La importancia de la organización social en el departamento del Huila
10 / 2003
La historia de Colombia tiene una constante:la lucha del campesinado por la tierra y por la distribución equitativa de los recursos. Esas son consignas de la mayor importancia para el movimiento campesino del país.
El objetivo de esa pugna va más allá de conseguir un pedazo de tierra donde asentarse. Se extiende a garantizar el territorio donde las gentes del campo van a desarrollarse como personas en el ámbito familiar y social, donde también van a conseguir principalmente su alimento y donde llevarán a cabo varias actividades productivas. Por esto, el acceso a la tierra se constituye en un derecho y su lucha ha tomado diferentes dinámicas a nivel regional en el país. De allí que la confrontación se establezca con los diversos actores sociales de las zonas, entre ellos, los terratenientes (dueños de inmensas cantidades de tierra, casi siempre inutilizadas) y las instituciones del Estado.
Tomás Emilio Herrera es actualmente líder campesino de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -Unidad y Reconstrucción (ANUC-UR), organización campesina de carácter nacional y que actúa en ese sentido. La ANUC UR nació en 1987, pero su historia se remonta al año 1967, en el origen de la organización campesina más importante desde ese año, la ANUC. En 1972, vivió una primera división en dos líneas:la llamada línea Armenia (que conserva el nombre de ANUC) y la línea Sincelejo, que toma el nombre de la ANUC -UR.
La lucha de Tomás comenzó en el Huila, departamento situado en la región central de Colombia. Específicamente, dio sus primeros pasos como líder en su municipio natal, donde viven cerca de 30 mil personas.
En 1974 participó con 137 familias sin vivienda en la toma de tierras de un gran terrateniente de la región que los había explotado continuamente. Su propósito era conseguir la titulación de dichas tierras y poder establecer allí sus viviendas, lo que se logró después de tres tomas más y de tres desalojos violentos realizados por la policía.
Hoy ese territorio se conoce como el barrio Sincelejo en Campoalegre, nombre simbólico que representa la consolidación de la línea de ANUC que impulsó principalmente las tomas. Fue este respaldo de la organización lo que lo motivo para vincularse a ella, además de varios hechos que marcaron su vida y que le dieron significado a la lucha por la convivencia pacífica en condiciones dignas como necesidad humana. Buena parte de su familia vive en el mencionado barrio, estímulo inmenso para conservar lo ganado.
Este logro tuvo resonancia en todo el municipio, cuyas gentes dieron todo su apoyo al hecho, igual que lo hicieron varios políticos comunales. Eso mismo ocurrió en 1978, cuando campesinos sin tierra se tomaron varios predios de un reconocido terrateniente. Entonces, Tomas y otros dos líderes campesinos fueron capturados y la comunidad nuevamente apoyó con decisión, colaborando continuamente con el suministro de alimentos y presionando con su presencia continua fuera de la cárcel para que se les dejara en libertad. Su libertad se logró finalmente a los 45 días de reclusión.
En todo esto, las dinámicas organizativas tienen un gran significado para mantener lo alcanzado. En Campo Alegre existían, además de la ANUC línea Sincelejo, la llamada Asociación de Jornaleros y la ANUC, cada una con un estilo propio de trabajo.
En 1979, por iniciativa de la Asociación de Jornaleros, 70 familias se tomaron el predio de un terrateniente que adquirió muchas tierras en el municipio a través del robo a campesinos mediante embargos y acciones de la más cruda violencia, apoyadas por grupos armados. En esta ocasión, la magnitud de la retaliación en contra de los campesinos provocó la toma de otro predio, con 80 familias más, impulsada por ANUC Línea Sincelejo, de donde los desalojó la policía a los dos días y capturó a varias personas. Esta acción motivó la unión de las otras dos organizaciones de la zona y la reunión de 700 familias, lo que se convirtió después en una gran movilización de 1.200 familias del pueblo hacia la casa de este terrateniente, que reclamaba sus derechos y trataba de negociar con él para que les devolviera sus tierras. No hubo ninguna respuesta favorable, como era costumbre, por lo que la población no cesó en tomas continuas de terrenos por algún tiempo.
Gracias a la presión y a la negociación constante con diversos actores e instituciones, la organización consiguió que el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, INCORA (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, institución estatal que desaparece en el año 2003), entregara la mayor parte de las tierras del municipio en el marco de la reforma agraria. El resultado fue un conjunto de cambios progresivos y profundos en las relaciones de poder en esta zona.
En síntesis, la estructura de la propiedad en Campo Alegre, antes dominada por la clase terrateniente, cambió y hoy se puede hablar que allí no hay propiedades grandes concentradas en pocas manos. El poder político y económico cambio significativamente
Por iniciativa de varios líderes y en un momento decisivo en la lucha por la tierra se iniciaron acciones de recuperación de tierras en el departamento y se crearon organizaciones en varios municipios. Pero eso, paradójicamente fue decayendo en cuanto hubo más logros. Efraín lo explica así:para muchas personas, esta lucha solo significaba la consecución de una parcela y no el trabajo progresivo en su conservación y logro de otros derechos.
La influencia de estos hechos en la vida del municipio incidió para que a principios de los años 90, la ANUC UR recibiera el reconocimiento por el departamento con una mención especial como la única organización que en una centuria le aportó al desarrollo económico, político y social del municipio.
La lucha por la tierra es un referente muy antiguo y de primera línea de la historia del movimiento social colombiano. Tal vez se le recuerda desde que el primer conquistador foráneo pisó nuestro territorio.
Varios historiadores señalan que la tierra tiene en el país un gran componente de poder económico y político. No es entonces extraño que sea el campo la cuna de los graves conflictos que aquejan a nuestro país y que el manejo territorial sea un imperativo de esta situación, como se demuestra día a día con el desplazamiento forzado de muchas familias que son alejadas de su tierra y por el que uno u otro sector o grupo armado quedan con su potestad.
Es urgente recoger las experiencias de quienes con su lucha alimentan el sueño de vivir diferente en este país, en el que se ejerza el derecho de la tierra para todas las personas. Es preciso visibilizar la construcción social que realizan junto con otros individuos que seguramente quedan en el anonimato.
Ficha realizada en el evento " IV Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz", Bogotá, Colombia, 9, 10, 11 octubre de 2003.
* Los nombres se han cambiado para proteger a los entrevistados.
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