La experiencia de una Mama Talla del pueblo Aymará
09 / 2002
A los 28 años de edad, Juana Calle es madre y líder indígena en una sociedad discriminatoria. Su objetivo es lograr un espacio de voz y voto para su gente. Plantea el control de sus territorios, buscando la unidad de todos los pueblos y markas, de Bolivia y de toda la Región Andina. Propone el respeto a las costumbres y lenguas de cada pueblo. Su mayor anhelo es llegar a consolidar la unidad en la lucha, para ’constituirnos en un continente más humano y tolerante’. Trabaja, junto a su esposo, en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas de Qullasuyu, CONAMAQ.
Esta unidad se consolida a través de la capacitación contínua de hombres y mujeres líderes de todas las comunidades indígenas aymarás, en base a la dualidad, entre lo femenino y lo masculino, es decir Chachawarmi - esposa del Apuk Mallkuy entre las comunidades miembros de la organización. El trabajo de hombres, mujeres, jovenes y niños es fundamental ’para constituirnos en Ayllus fuertes entre nosotros mismos y así mantener nuestras costumbres y lenguas’, dice Juana Calle, dirigente y Mama Talla de su pueblo.
’Las comunidades indígenas en sí, no hemos tenido ningún apoyo por parte del gobierno boliviano. Dentro de la comunidad no todo es color de rosa, pues las autoridades tradicionales también deben enfrentar problemas, ya que algunas familias no pertenecen a las organizaciones, y no dudan en lanzarnos miradas, con un sentido de envidia, cuando pasan frente a los logros colectivos de la comunidad’, nos cuenta Juana.
Algunas municipalidades apoyan al movimiento indígena para la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, existe resistencia por parte de la sociedad mestiza a aceptar los planteamientos de los pueblos originarios, especialmente en las zonas urbanas y periféricas de Bolivia, como Oruro, La Paz, Sucre, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca y otros departamentos. Los miembros de la familia Apuk Malkus deben sacrificar todo, porque se dedican a tiempo completo a la reconstitución de su organización ancestral, justa y equitativa para todos.
Las actividades del campo - los sembríos de sus chacras, cosechas de la quinua, el mantenimiento de la plantación de coca - son realizadas por los propios dueños de la tierra para tener una mejor producción. La agricultura es el sustento de todas las familias Aymaras y Kechwas de Bolivia. El calendario Aymará indica que en el mes de septiembre empieza la época de siembra, en la que la dualidad del hombre y mujer también predomina, pues cada uno realiza actividades complementarias. Entonces Juana y su esposo trabajan juntos, sin descuidar la administración de la organización, pero cumpliendo con los rituales y faenas que les permitan equilibrar sus actividades como agricultores y como Apuk Mallku y Mama Talla.
La posición política de las mujeres indígenas en la actualidad es participativa, pues buscan incorporar algunos temas de la equidad de género. No existe la mentalidad de que solo el hombre o solo la mujer debe realizar algún trabajo pesado o liviano sino más bien, lo realizan en conjunto.
De esta manera la mujer indígena boliviana tiene la misión de buscar mejores días para los hijos y enfrentar y frenar la migración de niños y jóvenes hacia las principales ciudades : la Paz, Potosí, Cochabamba, etc. donde ellos trabajan en la albañilería, ayudantes de construcción, cooperantes de trabajo, a cambio de una paga exigua.
Aunque el factor fundamental para la disolución de las comunidades indígenas, sigue siendo la situación económica, hay otras prácticas que también influyen. Por ejemplo, la juventud indígena boliviana ha dejado atrás las costumbres y vestimentas de nuestros antepasados. Cambian la ropa aymará por otras, y esto constituye uno de los factores importantes para la perdida de identidad en los pueblos indígenas. Las costumbres alimenticias también se transforman, pues los indígenas comercian o realizan trueques de sus animales como la llama, oveja y sus productos agrícolas como el chuño, papas, quinua, etc., con la finalidad de comprar y llevar a sus hogares otros productos importados como el arroz, fideos, azúcar, que ahora constituyen alimentos importantes en sus hogares.
Además, la marginalidad de los pueblos indígenas también se evidencia en la falta de servicios básicos, de salud y alcantarillado, causa de enfermedades entre la población. Juana dice con preocupación, ’así el Qullasuyu Aymará no puede ser como tal’.
’La educación bilingüe ha logrado espacios para que nuestro idioma Aymara sea como una materia más en el aprendizaje de nuestros hijos en las distintas escuelas, y de esta manera trataremos de mantener nuestra identidad y el idioma del pueblo boliviano,’ dice Juana. ’Seguiremos caminando y buscando la educación, y la posibilidad que de en nuestras comunidades no exista un niño que quede sin saber leer y escribir el aymará y el castellano. Siempre tenemos en cuenta que la discriminación racial está latente en las mentes de los mestizos pero el pachakutej regresará y esperamos algún día que estos enfrentamientos no causen conflictos.’
Juana afirma : ’Yo, como mujer y Mama Talla, voy a luchar por una sociedad justa para todos y para eso buscamos apoyo en todo sentido, demostrando tolerancia, con sinceridad y apertura para todo, trabajando juntos en este mundo lleno de conflictos’. ’No podemos seguir viviendo como el agua que recorre el sendero sin saber a donde va’.
La defensa de los territorios de montaña en Bolivia, y en el resto del Mundo, es un llamado a la unión en la lucha por una humanidad más sana y justa para todos, ya que la naturaleza es la que nos permite vivir en armonía. En la actualidad, la sociedad se encuentra inmersa en un sinnúmero de procesos y cambios políticos, económicos y sociales que dan como resultado la pérdida de los recursos de las montañas. Por ello, la Mama Talla propone que ’los pueblos de montaña debemos pararnos bien para mantener nuestra comunicación continua, respetando la identidad de cada país’.
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, Bolivia
Una actitud de firmeza, pero a la vez de tolerancia es la esencia de las propuestas de esta mujer aymará que repartió hojas de coca entre los asistentes al Segundo. Encuentro de Poblaciones de Montaña del Mundo. La combinación de sus prácticas ancestrales y su trabajo organizativo y político le han permitido avanzar en la construcción de la unidad entre los pueblos aymará y kechua en su país, Bolivia. Para ella, la unidad y la organización de los pueblos originarios es la única posibilidad de hacer frente a la globalización que enriquece a unos pocos en desmedro de la mayoría.
La mujer aymará tiene una relación profunda con las montañas y con la madre naturaleza. Juana Calle también nos muestra que existe una interrelación recíproca y complementaria entre el hombre y la mujer, y que en conjunto se debe buscar alternativas de sobrevivencia.
Ficha realizada en base a la Entrevista a Juana Calle, en el marco del Segundo Encuentro de Poblaciones de Montaña del Mundo en la ciudad de Quito, del 17 al 22 septiembre del 2002 en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Para mayor informacion contactarse con la persona portadora de la experiencia : CALLE, Juana, tel : (591-2) 2483948. Casilla 6174 [La Paz -Bolivia] o E-mail : conamaq@ceibo.entelnet.bo. o contactarse con CAIZABANDA, Margarita entrevistadora.
Entrevista con CALLE, Juana, entrevista realizada entre el 17 y el 23 de septiembre de 2002
Entrevista
Entrevista adicional con Juana CALLE.
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