La experiencia Dph en Colombia

La experiencia de la red DPH COLOMBIA nació en Manizales, una ciudad ubicada entre las verdes montañas de nuestra bella y agreste geografía nacional, en la región que llamamos el ’eje cafetero’. Justo allí se inició nuestra red, en medio de las plantas de café y la significante lucha de familias campesinas que a golpe de tempranas madrugadas cultivan día a día este pequeño tesoro, suave y aromático, garantía de su pan de cada día y el sostenimiento de sus esperanzas. Fue a finales de septiembre cuando nos encontramos para discutir y plantear las ideas sobre la constitución de la red; este encuentro fue resultado de un pequeño período de consultas en cada una de las regiones de donde procedíamos, y al interior de las organizaciones, respecto a las posibilidades de poner en marcha la experiencia. Las organizaciones participantes tenemos en común que desarrollamos proyectos y programas orientados a la construcción y consolidación de la paz en Colombia. Nuestro recorrido como Red ha sido corto, pero ya hemos conocido y gozado de los beneficios de esta experiencia.

Lo primero ha sido encontrarnos. Esto es muy importante en una sociedad como la nuestra, que se caracteriza por ser fraccionada y dispersa; tenemos en la red un espacio en el que nos encontramos, con el nimo de crear articulaciones entre las instituciones a nivel nacional; a partir de la red se promueven, igualmente, articulaciones regionales y puntos de encuentro con otras instituciones y personas que tienen algunas relación con los proyectos de las organizaciones de la red. Esto repercute en la consolidación y ampliación de la experiencia de red.

Segundo, hemos visto que la red DPH nos sirve para fortalecer los objetivos y acciones de las organizaciones miembro. Creemos que el sentido de esta experiencia es cualificar los diversos propósitos y acciones en la consecución de la paz; esto gracias al conocimiento de otras experiencias sobre aspectos fundamentales del trabajo. Pero no sólo a nivel particular de las organizaciones, sino que vemos que se puede adelantar un mejoramiento de la acción en conjunto, la cual hay que fortalecer, sobre los propósitos comunes a nivel nacional, regional y aun sectorial.

Tercero, la sistematización y comunicación de las experiencias; hemos comentado que esta es una de las grandes bondades que tiene la aplicación de la metodología DPH, pues en medio de las dificultades que tienen las personas para encontrar un momento y un espacio para la reflexión y revisión de las acciones, la agilidad de esta metodología permite recoger, recuperar, sistematizar las experiencias. Del mismo modo, las fichas son de f cil lectura, lo cual las convierte en un mecanismo de comunicación eficaz. De este modo, el intercambio de experiencias a través de las fichas es algo realizable en el corto plazo.

Cuarto, con la metodología y con la organización de la red, nos hemos planteado un interesante ejercicio que consiste en discutir y profundizar en temas y situaciones que son de interés común; en aras de la cualificación de las experiencias y de construir procesos colectivos, conocer el modo como otros han desarrollado el trabajo y reflexionar acerca de los mecanismos m s efectivos o apropiados es una posibilidad que se nos abre estando comunicados entre nosotros. Tratar temas como resolución de conflictos regionales y locales, experiencias de desarrollo socio-económico, acercamientos y negociaciones con grupos armados, pr cticas de formación y cultura, entre otros, contribuye al propósito de estimular el trabajo en la red y de cualificar las experiencias.

Y, finalmente, el encuentro en la red nos ha permitido identificar senderos comunes sobre los que podemos trabajar: en el mbito político, buscando metodologías de negociación con los actores políticos y armados del conflicto y estableciendo alianzas de cooperación y apoyo regional, nacional e internacional. A nivel económico, atacando las raíces de la pobreza, cohesionando y reconstituyendo el tejido social a través de la producción y la comercialización. A nivel pedagógico, propiciando la creación y fortalecimiento de una cultura de manejo negociado de los conflictos. A nivel psicológico, previniendo o remediando los daños de la violencia cotidiana en el tejido social. Y a nivel de la estética y la simbólica, comunicando o transmitiendo el nimo, el aliento, la esperanza y el gusto por una cultura de la paz.

Estos son nuestros beneficios y también nuestras expectativas en la red; tenemos aún mucho camino por recorrer. Esperamos estar aportando también a la consolidación de la red mundial y a la pacificación, hermanamiento y progreso de la comunidad de todos los hombres y mujeres en el mundo.