Los pueblos indígenas, víctimas de una globalización contraria a la diversidad
08 / 1996
En Venezuela y en Brasil, las poblaciones indígenas se han reducido drásticamente durante las últimas décadas. Inclusive, se registran altos índices de suicidio. ¿Qué conexión existe entre esta destrucción y el proceso de globalización?
1. El concepto de desarrollo como crecimiento económico ilimitado, creciente y sostenido está en la raíz de la globalización competitiva. La actividad económica, en este modelo, es concebida como la finalidad última de la existencia humana. Sus agentes son, por tanto, los protagonistas de lo que es identificado como progreso humano: el progreso técnico y material de las empresas. Todas las otras actividades humanas son reducidas a funciones de lo económico, y esto a través de su mercantilización, de la mercantilización del propio trabajo humano. Por ende, se reifica al propio ser humano en sus productos, en el dinero, en el Capital, mientras que éste es personificado y gana vida propia como si no fuera producto del trabajo y creatividad humana.
2. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y del sistema colonial, las empresas transnacionales se han expandido y ocupado nuevos espacios no sólo en los mercados, sino en las propias estructuras productivas de los países pobres. Con sus productos y fábricas llegaron sus patrones de producción y de consumo y aún su concepción de desarrollo. En acuerdo con las élites nacionales, lograron popularizar el mito de que por la imitación de los padrones productivos de los países ricos llegarían también al status de países "desarrollados", superando todos los rasgos de retraso e ineficiencia que marcaron su historia. Los pueblos indígenas siguieron siendo concebidos como "obstáculos" a la modernización, sus tierras, apenas como reservas de valor o capital potencial a ser transferido al sector privado con "fines productivos".
3. En los años 80, la crisis de la deuda externa y la presión de los acreedores por negociaciones bilaterales con los deudores, hicieron vulnerable la posición de éstos, al punto de aceptar condiciones opresoras para el pago de la deuda. Estas incluyeron el ajuste estructural que promovió, entre otras, la política de reorientación de la actividad productiva hacia la exportación para generar divisas que permitieran seguir pagando la deuda. Esto llevó también a una aceleración de las invasiones de tierras indígenas por empresas mineras, madereras y agropecuarias, de explotación de recursos hídricos y energéticos y aún por los Estados en nombre de la "seguridad nacional".
4. La "Razón Económica", identificada como "Razón de Estado", predominó sobre los derechos indígenas a la integridad de sus territorios, a la autonomía eco-social y política, y en esta medida desconoció su derecho a ser sujetos sociales.
5. Las violaciones de esos derechos ganaron, en muchas ocasiones, el aspecto de guerra, resultando en desplazamientos masivos de aldeas y poblaciones, expropiación o submersión de territorios, destrucción socio-ambiental planificada. En consecuencia, se produjo la reducción demográfica de los grupos indígenas, la desorganización de sus formas político-económicas, la desculturación o la corrupción de sus líderes, la disgregación de sus comunidades y modos de vida.
6. La actitud de los centros de poder responsables por tales políticas fue variable. Bajo las dictaduras prevalecientes en América Latina en los años 60 a 80, predominó un etnocentrismo autoritario que buscó "aculturar" e "integrar" los indígenas a la civilización, por persuasión o por la fuerza. La Razón de Estado despolitizó la sociedad y justificó que el Estado - - y los agentes económicos dominantes - - asumieran despóticamente el valor y la función de Sujeto Universal. Los pueblos indígenas fueron tratados como representantes retrasados de la Especie humana, pueblos aún no integralmente sociales, obligados a pagar el precio de su inexorable integración a la "civilización". La consigna de la Fundación Brasileira de Protección de los Indígenas (FUNAI), en los años 70, era que "cien mil indígenas no pueden impedir el progreso de Brasil".
7. El concepto aparentemente más benigno respecto a los indígenas, que inspira prácticas no menos perversas, es que son pueblos "naturales", por tanto dignos de ser "protegidos" y "conservados". El sujeto de esta ecología, sin embargo, no es la sociedad indígena sino la obra, la represa o la empresa. Las comunidades indígenas deben ser tomadas como un elemento más de la naturaleza a ser "domesticado". Esto implica la despolitización de la ecología, y busca justificar que un tipo ajeno y exógeno de "desarrollo" sea impuesto a los indígenas, objetificados por decisiones económicas y ambientales externas.
8. Se ignora, por tanto, el ser humano indígena concreto - - persona y sociedad, - - que es diversidad de potenciales, de personalidades, de subjetividades, de singularidades. Tampoco se logra comprender la Tierra en su calidad política y simbólica de matriz de la identidad socio-cultural de las sociedades indígenas. Las sociedades indígenas jamás conocieron el concepto de tierra en cuanto mercancía. Sus tierras son no sólo medio de producción y reproducción, sitio de trabajo o fuente de recursos naturales, sino territorios de dimensiones socio-político-cosmológicas más amplias. Indemnizar, compensar, reubicar son medidas que forman parte de una "política de monetarización de valores simbólicos y políticos que hoy se configura en el gobierno".
9. La "Civilización" que opera esta reducción y esta opresión demuestra, en todo esto, su propia enfermedad. La manifestación más terrible es su imposición de la unidad a costa de la diversidad, su alienación de lo real y concreto que es el Otro, su compulsión de uniformizar, de subordinar, de jerarquizar, su alejamiento del arquetipo más fundamental de la humanidad, el anthropos (que es unidad de la diversidad y sobre el cual, según el sabio Carl Jung, reposa la cohesión afectiva de toda la humanidad).
10. El sustrato ideológico de esas concepciones y prácticas es tecnocrático, etnocéntrico y profundamente arrogante. En el caso de la política energética centrada en las mega-represas, característica de la modernización globalizante promovida por el Banco Mundial, se trata de la "antropología hidroeléctrica"; de nuevo la personificación de la Obra, del Capital a costa de la reificación del ser humano concreto e histórico. Frente a ella, la preocupación por la preservación de las culturas indígenas es o superficial o hipócrita, puesto que ignora la cuestión fundamental que es la preservación de la integridad de sus territorios y de su derecho a ser pueblos diferentes.
transnacional, aculturación
, América Latina
Ficha derivada del resumen de la presentación hecha en la Consulta "Evangelio y Cultura", organizada por la Federación Luterana Mundial en Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, 21-24/11/95. Transferencia a DPH: GAF / GEA-PASOS
Actas de coloquio, encuentro, seminario,…
ARRUDA, Marcos, PACS=INSTITUTO POLITICAS ALTERNATIVAS PARA O CONE SUL, Globalización y Pueblos Indígenas, 1995/11/28 (Brasil)
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