Los productores estadounidenses sostienen que los acuerdos de liberalización del comercio agrícola tienden a impulsar un incremento en la tierra cultivada. Si se busca que los precios agrícolas bajen, la única forma de poder obtener nuevas condiciones de competitividad es poner a producir tierras que hoy están en descanso o están sin cultivar por razones de conservación de suelos.
Este uso intensivo de suelos y pastos iría acompañado por un uso intensivo de fertilizantes químicos y plaguicidas. En un sistema de producción en el que aproximadamente la tercera parte de los costos de producción del maíz corresponden al uso de agroquímicos, la necesidad de productividad presiona hacia un uso más extensivo de estos insumos, lo que minará la confianza de los consumidores. Otras tendencias previsibles son el creciente proceso de compactación de la tierra, y de mecanización irracional, la eliminación de programas agrícolas orientados a la conservación y el estímulo al avance de la agricultura corporativa, puesto que son las grandes corporaciones quienes tienen acceso a las líneas de refinanciamiento. Finalemente, implica la posible desaparición de las empresas que crían ganado diversificado y cultivan sus propios granos para forraje; estas empresas serían sustituidas por grandes engordadores en áreas muy compactas, que podrán prosperar por la disminución de los costos de los forrajes.
Estos movimientos de agricultores en países industrializados son pequeños pero pueden ganar fuerza política sobre la base de la formación de coaliciones amplias que involucran a consumidores y ambientalistas; el problema de la calidad de la alimentación es un problema básico. Un ejemplo a este respecto es la regulación del uso de la hormona VGH para estimular la producción de leche en el ganado vacuno; en México existen permisos para utilizarla, en tanto que en Estados Unidos está prohibida. Otros ejemplos existen en el uso de plaguicidas, particularmente en los que se emplean en la producción de hortalizas.
El segundo eje de su argumentación tiene que ver con un mayor consumo de energía. Un esquema de libre comercio implica desplazamientos mucho más grandes de los productos y alimentos, con el consiguiente uso irracional de la energía.
Un tercer eje es el de la protección de la diversidad genética: con base en los derechos sobre propiedad intelectual, intereses privados podrían patentar el conocimiento presente en la biodiversidad genética mexicana y utilizarlo con fines individuales.
Por último, se argumenta que este tipo de agenda restrinje las posibilidades de desarrollo de la pequeña agricultura campesina o familiar, limitando así las posibilidades de la sustentabilidad.
Palabras claves
ganadería, política agrícola, mercado mundial
, Estados Unidos de América
Comentarios
Tradicionalmente los argumentos de quienes se oponen al Tratado en los Estados Unidos son de corte proteccionista; son argumentos que tienden a defender intereses gremiales específicos. Sin embargo, en el caso de estas organizaciones de productores lo que encontramos son argumentos mucho más amplios, que ponen al centro el cómo este tipo de acuerdos comerciales amenaza los avances que los ciudadanos han logrado en el control de las grandes corporaciones.
Por otro lado, estas organizaciones plantean con toda claridad un futuro agrícola centrado en una agricultura con agricultores, no en una sin agricultores, y simultáneamente enfatizan la necesidad de la lucha por precios agrícolas acordes con los costos de producción, para lo cual abogan por mantener vivas y actuando las barreras nacionales. Esta posición pone en el centro el futuro de una agricultura sustentable estrechamente asociada a una agricultura con agricultores.
Notas
Tomado de la exposición de Luis Hernández en el Taller sobre Políticas hacia una Agricultura Campesina Sustentable. México D.F. 2-3 de julio 1993. Taller organizado por RIAD-México: CECCAM, CNOC, UNORCA y GEA/Progama PASOS.
Fuente
Actas de coloquio, encuentro, seminario,…
HERNANDEZ, Luis, 1993 (MEXICO)
