¿ Son los campesinos las infanterías del ecocidio o pueden ser impulsores de un desarrollo con salud ambiental ?

Además del capital y sus agentes empresariales directos, en el saqueo de la naturaleza han intervenido también los pequeños y medianos productores rurales y las comunidades campesinas. Alguna vez existieron equilibrios y proporciones que permitían una convivencia sana de los agricultores con la naturaleza. En el mundo moderno, sin embargo, las comunidades agrarias fueron transformadas en verdugos del medio ambiente, por decisiones ecocidas impuestas por las fuerzas dominantes en el sistema global. Así por ejemplo, extensos bosques tropicales, cayeron bajo las hachas de campesinos habilitados que desmontaban para sembrar durante un par de años abriéndole así paso al ganadero extensivo a cambio del efímero derecho de cultivo.

Acorralados por la miseria y el sistema, las comunidades desangraron a la naturaleza como único recurso de sobrevivencia, antes de desangrarse ellos mismos. Los campesinos "realmente existentes", los campesinos portadores de la lógica del mercado, también se alinean de grado o por fuerza en las filas del ecocidio y sus prácticas deben ser modificadas drásticamente.

Hoy es claro que sin un modelo de desarrollo sostenible, la reproducción de la riqueza económica está en entredicho; pero es evidente también que una política ambiental cuyos costos no se compatibilicen con la reproducción del capital no será más que un buen deseo. Debería ser igualmente claro que una política ambiental que no asuma las necesidades y expectativas de los agentes sociales subordinados tampoco será viable. Propuestas estratégicas impecables pero que exigen grandes sacrificios a quienes viven en condiciones de precarismo extremo, no tendrán respaldo entre los afectados, sea porque agredan a las condiciones mayoritarias de consumo y convivencia, sea porque afecten las condiciones de trabajo e ingreso de los pequeños y medianos productores.

Esto debería ser claro, pero no lo es, pues implica reconocer la existencia de una lógica socioeconómica inmanente específica y no capitalista que preside el comportamiento de los productores modestos.