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Colombia:país agrícola que importa alimentos transgénicos

La soberanía alimentaria amenazada por el libre comercio

2003

A inicios de la década del 90 se producía el 95% del maíz para el consumo propio en Colombia, pero para el año 2002 el país importó más de dos millones de toneladas, que representaron el 75% del maíz que se consume. Situación similar ocurre con la soya, cuyos exportadores son Estados Unidos y Argentina, los mayores productores de cultivos transgénicos. Eso ocurre sin que el país cuente con una norma específica para el control de alimentos transgénicos o con un tipo de control y evaluación de bioseguridad.

El gobierno nacional parece creer que la recuperación de la profunda crisis que atraviesa el sector agropecuario se hace introduciendo en forma masiva alimentos transgénicos (Organismos Genéticamente Modificados) como el maíz y el algodón. Ambos se han producido en otros países con diferentes condiciones ecológicas y climáticas a las de Colombia y ello genera riesgos e impactos ambientales, socioeconómicos y en la salud. En el caso del algodón Boligard (Bt), se liberó su cultivo en 2002 en la región del Caribe, sin que se hubieran realizado las investigaciones científicas adecuadas. Dicho algodón sólo controla plagas de Lepidopteros, pero en la región Caribe la principal es el Picudo Anthonomus Grandis.

Así mismo, las compañías multinacionales de agroquímicos incluyen todo el paquete jurídico y tecnológico. En este sentido, si el agricultor quisiera volver a sembrar la semilla que produjo para "propio uso", lo puede hacer a través del pago de una "regalía extendida", es decir, de renunciar al derecho de sus semillas para su propio uso y también utilizar Roundup Ready como único herbicida.

En este contexto, se presenta una cadena de irregularidades que comienza cuando el Consejo Técnico Natural (TCN) del ICA (Instituto Colombiano Agropecuario), que en su sesión de marzo de 2002 y en votación secreta, elige al representante de Monsanto (compañía multinacional de agroquímicos) como su vicepresidente; situación que coloca a Colombia como el único país en el que Monsanto hace parte de las directivas del órgano que analiza los resultados de investigaciones sobre transgénicos y recomienda al Estado su aprobación comercial, actuando como juez y parte en el proceso.

Sin embargo, varias organizaciones sociales, entre ellas el grupo Semillas, grupo de acciones públicas de la Universidad del Rosario, y Consumidores Colombia (COCO), interpusieron una Acción Popular (mecanismo constitucional de participación y denuncia pública y directa de las comunidades y organizaciones sociales) ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, en contra de la autorización que dio el ICA a la empresa Monsanto para la siembra comercial del bioplagicida transgénico algodón Bt.

En esta Acción Popular se destaca lo siguiente:que el Ministerio de Agricultura revoque la autorización para la siembra de algodón Bt en el país y suspenda la importación de semillas; que se declare en el territorio nacional una "moratoria" a la liberación comercial de transgénicos, hasta tanto el país cuente con una "Ley Nacional de Bioseguridad Integral", que incluya las evaluaciones de impactos ambientales, socioeconómicos y en la salud.

Colombia todavía puede llegar a una situación catastrófica como la de México, país que vive la contaminación de muchas de las variedades nativas con maíz transgénico importado de Estados Unidos. Pero el gobierno de Uribe insiste en esa línea; tiene afán de ir más rápido en materia de cultivos transgénicos que ponen en riesgo la soberanía y seguridad alimentaria de las y los colombianos.

En este sentido, mientras existan fuertes cuestionamientos sobre los organismos transgénicos, la adopción o no de estas tecnologías debe basarse en la aplicación del Principio de Precaución:ante la duda, la incertidumbre y la falta de certeza sobre la seguridad de estas tecnologías, tenemos derecho a decir "no", en forma preventiva.

Palabras claves

Colombia, Bogotá

Comentarios

Los nuevos retos planteados a la agricultura en Latinoamérica verifican la fuerza de la investigación científica referida a superar procesos productivos convencionales, atrasados y dependientes de tecnologías importadas. Estas últimas no han tenido en cuenta las propiedades físicas, económicas y culturales propias de la región e imponen sistemas agroalimentarios que causan perdidas en el medio ambiente, destruyen la soberanía alimentaria de las naciones y atentan contra el saber tradicional.

Hablar de saber tradicional no implica abogar por que se mantengan las condiciones de miseria en que viven los campesinos. Se trata de estimular el conocimiento acerca de variedad de semillas, las formas de cultivo que conservan los recursos naturales y las costumbres heredadas de nuestros indígenas. En este sentido, es necesario conciliar los avances de la ciencia (expresados en la biotecnología) y las condiciones reales de los países latinoamericanos.

Notas

Ficha realizada en el marco del Primer Congreso Latinoamericano Justicia y Sociedad de octubre de 2003. Para mayor información por favor comunicarse con Germán Vélez, al correo electrónico semil@attglobal.net

Entrevista con VÉLEZ, Germán

Fuente

Entrevista

ILSA (Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alternativos) - Calle 38 No. 16 - 45, Bogotá, COLOMBIA - Tels: 57 1 288 0416 - 57 1 288 4772 - Fax: 57 1 288 4854 - Colombia - www.ilsa.org.co - ilsa (@) ilsa.org.co

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