Vencer el miedo, y luchar contra el desarraigo gracias al apoyo y la solidaridad
05 / 1999
El conflicto armado en Colombia se caracteriza por la existencia de diversos actores armados, que han señalado como uno de sus objetivos militares a la población civil, pues en su lógica guerrera creen que quienes no están de su lado, están del lado de sus enemigos. En 1997, 53 comunidades del municipio de Riosucio, departamento del Chocó, aproximadamente unas siete mil personas se vieron presionadas por diversos actores armados a movilizarse de su territorio, hacia el corregimiento de Pavarandó en el municipio de Mutat , en el Urab Antioqueño colombiano.
La organización lograda por las comunidades ubicadas en Pavarandó y la voluntad de constituirse en Comunidades de Paz, propiciaron la construcción de propuestas que fueron negociadas con el gobierno colombiano, logrando un acuerdo para que las 53 comunidades de Riosucio pudieran retornar a su tierra. La diócesis de Apartadó cumplió un papel importante en este proceso, porque sirvió de intermediaria para pactar unos acuerdos con la guerrilla y los paramilitares, en los cuales se contemplaban el respeto a la decisión de los desplazados de estar al margen de las practicas e intereses de estos grupos y el no brindarles ningún respaldo.
Las Comunidades de Paz, entre las cuales se encuentra la Comunidad de Paz San Francisco de Asís, surgen en el contexto del desplazamiento forzado producido Colombia. Declararse como Comunidad de Paz es un proceso de supervivencia y de defensa de la vida amenazada, es una estrategia para que las personas desplazadas puedan retornar a su territorio. Ser parte de una Comunidad de Paz es asumir el compromiso de no tener ningún tipo de colaboración con cualquiera de los actores armados, comprometerse a vivir en comunidad, respetarse, compartir el trabajo en beneficio de todas las personas, ayudarse mutuamente y organizarse para manejar colectivamente las decisiones. En un principio se habló de la posición de las comunidades de paz como neutral activa; sin embargo, este concepto sufrió una instrumentalización política y causó mucho malestar en los actores armados que no aceptan esta posición porque se sienten afectados. Por eso actualmente, se habla m s bien del Derecho a la no violencia, a la paz, y a construir una cultura de paz, palabras que representan mejor la posición y propuesta que se desarrolla en estas comunidades.
La Comunidad de Paz San Francisco de Asís, ha logrado conformarse y sostenerse con el apoyo de la diócesis de Apartadó, con el acompañamiento, apoyo y trabajo decidido de varias personas de ONG de otros países. Estos agentes externos, en un trabajo mancomunado se han convertido en garantía y en sostén simbólico de la voluntad de esta comunidad para seguir adelante. Hay que resaltar el trabajo de la diócesis de Apartadó, que investida con la autoridad que tiene la iglesia en la sociedad colombiana, ha logrado ser intermediaria en las comunicaciones y acuerdos con los diversos actores armados, para la sobrevivencia de la comunidad de paz. El retorno de las personas agrupadas en la Comunidad de Paz San Francisco de Asís se produjo en un 95 por ciento, a principios de 1998, actualmente se logran mantener en unos 8 asentamientos gracias al apoyo de las ONG de otros países y de la iglesia.
Después de año y medio del regreso a su tierra, se puede decir sobre los acuerdos pactados para posibilitar la consolidación y desarrollo de las comunidades de paz que: el Estado colombiano ha incumplido los compromisos que firmó con las comunidades; los paramilitares y la guerrilla han incursionado en los asentamientos asesinando a varios de sus habitantes. Una de las situaciones humanas m s difíciles de manejar son los lazos familiares y afectivos de personas de las comunidades con otras personas vinculadas con grupos armados, ya sean paramilitares o guerrilleros. Esta cercanía y toma de distancia y de posición con respecto a los actores armados es uno de los aspectos que coloca un interrogante a la coherencia y sostenibilidad de los compromisos adquiridos de las personas integrantes de las comunidades de paz. Adem s de lo anterior, la sostenibilidad de las comunidades de paz es incierta por la complejidad del conflicto armado en Colombia, en el cual aún no se ven clara
s las perspectivas de una negociación efectiva con los grupos guerrilleros, y m s complejo aún es cu l ser el desarrollo de la posición que asumir el gobierno con los paramilitares, quienes piden ser reconocidos como actores políticos, mientras avanza la configuración y consolidación de un frente político que los represente como una parte de la sociedad colombiana, que cree en la pacificación como aniquilación de la insurgencia y de todos aquellos que según sus par metros y lógica, le hacen el juego a la guerrilla.
Otro aspecto que cuestiona la sostenibilidad de las comunidades de paz es su sobre vivencia gracias al apoyo de las ONG y de la iglesia. En ese sentido el componente agroalimentario y pecuario impulsado y apoyado por varias ONG tiene como objetivo fundamental la recuperación de los cultivos y la producción para lograr cierto autoabastecimiento alimentario, así, en la medida en que la comunidad empieza a producir, las ONG ir n mermando su cooperación alimentaria. Actualmente los hombres se dedican a la pesca y a cultivos primarios como arroz, maíz y yuca; las mujeres se dedican a labores en sus huertas y a cuidar especies menores como aves y cerdos. Este componente contribuye adem s a que las comunidades se vayan de nuevo arraigando en su territorio.
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, Colombia
A modo de conclusión podríamos decir que, la inseguridad, lo inestable de la situación político social en la zona de Urab y en Colombia nos dibuja un futuro incierto para las comunidades de paz. Adem s las personas que viven en estas comunidades sufren un desasosiego permanente, y sienten la necesidad de sostenerse gracias al apoyo de las personas y entidades externas a la comunidad. Esta es una situación psicosocial que requiere, de manera indefinida aún, el acompañamiento y el trabajo sistem tico y solidario de las ONG y de la iglesia. Este apoyo, es una de las garantías para lograr la recuperación del tejido social; la elaboración de la crisis de la identidad individual y colectiva; la valoración de sí mismos; la cualificación de los liderazgos comunitarios; la construcción de proyectos que afiancen la confianza en la vida, en un futuro digno; y la posibilidad de que a mediano o largo plazo, las comunidades de paz sean una realidad autosostenible.
Nos podríamos entonces preguntar, cu l ser su futuro, qué ser de las Comunidades de Paz si los agentes externos no pueden mantener su presencia y apoyo?
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