos, porque nosotros los bárbaros la estamos depredando. Segundo: que de acá a diez años, ellos no van a tener agua. Quieren nuestra agua, nuestra biodiversidad y nuestra selva, les importa un comino el narcotráfico. Porque una vez que la droga pasa la frontera de Estados Unidos, adentro es libre. ¿Por qué no atrapan a los narcotraficantes en su país, en vez de dar una limosna a los campesinos cocaleros? La responsabilidad es compartida: si tú eres consumidor, yo produzco; si tú no consumes, yo no produzco.
¿Qué está pasando en esta reunión andina, que están manteniendo ahora mismo y a la que se va a unir?
Estamos reactivando el Consejo Andino [de la Hoja de Coca], y estamos iniciando una lucha internacional, ya unidos los tres países: Perú, Bolivia y Colombia en bloque. Se había dejado de lado porque Evo Morales llegó a la presidencia de Bolivia, pero ahora los dirigentes están otra vez reactivándolo, y creo que para bien. Hemos intercambiado tarjetas con los productores de las otras plantas declaradas ilícitas para poder estar en contacto y darnos el respaldo, aunque sea moral, para seguir adelante.
¿Qué se lleva del Foro?
Cuando me hablaban de la marihuana y de la amapola, yo decía: “eso directamente ya es droga, nosotros peleamos por nuestra coca porque es nuestra identidad y nuestra cultura, pero ellos son narcotraficantes…” Y cuando los campesinos me preguntaban, les decía lo mismo. Pero escuchando aquí a los productores de las otras plantas declaradas ilícitas me doy cuenta de que estaba equivocada, y que ellos sufren lo mismo que nosotros, son la gente más pobre y más humilde, son hermanos nuestros. Tengo la labor de enseñar a mis hermanos campesinos que existen otros que sufren lo mismo que nosotros.
Forum Mondial de Producteurs de Cultures Classées Illicites
Elsa Malpartida dice de sí misma que en esta vida tiene la misión de animar a su pueblo en la lucha por defender sus derechos. Y, como parlamentaria andina, está dispuesta a cumplir su cometido a pesar de que la acechen la cárcel o la muerte. Es la voz de los campesinos peruanos que reclaman el derecho a cultivar libremente su sagrada hoja de coca, su Pachamama. Es una mujer que demuestra al mundo que venciendo el miedo se llega a lo más alto.
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