02 / 2005
Las fluctuaciones en la participación electoral de los jóvenes
En este trabajo analizaremos las fluctuaciones en la participación electoral de los jóvenes en general, no sólo de aquellos que ya se encuentran activos en agrupamientos políticos de cualquier tipo (tarea realizada en los documentos Nº 3 al 10). Nos concentraremos en dos ejemplos, cada uno con sus particularidades, pero que permiten extraer algunas conclusiones sobre las formas fluctuantes de la participación de los jóvenes. El primero será el de Chile (1988-2004) y la creciente disminución en la participación electoral, y el segundo será el de Eslovaquia (1998) como contraparte del anterior ejemplo: la participación ante una coyuntura específica donde parecen definirse los patrones presentes y futuros de la sociedad. Ninguno es estudiado de forma detallada, su análisis es primordialmente ilustrativo, buscando destacar que la participación juvenil debe ser explorada en el marco de procesos políticos y relaciones sociales más amplias.
Chile 1988-2004: las restricciones institucionales y políticas a la democratización
En Chile, desde el inicio del proceso de democratización, surgió una controversia muy prolífica en torno a la creciente apatía electoral de los jóvenes chilenos. Estos debates se ostienen en las cualidades del proceso de democratización nacional, así como en las especificidades del sistema de inscripción electoral.
En 1989, luego de 16 años de una férrea dictadura, con miles de muertos y desaparecidos y la imposición de un régimen neoliberal ortodoxo, Augusto Pinochet deja el poder político en manos de un gobierno electo democráticamente. En cambio, a diferencia de la Argentina, donde la democratización es producto del colapso del régimen (por la derrota en la Guerra de Malvinas), en Chile la transición no se inicia porque el régimen se agota. Pinochet abandona el poder al ser derrotado en un plebiscito, una vez impuesto un modelo económico bajo los patrones del Consenso de Washington y haber reformulado todo el sistema político heredado del gobierno de Salvador Allende (derrocado en 1973).
En 1988, el dictador impulsa un plebiscito con el fin de legitimar un mandato legal de 8 años como presidente luego del cual abandonaría el cargo de dictador, y se convocaría a elecciones. Si resultaba derrotado, se convocaría a elecciones presidenciales inmediatamente, y la transición democrática comenzaría. Fueron los incentivos que generó la búsqueda por derrotar a Pinochet, los que impulsaron la creación de una coalición de los 17 principales partidos (sin la derecha), llamada Concertación por la Democracia. La ajustada victoria (56% de los votos por el rechazo al mandato “extendido” de Pinochet), presentaba un escenario donde convivía la derrota del dictador, con fuertes limitaciones institucionales (Rossi, 2004: 4-5).
La Constitución de 1988, impuesta por el régimen militar, fue concebida con el deliberado objetivo de preservar el control de instituciones clave, tanto por el poder militar como por la derecha aliada. Pinochet hasta 1998 ejerció el cargo de jefe inamovible de las fuerzas armadas (las cuales son autárquicas) y por sobre la autoridad del presidente existe el Consejo de Seguridad Nacional (integrado, en parte, por el presidente y los cuatro comandantes en jefe de las fuerzas armadas). La Corte Suprema de Justicia fue conformada por jueces designados por el dictador, los cuales no pueden ser removidos de su cargo sin el previo consentimiento de la derecha. Entre los bienes del Estado, los medios de comunicación (radio y TV) fueron distribuidos entre aliados políticos. Además, fue elaborado un complejo sistema electoral para favorecer en la distribución de bancas a la derecha, en desmedro de la primera fuerza (que desde 1988 ha sido la Concertación) y los demás partidos (la tercera fuerza es siempre extraparlamentaria). Este complejo sistema, que no es objeto de nuestro análisis aquí (por su desarrollo ver Rossi, 2004), incluye reformulaciones al sistema de empadronamiento. Desde 1988 el voto en Chile es obligatorio sólo para aquellos que previamente se hayan inscripto en el padrón electoral. Es decir, mientras el voto es obligatorio para todos los mayores de 18 años, la inscripción electoral no lo es, ni es automática.
Los jóvenes y la apatía electoral en Chile
Los datos que ofrecen los registros electorales desde 1988 hasta 2004 (Gráfico IX), son elocuentes sobre el claro descenso en la inscripción electoral. Por ejemplo, mientras en 1988 los jóvenes (entendidos como personas entre 18 y 29 años) representan el 35,99% del padrón, en 2004 representan sólo el 8,92%.
Ante este fenómeno se han ensayado diversas explicaciones, las que pueden dividirse entre aquellas sistémicas (que consideran que los cambios sufridos por el sistema sociopolítico son la causa) y otras con un enfoque en el sujeto (que ven en actitudes de los jóvenes una manifestación hacia el sistema).
Gráfico IX: Porcentaje de jóvenes (18 - 29 años) inscriptos en el padrón electoral por tipo de elección en Chile (1988-2004)
Año | Tipo de elección | Porcentaje de jóvenes |
1988 | Plebiscito | 35,99% |
1989 | Presidencial y parlamentaria | 33,44 |
1992 | Municipal | 29,94 |
1993 | Presidencial y parlamentaria | 28,58 |
1996 | Municipal | 22,26 |
1997 | Parlamentaria | 19,88 |
1999 | Presidencial | 16,05 |
2000 | Municipal | 14,56 |
2001 | Parlamentaria | 13,01 |
2004 | Municipal | 8,92 |
Fuente: elaborado en base a datos del Centro de Documentación del Servicio Electoral de Chile (www.servel.cl).
Algunas de las explicaciones de tipo sistémico, enfatizan que este patrón de decrecimiento en la inscripción electoral responde a un hecho normal observado en muchos países, producto de la estabilización democrática en naciones donde se ha logrado un crecimiento económico sostenido (Lehmann, 1998). Para otros autores (Lechner, 1995; Garretón, 2002; 2004), esto es producto de la pérdida de centralidad que ha experimentado la esfera política, cada vez representando menos a la sociedad. Los partidos cada vez más son parte de un proceso de autorreproducción y autorreferencialidad, perdiendo muchas de sus funciones de portadores de demandas sociales (Valenzuela, 1998). Estos procesos, conexos, pueden enmarcarse en las transformaciones más profundas de las que hemos dado cuenta en el documento Nº 2. Por tanto, esto motiva que los jóvenes busquen otras formas de inscripción política (ver: documento Nº 14).
Las visiones con foco en los sujetos, en cambio, encuentran que la explicación de esta tendencia se debe a que los jóvenes cada vez más rechazan participar en la política institucional (partidos, sindicatos, etc.), pero no por ello se oponen a la participación social y política en general, ya que se han reformulado muchos de los patrones que hacen al desarrollo de la propia individualidad (Beck [1999]; ver: documento Nº 14). Esto puede ser una impugnación a la efectividad misma del entramado institucional (Cruz, 1998), o consecuencia de no verse involucrados como sujetos, al no obtener beneficios tangibles y encontrar propuestas cercanas a sus realidades (Fernández, 2000).
Todas estas explicaciones que muchas veces se las presenta como alternativas, en una observación más compleja de la realidad - integrando los factores del sistema con los del sujeto- resultan complementarias.
Volviendo al foco de nuestro interés, aquí lo que deseamos dilucidar es cuándo y por qué se produce una mayor activación política entre los jóvenes, en particular la que se expresa electoralmente. Si observamos los datos de inscripción de 1988 y los comparamos con todos los demás, vemos que en este caso hay un nivel de inscripción electoral que supera en casi cuatro veces a 2004. Más allá del evidente descenso, la masiva participación de 1988 no es azarosa, y nos ofrece más respuestas sobre qué activa a los jóvenes.
En 1988, como ya vimos, el plebiscito no era uno donde se decidiera alguna reforma puntual en la legislación. Este plebiscito conllevaba una definición substancial sobre el régimen que Chile tendría por los próximos años. Implicaba una definición radical y en tiempo presente (y con un impacto claro) sobre el deseo de continuar bajo un régimen autoritario o iniciar la senda de la democracia. Comprendía una disputa sobre el tipo de sociedad en la que los jóvenes deseaban vivir. Esto llevó a una masiva inscripción y voto, incluso a pesar de los largos años de falta de democracia, lo que acarreó que muchos se enfrentaran con esta experiencia por primera vez en sus vidas.
En todas las siguientes elecciones va descendiendo la inscripción, pero en todas ellas las definiciones son solamente sobre quién ocupará un cargo en un entramado institucional ya asentado. Es la combinación de los factores sistémicos con los individuales los que pueden explicar el descenso, pero ¿por qué sin experiencia previa hubo una masiva participación en 1988? Porque las perspectivas presentes y futuras de la sociedad chilena (y las añoranzas sobre la constitución de una democracia) parecían estar en juego. Al menos hasta 1993 puede considerarse que existe alguna estabilidad (en descenso). Luego de repetidos ensayos electorales, este descenso puede señalar la reiterada frustración que produce el ver que los recambios de las figuras que ocuparán los cargos no implican definiciones sustanciales, no estando nunca en juego la democracia institucional (o poliarquía) ni ningún otro patrón básico.
Eslovaquia 1998: la “Segunda Revolución de Terciopelo”
Más allá de las diferencias entre el sistema político y electoral chileno (presidencialismo con sistema de inscripción voluntaria) y el sistema político y electoral eslovaco (hasta 1998, parlamentarismo con sistema de inscripción automático), los jóvenes muestran patrones como los estudiados.
El 1º de enero de 1993 surge Eslovaquia como un país independiente, producto de la disolución pacífica de Checoslovaquia. Desde ese entonces y hasta 1998 (sólo con la excepción de nueve meses en 1994) gobernará Vladimír Meciar, líder populista y nacionalista del Movimiento por una Eslovaquia Democrática (HZDS). El gobierno de Meciar, a medida que pasan los años, va constituyéndose en una autocracia nacionalista con características autoritarias y seudo-racistas (hay persecuciones a húngaros y gitanos). Aunque el régimen nunca llega a niveles como los de Slobodan Milosevic en Serbia, el gobierno de Meciar logró sostenerse en el poder gracias al voto rural como a muchas restricciones impuestas a las libertades políticas y civiles básicas (Bútora y Bútorová, 1999: 85, 87-88).
El deterioro que este régimen autocrático fue imponiendo a las recién creadas instituciones democráticas, así como la vinculación del gobierno con el crimen organizado y la persecución étnica, favoreció la conformación de una coalición al modelo de la Concertación en Chile. Casi todos los partidos opositores (diez), se unieron en una alianza llamada Coalición Democrática Eslovaca (SDK), buscando derrotar a Meciar en la elección de 1998.
La importancia de esta elección –similar al plebiscito de 1988 en Chile- era percibida por muchos como la polarización entre la defensa e instauración de un modelo de democracia parlamentaria frente al fortalecimiento de un régimen populista, autocrático y nacionalista, donde las perspectivas de una Eslovaquia democrática eran casi nulas.
… la elección en Eslovaquia representaba una severa definición entre continuar el camino autoritario y retornar a las ideas originales de Noviembre de 1989 [cuando Checoslovaquia se libera del yugo soviético] – una sociedad abierta, el imperio de la ley, una economía de mercado. En este sentido, uno puede llamar a esta elección como una ‘retrasada revolución de terciopelo’ (Bútora y Bútorová, 1999: 84).
Más allá de los reparos que podamos tener hacia algunas de las percepciones de estos estudiosos, concordamos con ellos que la polarización y radicalidad de las definiciones en juego eran claras. Es la misma condición substancial de una definición en tiempo presente del destino de la nación, la que en Eslovaquia como en Chile activó electoralmente a unos jóvenes con apenas cinco años de experiencia en una democracia limitada.
A pesar de las restricciones que Meciar impuso a la transmisión de la propaganda televisiva de la oposición (la televisión privada tenía prohibida la difusión de actividades proselitistas, y la estatal durante las dos primeras semanas ocupó el 61% del espacio en aire en actividades de gobierno, frente a un 15,2% en propuestas de la oposición, Bútora y Bútorová, 1999: 88). E, incluso, a pesar de la reforma a la ley electoral que dispuso el partido de Meciar (la HZDS) cuatro meses antes de la elección, obligando a la coalición SDK a constituirse en un único partido (Bútora y Bútorová, 1999: 87). Los jóvenes asistieron a votar en proporciones mayores a las históricamente registradas. El 84% de los jóvenes en edad de votar asistieron a las urnas, y según las encuestas a boca de urna, un 70% de estos lo hicieron por la SDK, frente a 24% para la coalición de Meciar (Bútora y Bútorová, 1999: 82). Finalmente, Meciar debió retirarse, triunfando la SDK.
Conclusión
Ambos casos nos muestran como el aparente desinterés de los jóvenes por el sufragar no radica en un sistémico cuestionamiento a la política, sino a la activación selectiva que emerge ante escenarios donde el voto parece tener un claro impacto biográfico y sistémico. Donde se percibe que el implicarse electoralmente representa un involucramiento como sujeto, ya que parece estar definiéndose el presente y futuro de manera clara y radical. En otras palabras, vinculando esta segunda dimensión sobre la activación ante coyunturas críticas con la primera sobre la relación biográfica (analizada los documentos Nº 3 a 10), creemos que la motivación personal de aquel sujeto que se activa políticamente ante coyunturas como el proceso de democratización en Chile o los riesgos de un autócrata en Eslovaquia pueden radicar en ver en el presente que vivir en este mundo (si no se altera lo que se considera errado) es algo indeseable y atañe a su individual existencia hoy, pero principalmente a la perspectiva futura que ve para sí en el planeta (o la nación).
sciences politiques, sciences sociales, participation populaire, jeune, Etat, sociologie, droit de vote, élection, société civile
, Chili, Slovaquie
La jeunesse en mouvement : formes de participation politique des jeunes
Breve aclaración
Aunque este texto puede ser leído de manera independiente, es parte de un conjunto más amplio donde el lector podrá comparar diversas formas en las que los jóvenes deciden participar políticamente. Por tanto, admite dos tipos de lecturas. La primera, es la de la ficha como ensayo separado, con su propia coherencia interna. La segunda forma de leer esta investigación, sugerida para la persona interesada en los diversos estudios de casos de participación política de los jóvenes que componen esta serie de trabajos: en forma continuada subdividida en capítulos (para esto recomendamos seguir el orden establecido en el documento Nº 1: “Las Juventudes en Movimiento: Informe sobre las formas de Participación Política de los Jóvenes”).
No obstante las dos alternativas existentes, este trabajo debe ser considerado en el marco del informe en el que se encuentra comprendido, así como en su vinculación con los documentos Nº 12 “La Inscripción Política de las Juventudes y los Ciclos de Protesta” y Nº 13 “Participar donde esté Permitido: Jóvenes en Contextos Autoritarios y/ o Corporativos”.
Esta ficha está tan disponible en francés: Voter uniquement en situation de crise : le Chili et la Slovaquie en perspective comparée
Articles et dossiers ; Rapport
Beck, U. (1999) “Hijos de la Libertad: contra las lamentaciones por el derrumbe de los valores”, en Beck, U. (comp.) Hijos de la Libertad, Fondo de Cultura Económica: México DF.
Bútora, M. y Bútorová, Z. (1998) “Slovakia’s Democratic Awakening”, Journal of Democracy, Vol. 10, Núm. 1, enero, Washington.
Cruz, M. (1998) “La identidad generacional”, ISPAJ, Santiago.
Fernández, G. (2000) “Notas sobre la participación política de los jóvenes chilenos”, en Balardini, S. (comp.) La Participación Social y Política de los Jóvenes en el Horizonte del Nuevo Siglo, CLACSO: Buenos Aires.
Garretón, M. (2002) “La transformación de la acción colectiva en América Latina”, Revista de la CEPAL, Núm. 76, abril, Santiago.
Garretón, M. (2004) “La calidad de la política en Chile”, Colección Ideas, año 5, Núm. 42, Fundación Chile 21, Santiago.
Lechner, N. (1995) “La reforma del Estado y el problema de la conducción política”, Perfiles Latinoamericanos, Núm. 7, México DF.
Lehmann, C. (1998) “La voz de los que no votaron”, Puntos de Referencia, Núm. 197, abril, Santiago.
Rossi, F. (2004) Estudio sobre las transformaciones políticas del sistema de partidos en Chile: la persistencia del clivaje democracia-autoritarismo, manuscrito inédito.
Valenzuela, A. (1998) “La política de partidos y la crisis del presidencialismo en Chile: una propuesta para una forma parlamentaria de gobierno”, en Linz, J. y Valenzuela, A. (comps.) La Crisis del Presidencialismo. El Caso de Latinoamérica, Tomo 2, Alianza: Madrid.