Nuevo modelo pedagógico en Colombia

La exclusión de la población joven en los sectores marginados de Cali (tercera ciudad de Colombia, cuya población es de cerca de dos millones seiscientos mil habitantes) despertó el interés de Darío Soto para iniciar una labor social. Pretendía buscar alternativas educativas que posibilitaran abordar la problemática social del consumo de sustancias psicoactivas que afecta la población joven de las comunas 13, 14, 15 de la ciudad. Así se creó la Corporación Juan Bosco.

La Corporación inició labores en los primeros años de la década 90. Su primera intervención la hizo en el sector de El Vergel con 8 personas y en la actualidad trabaja con 25, en forma constante. Ellas pertenecen a las comunas ya mencionadas, del sector Mojica y Comuneros del distrito de Aguablanca.

La Corporación optó por una metodología:que los sujetos interiorizaran su problema de adicción en relación con sus múltiples realidades:familiar, laboral, estudiantil y demás campos de la cotidianidad. El modelo pedagógico, denominado Educar en la calle, trabaja basándose en las experiencias del actor urbano y su interacción con la realidad. Se orienta a la población juvenil que por pertenecer a sectores populares ha sido excluida por las posturas hegemónicas que ven a estos jóvenes como sujetos desadaptados y sin futuro.

Por lo anterior, los educadores de la institución Juan Bosco, actuando como mediadores culturales, entienden al joven como sujeto protagonista de la realidad, que tiene la clara posibilidad de trascender los programas asistencialistas, reclamar sus derechos y transformar su cotidianidad. En ese sentido, se trabaja activamente en lo que es posible de transformarse y que se inscribe en lo inmediato (familia, comunidad, etcétera).

Los programas de la institución se dirigen a la prevención, la formación de clubes juveniles por medio de grupos organizados y en procesos de cualificación y de casas juveniles para jóvenes desmovilizados del conflicto armado. La metodología que cruza transversalmente estos programas se basa en los siguientes procesos:acercamiento, reconocimiento, fortalecimiento y proyección.

Las actividades comunitarias adelantadas incluyen la apropiación del mundo simbólico, es decir, buscan que los participantes se apropien de su territorio. Por ejemplo, en una actividad deportiva se trastocó el orden simbólico que tradicionalmente caracteriza el microfútbol y se utilizaron tarjetas blancas como símbolos alternos que incentivaban la convivencia pacífica.

Así, se revalúan constantemente las emociones y los sentimientos de los jóvenes, para lograr por medio de la reflexión y las interiorizaciones cambios orientados al reconocimiento del otro, asumiendo que actitudes de autoevaluación ante las distintas realidades tienen algún significado. La intencionalidad de este proceso educativo trasciende la problemática generada por la droga y su consumo:nace de la prioridad de formar jóvenes como sujetos políticos y sociales de derecho, generadores de cambio en las comunidades.

La proyección de esta labor se encamina a la formación de animadores juveniles, El proceso busca generar un efecto dominó en el que los jóvenes, con un acompañamiento continuo, se convierten en dinamizadores de procesos de cambio, que por su carácter participativo y formativo generan un reconocimiento social.